Miguelángel Suárez

Actor



Fecha de nacimiento
5 de julio de 1939


Lugar de nacimiento
Puerto Rico


El rebelde y su causa -

Según estudios sobre la evolución del hombre realizados hace unos años por un periodista y escritor cubano, existen características evidentes que establecen diferencias sustanciales entre los seres humanos nacidos en islas y los que nacen en continentes.

Básicamente, la premisa parte de la configuración geográfica de ambos territorios: "isla: porción de tierra rodeada de agua por todas partes"; y "continente: gran extensión de tierra firme".

Según la interesante teoría, el continental sólo tenía que caminar, alejarse andando, para encontrar respuestas a sus inquietudes elementales, primarias.

Sin embargo el isleño nunca encontraba respuestas válidas, aceptables y concluyentes. Porque todas sus jornadas exploratorias terminaban ante la inmensa, infinita barrera azul del mar para seguir atormentándose con la pregunta: ¿qué hay más allá de lo que se ve?

Y ante tanta frescura y tanto color; al sentir en la piel las caricias de las olas risueñas y juguetonas, a veces en contraste con otras atronadoras y amenazantes imaginó, imaginó mucho. Y construyó al hombre idealista que se nutre de sueños.
Típico hijo de una isla, para el actor y poeta puertorriqueño Miguelángel Suárez, no existen las fronteras limitantes de las razas y las nacionalidades, por encima incluso de las diferencias en los conceptos políticos. La cualidad que lo define - aparte de su inmenso talento artístico, regalo de Dios - es la honestidad. Consigo. Y con los demás.

Precisamente por mantener intactas sus convicciones y exponerlas sin cortapisas, en demasiadas ocasiones se le encasilló como "conflictivo" en su propia tierra, cerrándole puertas que legítimamente debieron haber estado abiertas a su incuestionable talento.

No obstante y pese a todo es probablemente el artista de su generación que más ha trascendido las riberas de su tierra.

Descubrimiento precoz -

En cierta ocasión uno de los primos mayores invitó a su mamá y a él a una función teatral en la Universidad de Puerto Rico. Tan pequeño era que al apagarse las luces se aferró al brazo de su madre entre temeroso y emocionado.

Muchos años después confesaría: "Cuando al apagarse las luces la sala quedó a oscuras y el telón comenzó a subir lentamente aparecieron los actores con aquel vestuario, bajo las luces atenuadas, supe que algún día yo estaría allá arriba. Y sin dudarlo me dije 'eso, lo que sea, es lo que quiero ser'".

Tan pequeño que ni siquiera podía dar nombre al mágico mundo que se le descubría, supo que había sido tocado por su magia y que a largo plazo y para siempre, el teatro sería la perenne emoción de su vida.

Después, mucho más tarde, también asumiría la tremenda responsabilidad que le es implícita al teatro: el mensaje digno; el crimen y el castigo; la libertad o la opresión; la honestidad o la canallada; traición o lealtad. Y sobre todo y antes que nada: hacer pensar. Y también, ¿por qué no?, hacer reír, divertir.

Apenas unos años después de aquel primer encontronazo avizor pasó algún tiempo antes que el niño aguzado comenzara a recorrer "los rectos caminos torcidos de Dios", hasta situarse en el que lo conduciría al destino para el cual había nacido.

Como parte de una familia de clase media muy modesta, su vida transcurría plácida y felizmente en la casa de Santurce, un barrio de gente trabajadora con espíritu de superación que ya para entonces crecía y bullía con los cambios, sobre todo estructurales.

La vida era plácida en el hogar de los Suárez: cada mañana el padre, empleado entonces del supermercado de la zona, se iba al trabajo; Miguelángel y su hermana a la escuela; y la madre se quedaba en su casa, administradora amorosa de todo lo concerniente a su familia, al mejor estilo generalizado de la madraza que es la mujer puertorriqueña.

Miguelángel no oculta su emoción cuando habla de sus padres: "Mi madre y yo teníamos la misma imaginación ilimitada. En el patio de la casa nos creó un mundo lleno de magia: nos leía cuentos, nos organizaba aventuras fantásticas. Aquel patio era como un hermoso parque para nosotros. Ella nos ayudó a desarrollar una imaginación ilimitada que nos permitió disfrutar mejor nuestra infancia. Sin duda, la vena artística me viene de ella".

Y la emoción del recuerdo humedece los ojos del artista cuando revive las hermosas imágenes nunca olvidadas.

