Fecha de nacimiento
13 de octubre
Lugar de nacimiento
San Juan, Puerto Rico

Su triunfo en el certamen de belleza Miss Universo, le dio un nuevo sentido a su vida al igual que a la de miles de sus hermanos puertorriqueños. Sin embargo, no todo ha sido color de rosa para la multifacética puertorriqueña Marisol Malaret.
La muerte de sus padres, cuando aún era una niña, la obligó a trabajar desde muy joven para ayudar sostener a su hermano y a su tía Doña Esther Contreras. Gracias a esta, Marysol aprendió temprano en la vida que para poder alcanzar toda meta era necesario trabajar con esfuerzo, perseverancia y disciplina.
Tenía ocho años cuando sus progenitores fallecieron. Desde ese momento su tía asumió la crianza de Marisol y la de su hermano Jesús Antonio. Desde Isla Verde ambos se mudaron a una urbanización en Puerto Nuevo.
Cerca de su nueva casa, Maiysol cursó sus estudios elementales en el Colegio La Merced y posteriormente se graduó de la Escuela Superior Gabriela Mistral. Mientras vivió con su tía Esther, realizó distintos tipos de trabajos. Laboró limpiando casas y ventanas, entre otras cosas.
Posteriormente, sus brillantes ojos verdes y su atractivo rostro la llevaron a incursionar en la televisión. En ese medio participó, junto a otras jóvenes, en una grabación que el cantante argentino Sandro realizó para WAPA-TV. En el grupo de chicas su belleza sobresalía de las demás.
Así lo percibió el productor Rolando Menéndez quien de inmediato le recomendó a la joven que siguiera una carrera en el campo del modelaje. Marisol no tuvo reparos. Sus primeras fotos profesionales fueron obra del fotógrafo Kuri Díaz. Sin embargo, cuando su tía-madre se enteró de los planes de su sobrina se opuso firmemente a que se dedicara a trabajar como modelo.
Tiempo después ingresó a la Universidad de Puerto Rico donde completó un grado asociado en ciencias secretariales. Luego de completar su educación comenzó a trabajar como secretaria ejecutiva en la International Telephone and Telegraph Company (I.T.T.), empresa que posteriormente se convirtió en la Telefónica de Puerto Rico.
Curiosamente, en dicha compañía algunos de sus colegas la estimularon para que compitiera en el concurso de belleza Señorita Puerto Rico. Nuevamente el modelaje tocaba a sus puertas y esta vez Doña Esther Contreras fue convencida para que le permitiera a su hija desempeñarse como modelo.
Tenía todo a su favor. Sus cualidades físicas, específicamente su hermoso rostro y el ser alta y delgada le merecieron una beca para estudiar modelaje en la Academia Polaina que entonces dirigía la forjadora de reinas Ana Santiesteban, la directora de la Academia.
En la competencia, celebrada el 21 de junio de 1970, Marisol Malaret fue elegida Señorita Puerto Rico, nueva reina de belleza del País. En aquellos tiempos a las ganadoras del concurso se le otorgaba un cetro, una corona y una capa, elementos que creaban la ilusión de que era una auténtica reina.
Como de costumbre, la joven ganadora tuvo la oportunidad de representar a Puerto Rico en el certamen internacional Miss Universo. Para dicha competencia Marisol Malaret concursó a beneficio de la Sociedad de Niños y Adultos Lisiados del País. Cabe señalar que todos los gastos para asistir al certamen fueron cubiertos por la ITT.
Las cosas no podían ir mejor, hasta que unos días antes de que el concurso se celebrara, la aspirante perdió todo su ajuar en las inundaciones que afectaron a Puerto Nuevo en 1970. No obstante, la modelo Ivonne Coll aseguró la participación de Malaret al prestarle los trajes que luego aquella utilizó para competir en Miss Universo.
Un mes después de haber ganado la corona de Señorita Puerto Rico, el certamen internacional fue celebrado en la candente ciudad de Miami, específicamente en el Miami Beach Auditorium (ahora conocido como el Jackie Gleason Theater). Con tan sólo 20 años Marisol compitió contra 69 representantes de distintos países.
La favorita era la norteamericana Debbie Shelton. Pero el jurado, compuesto por especialistas provenientes de Japón, Inglaterra y Brasil, falló a favor de la boricua Marisol Malaret. Así, el 23 de julio de 1970 la joven hizo historia al convertirse en la primera mujer puertorriqueña en recibir la corona del certamen Miss Universo.
La noticia fue recibida con júbilo y enorme entusiasmo por sus compatriotas. Así lo vivió nuestra reina al momento de llegar a su patria al otro día de la competencia. Su recibimiento en Puerto Rico fue un evento apoteósico. Su pueblo la aclamó desde que llegó al aeropuerto hasta que entró a la fortaleza a ser recibida por el entonces gobernador don Luis A. Ferré.
Desde ese momento comprendió lo que verdaderamente representaba para sus hermanos puertorriqueños el haber sido elegida Señorita Universo. También aprendió que a raíz de su triunfo, la mujer puertorriqueña comenzó verse de una manera más saludable, incluso mejor que antes. Igualmente toda la experiencia le permitió conocer mejor la naturaleza del ser humano.
