Fecha de nacimiento
13 de octubre de 1970
Lugar de nacimiento
Brooklyn, NUeva York
Fallecimiento
17 de junio de 2019

El legendario tenor puertorriqueño César Hernández nació en Brooklyn en 1970 y a los seis años se trasladó a Puerto Rico. En su niñez se caracterizó por ser callado, tímido y amante de los animales. Su amor por el canto provino de su abuelo materno, quien era un aficionado de la ópera y vaticinó que su nieto iba a ser tenor.
Sin embargo, previo a que este deseo se convirtiera en realidad y que lograra grabar su nombre en la escena operística internacional, tras culminar sus estudios escolares ingresó a la Universidad del Sagrado Corazón. Simultáneamente, entró al Seminario de los Frailes Capuchinos Franciscanos. Allí permaneció por espacio de tres años en los cuales estudió teología, filosofía y sicología, pero se encontró con la música. Realizó su preparación académica en el Conservatorio de Puerto Rico y prosiguió estudios en la prestigiosa Juilliard School de Nueva York.
Aunque pensaba que su vocación era ser maestro de música, el destino le tenía preparado una vida con una carrera apoteósica y llena de aventuras que lo convirtieron en uno de los cantantes más sobresalientes en el mundo de la ópera a nivel mundial. Comenzó su carrera profesional en 1989, en la Ópera de Nueva Jersey al interpretar el Rodolfo de “La Bohéme”, de Puccini.
Entre sus momentos trascendentales destaca su participación junto a Luciano Pavarotti en el famoso concierto televisado a los Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico “Pavarotti Plus Concert”; un recital privado para el Príncipe Carlos de Inglaterra en 1992, y en 1993 cantó en Mónaco para el Príncipe Rainiero.
De ahí en adelante, a mediados de los 90, brilló en la Staatsoper de Viena, L’Opera de Monte Carlo, la Staatsoper de Hamburgo, la Staatsopera de Bavaria en Munich, la Deutsche Oper Berlín, el Gran Theatre de Geneve, el Teatro de la Zarzuela en Madrid y en otras importantes ciudades de Europa, Centro y Suramérica. Actuó en óperas de Los Ángeles, San Diego, Costa Mesa, Austin, Detroit, Tulsa, Eugene, Nashville, Las Vegas, San Antonio, Charleston, Baltimore, Houston, Nueva Orleans, Denver, Miami, entre otras. Mientras que en Europa se presentó en Hamburgo, Berlín, Munich, Aachen, Oslo, Copenhaguen, Estocolmo, Krefeld, Monte Carlo, Madrid, Oviedo, Antwerp, Londres, Edimburgo, Trieste, Catania, Génova y Spoleto, por mencionar algunas. En Copenhague, Dinamarca, cantó en un importante festival y fue aplaudido por más de 100,000 espectadores.
Fue aclamado por sus interpretaciones en los roles estelares de óperas famosas como “La Traviata”, “La Bohéme”, “Lucia di Lammermoor”, “Romeo et Juliette”, “Rigoletto”, “Madama Butterfly”, “Goya”, Amaya”, “Macbeth”, “Pagliacci”, “Tosca”, “Carmen”, “Don Carlo”, “Réquiem de Verdi”, entre muchas otras, pues les daba vida a personajes heroicos, románticos y sufridos con su potente voz. La crítica calificaba sus interpretaciones como “una de las más excitantes, pasionales, convincentes que existen en el mundo”; “puro romanticismo lírico gracias a la potente y dulce voz de un tenor que entrega toda su pasión y amor por la ópera en cada aria”. “Una dicción perfecta, un compromiso con la excelencia interpretativa, increíble sensibilidad”. “Extraordinario y conmovedor”. “La belleza del timbre de su voz, capaz de sobresalir en los momentos más fuertes de la orquesta, siempre demostrando dominio histriónico y gran presencia escénica”. Y es que, en cada presentación, Hernández llevaba a Borinquen en su corazón.
Detrás de esa fama, se escondía un hombre sencillo, digno, humilde, con don de gente, que unía su nombre a eventos que respaldaban instituciones educativas y culturales, y que aprovechaba cada instante para intervenir en la necesidad de la existencia de un grupo de mecenas en la isla que alentaran y fomentaran el desarrollo artístico de los jóvenes artistas.
En 2007, en entrevista con el diario El Vocero, comentó que lo más que atesoraba de haber seguido el llamado de su talento era “Comprobar el carácter universal de ese idioma llamado música. La experiencia de cantan el mismo rol ante públicos de diversas culturas y sentir cómo reaccionan; que sí percibes que reaccionan de formas diversas, pero es a partir de un mismo mensaje. Por otra parte, más allá del glamour que pueda representar el visitar tantos lugares diversos del mundo y del aspecto material, admito que mi motivación principal es el aplauso del público”. Un aplauso que siempre estuvo presente para esta singular estrella del bel canto que dejó un vacío muy grande en la ópera, pues murió de manera repentina a los 48 años durante unas vacaciones familiares en Orlando, Florida, el 17 de junio de 2019.
Al partir del plano físico su voz quedó eternizada en grabaciones como “Cantanta del desdichado Alfonso Ramírez”, la ópera “Goya”, “Cantata Antillana”, un disco de arias de ópera con la Orquesta Sinfónica de Londres, dirigida por el maestro Lalo Schifrin, un compacto del Requiem de Verdsi dirigido por Giorgio Morandi y una producción de clásicos del pentagrama romántico latinoamericano titulado “Dónde estás corazón”.
Wanda I. Orengo Pérez
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