También, desde pequeño, su padre estableció con él una relación estupenda, que se fue estrechando con los años, para agregar al amor filial la admiración y respeto de dos adultos. Y fue precisamente el padre quien lo introdujo, en la práctica, en el mundo del arte para el cual había nacido.

Primer paso -

Las llamadas coincidencias no existen. Todo lo que se encadena sin razones lógicas aparentes para crear determinados resultados es solo la ejecución de un plan preestablecido que concreta determinadas acciones, concepto, que en mi opinión, se ratifica como axiomático en el "destino" de Miguelángel Suárez actor.

El Supermercado Plaza Provisión donde trabajaba su padre estaba situado justamente al lado de Radio El Mundo, frecuentado por don Manuel Méndez Ballester, ya para entonces conocido y respetado dramaturgo, quien escribía libretos para la emisora.

Como por aquellas fechas no había en cada casa un refrigerador para almacenar víveres, las compras de los alimentos perecederos (frutas, carnes, etc.), se hacían día a día. En muchas ocasiones, al caer la tarde, don Manuel entraba directamente al departamento de frutas y vegetales, en el cual trabajaba el señor Suárez, entre quienes se creó inevitablemente una buena relación amistosa.

Una de esas tardes el escritor se acercó a su amigo inusualmente serio y preocupado. Y le comentó que había escrito un libreto cuyo personaje principal era un niño, con tan mala suerte que no pudo contar con Miguelito Fernández, el actor infantil de entonces, porque estaba en el proceso del cambio de voz y no daba el personaje.

Suárez padre, con su proverbial agilidad mental vislumbró una oportunidad dorada para su nene, quien recientemente había cumplido ocho años. Y preguntó al escritor cuánto pagarían al niño. Este le contestó que tres pesos por capítulo.
Cada vez más interesado, pero sin comprometerse todavía, aún preguntó si el niño estaría todos los días en el aire. "Ese niño es el protagonista"- contestó el autor.

Mentalmente sacó cuentas: "Tres pesos diarios a la semana suman quince, que al mes serán sesenta… ¡mucho más de lo que gano yo!".

Y sin más cálculos, decidido, le propuso que viera y escuchara a su hijo Miguelángel, de ocho años, "que lee de lo más bien" - según contaría el actor, años más tarde, a la entonces reportera Helga García de la revista TV-Guía.

Aquel día, para Puerto Rico había nacido el actor Miguelángel Suárez, quien años más tarde regalaría a su patria actuaciones estelares en novelas televisadas locales y de otros países, sin abandonar nunca el teatro, primerísima pasión de su quehacer artístico.

Después de aquella primera inoculación de arte los años fueron pasando sin que dejara de trabajar y estudiar. Hasta llegar a la edad crucial en que hay que escoger, entre varios, un solo camino.

La edad conspiraba en su contra: "Con el veneno del arte circulando en mis venas ya para siempre, los diecisiete años eran muchos para hacer de niño, pero muy pocos para representar el galán".

Sin muchas opciones decidió reclutarse en la Marina de Estados Unidos porque, según confesara más tarde, "aún no había desarrollado mi conciencia nacional".

Optó por la División de Submarinos, lo que le permitió recorrer una buena parte del mundo, conocer gente de otras culturas, bucear en otras alternativas de vida y enraizar, ya para siempre, sus principios ideológicos.

Se fue de su isla siendo más niño que hombre. Y regresó un hombre más hombre, pero con el niño acunado en el corazón.

Amores y amoríos -

En la vida de todo hombre hay siempre más de una mujer. Miguelángel no es la excepción. Y, marino a una edad tan temprana, es fácil suponer que abundaron los espejismos de amores o las aventuras.

No oculta que los tuvo. Ni que, despotricados los instintos después de varios meses en las profundidades del mar, "al llegar al primer puerto lo que se busca de inmediato es una mujer", dice muy serio antes de abundar: "la alucinante necesidad física no deja espacio para la conquista y se busca a la prostituta. En Japón el trámite era la cita previa. Y más tarde se pagaba" - y hace una pausa, como paliativo de aquel recuerdo para continuar: "cuando vi a aquella jovencita ante mí, sentí un montón de emociones, algunas de ira… ¡jamás volví a buscar a una prostituta!".

De regreso a su tierra, decidido a retomar las riendas de su vida, y como parte esencial de ésta, el teatro, y encontró dificultades que quizá no esperaba: la televisión ya había enraizado, era un gran negocio que producía millones de dólares. Muchos espacios, muy bien pagados, no estaban regenteados por puertorriqueños y si lo estaban preferían actores foráneos a los del "patio".