Por otro lado aprendió también que su coronación no era un pasaporte exclusivo y fácil al glamoroso mundo de las cámaras y el espectáculo. Fue necesario estudiar y trabajar arduamente, cumplir a diario con numerosos compromisos, expresarse sobre temas de interés con propiedad y visitar a mandatarios de diversos países con gracia y rectitud.
Sus responsabilidades eran múltiples y extenuantes. De hecho, en una ocasión asistió a una Convención de fabricantes y vendedores de Bujías Champion en Kentucky donde tuvo que fotografiarse con 10,000 personas, una a una.
Dichas vivencias pueden hacer sentir a cualquier persona que es mejor que los demás. Su tía lo sabía muy bien. Por eso cuando Marisol venía de visita a Puerto Rico no le permitió quedarse en la suite del hotel que la organización del concurso le pagaba. Al contrario, regresaba a su cuarto de la casa de Puerta Nuevo en donde dormía en su cama doble y en la que tenía que llevar a cabo trabajos de limpieza. Tales experiencias la mantuvieron centrada y con los pies sobre la tierra.
En ese aspecto la ayudó también su chaperona Susan Grif. Ella le abrió los ojos al decirle que el reinado sólo duraba un año y que después de ella vendrían otras a ocupar su lugar. Todo se acabaría después de un año. Dichos consejos y todo lo que vivió, la llenaron de fuerzas, mayor resistencia y entereza de carácter.
Luego de su reinado, la beldad puertorriqueña aceptó una oferta para incursionar en el cine. El filme se llamó “Mami” y en él realizó su debut en la pantalla grande. Para la película grabó una secuencia junto al fenecido actor cubano Frank Moro. El elenco de la producción estuvo compuesto además por Anita Moya, Frankie Bibiloni, Mariano Artau y Laura Figueroa. Fue producido y dirigido por el argentino Orestes Trucco.
Posteriormente, el productor Paquito Cordero la contrató para que sirviera de contrafigura en el recordado programa “Noche de Gala”. En la producción estuvo laborando por espacio de una década junto a Eddie Miró. Mientras trabajaba como conductora, Marisol incursionó en el mundo empresarial y administró, junto a la actriz Gladys Aguayo, la exclusiva tienda de ropa femenina La Femme.
A pesar de que su paso por la televisión le brindó mucha satisfacción y cierto glamour, no le agradaba el hecho de que su participación en el programa le creara una imagen distante de su pueblo. Para contrarrestar la misma, optó por laborar en programas de juegos como “A millón” y “A gozar”. Luego reconoció que su tipo de personalidad no le permitió adaptarse muy bien a la dinámica de los mismos.
Para entonces ya deseaba trabajar en proyectos de mayor relevancia. Sus deseos se cumplieron cuando comenzó a trabajar junto a Carmen Jovet y Milly Cangiano en un programa radial en la emisora WBJM-AM. Allí pudo apreciar las grandes necesidades del pueblo puertorriqueño y responder ofreciendo sus buenos servicios para contribuir a resolverlos. En dicho medio se adiestró también en el arte de la comunicación escrita.
Mujer de espíritu emprendedor, Marisol Malaret sorprendió una vez más a todos cuando asumió el cargo de editora y directora de la revista Imagen, del publicista Manny Casiano. Cuando se dio a conocer la noticia de que sería la nueva directora de la revista para mujeres, muchos dudaron de sus capacidades. Pero la puertorriqueña se impuso ante las críticas dirigiendo con éxito la publicación hasta 1990, año en que Malaret renunció a su puesto.
Luego de unas merecidas vacaciones, la puertorriqueña se dedicó a dar charlas sobre asuntos y productos de belleza, mientras evaluaba distintas opciones de trabajo, ninguna de ellas relacionadas al mundo de las publicaciones.
Sin embargo sus amigos y antiguos compañeros de trabajo la exhortaron a que lanzara una revista. Tiempo después, junto a un grupo de accionistas comenzó a contemplar la posibilidad de lanzar al mercado una nueva publicación.
El vicepresidente de Publicaciones Unidas, Roberto Antón, anteriormente le había hecho un acercamiento a Marisol y ella ya había viajado a Florida para entrevistarse con el resto de la gerencia. No se decidió nada en la entrevista hasta que el 23 de julio de 1990 la empresaria comenzó a trabajar desde cero con el respaldo de la mencionada empresa. Así se convirtió en la directora fundadora de la revista Caras.
Dirigió brillantemente la misma hasta que, en el 2000, la ejecutiva puertorriqueña renunció a su puesto en la revista, cerrando así otro capítulo exitoso en su carrera profesional. En ese mismo año la incansable trabajadora regresó a la televisión con los programas Ética TV (Canal 6) y Frecuencia Ética (Canal 40). Ambos proyectos se realizaron con la idea de que los ciudadanos participen en la lucha contra la corrupción promoviendo los valores éticos y morales en la sociedad del País.
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