Fue una lucha larga y amarga que por fin tuvo sus logros. Y los artistas alcanzaron, finalmente, muchos de sus objetivos. El trabajo de muchos de ellos trascendió, el de Miguelángel entre los primeros, abriéndosele por fin las puertas de otros países latinoamericanos.

Argentina, tradicionalmente un país destacado en la producción de buen teatro, además de cine y telenovelas, lo contrataron para varias series proyectadas continentalmente, entre las cuales se destacó "Amor gitano" en la que tuvo a su cargo el personaje de Rodolfo Farnesio, que interpretó tan cabalmente, que casi pierde su nombre y apellidos verdaderos para ser nombrado solamente Farnesio donde quiera que se presentaba.

Venezuela fue también, en su momento, otro de los países que lo acogió como una de sus primeras figuras artísticas. Convenció y conquistó al público venezolano con sus actuaciones en "Corazón de diamantes" y "Laura Benson", de la que fue protagonista.

También Hollywood -

Tampoco Hollywood le es ajeno. En más de una ocasión ha compartido las pantallas de la Meca del Cine con monstruos de la actuación tales como Sydney Poitier, Woody Allen, Richard Prior, Gene Wilder y Omar Shariff, entre otros.

A diferencia de los "galancetes" del medio artístico, que se regodean y comentan los amoríos que se les atribuyen, Miguelángel menciona a unos pocos: Angie, en sus tiempos de marino; Noemí Rodríguez, con quien mantuvo una relación formal (aprobación familiar incluida) y Nana Hudo, la única con quien se ha casado legalmente y madre de su única hija, Alondra, que al decir de muchos, simboliza el 'sumun' y resumen de todos sus amores.

En la actualidad está unido sentimentalmente a Amneris Morales, talentosa actriz de chispeante personalidad, que se dio a conocer en el medio artístico cuando ya Miguelángel era un consagrado.

Penúltima cosecha -

Existen diversas maneras para intentar - solo intentar - definir integralmente la personalidad de Miguelángel Suárez:

Nada humano le es ajeno - podría ser una.

Fiel a sí mismo - forma única de ser fiel a todo lo que resume su personalidad: Patria, hija, arte, justicia, respeto al ser humano integral.

Soñador - siempre con la quijotesca lanza en ristre, abanicando sus molinos de viento.

Poeta, finalmente. O resumen, más bien.

Recientemente ha llegado a las librerías un ejemplar que recoge parte de la extensa - ahora se sabe - producción poética de quien hasta el momento habíamos reconocido como actor.

"Las cosas que nunca dije" se titula este primer libro que forma parte de los cinco que vendrán después.

Al decir del actor, "este poemario contiene poemas de la década del sesenta y tiene poemas de la década del noventa. Este poemario tiene poemas escritos hace tres semanas y tiene poemas escritos hace veinte años", dijo recientemente a Nelson del Castillo.

E inmediatamente a su creación mejor, su hija Alondra, suprema protagonista de su vida afectiva llena de amor. Alondra, síntesis sublimada de sus amores, a quien mira aún, "con la ternura que se siente por una bebé recién nacida", fue la que escogió entre tantos, los poemas a publicarse en esa primera edición, según el periodista.

Susceptible a cierto tipo de crítica, dice estar preparado para cuanto se diga o escriba acerca de su poemario, porque está convencido de sus méritos: "Soy un animal espontáneo. Si no sale de las entrañas, no le pongo palabras; si no se te derramó, no lo escribas".

Y a modo de rúbrica en su poemario, sentencia: "La poesía es la que le pone las palabras a las cosas".

A través de tantos años en la palestra, el actor ha sido calificado de muy diversas formas que se extienden desde malcriado, fanático, intransigente, iconoclasta y hasta loco. Sin embargo hay muchos que afirman conocerlo bien. Y dan una versión completamente distinta.

Tal es el caso del escritor José Enrique Ayoroa Santaliz que escribió alguna vez: "De todas las notas características que conforman la personalidad de Miguel, la más divulgada es la truculencia, pero la esencialmente definitoria es su nobleza".

Y más adelante agrega: "Miguelángel es un ser humano noble, con insuperable sentido de la amistad, protector de los desvalidos, como los héroes antiguos fiel a sus cosas, consecuente sobre todo en los momentos de aflicción y desgracia, es lo que no siempre se conoce a través de los medios de comunicación porque, auténtico como es, no fabrica esa imagen para consumo masivo".


Autor
Fundación Nacional para la Cultura Popular
Nota
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