Fecha de nacimiento
6 de marzo de 1930
Lugar de nacimiento
Vieques, Puerto Rico

A pesar de que su paso por los escenarios artísticos apenas abarcó una década y de que la discografía que perpetúa su voz podría considerarse limitada, hoy, a casi medio siglo de su retiro definitivo del ambiente del espectáculo, María Esther Pérez Félix todavía mantiene una inmensa pléyade de seguidores a nivel internacional que la califican como una de las voces femeninas más extraordinarias del pentagrama popular puertorriqueño en cualquier época.
El prestigioso musicólogo colombiano Jaime Rico Salazar, autor de la importante obra “Cien años de boleros”, no pocas veces manifestó que esta intérprete boricua era “la voz de mujer más rara y bella” que había escuchado. Lo increíble del caso de esta artista que ahora nos ocupa es el hecho de que las grabaciones que le reservaron un sitial imperecedero en el fervor del público fueron las que realizó integrando el Dúo Pérez-Rodríguez bajo la etiqueta Discos Mardi durante el período 1950-1952. La segunda voz de aquel sensacional dueto no era otro que el hoy venerado Felipe Rodríguez “La Voz” (1926-1999), con quien estuviera brevemente casada (1952-1953).
María Esther Pérez Félix vio la primera luz en la Calle Triunfo – hoy Tomás Pérez Brignoni –, en Vieques, siendo hija del matrimonio que formaron José Pérez Ramírez y Cayetana «Tanita» Félix Ortiz. Éstos eran muy aficionados a la música e inculcaron a su hija la pasión por la canción popular desde que ésta era pequeñita.
Su papá tocaba trompeta, acordeón y sinfonía de boca (entiéndase, armónica) “de oído” y su mamá entonaba bien afinadita. A diferencia de lo que se acostumbraba en aquella época que, cuando las niñas manifestaban sus deseos de ser artistas, los padres trataban de desestimularlas, considerando que el ambiente de la farándula no era el más propicio para ellas, el suyo no era así. Desde que ella era una nena, él siempre le decía que no quería que fuera abogada, médico, maestra, secretaria o cualquier otra de las profesiones tradicionales, sino una cantante famosa.
Sus pinitos artísticos los hizo en funciones escolares desde que cursaba el primer grado. Relata que, mientras cursaba sus grados elementales, integró un grupo vocal con Georgina González, Raquel Nieves, Clarita Parrilla y Elsa Pérez que su entonces profesor, a quien sólo recuerda como “Mister Santos”, bautizó como Quinteto No Me Toques, porque la danza de igual título, original de Juan Morel Campos, era la pieza que más las identificaba.
En 1946 su familia fue a radicar al barrio Jerusalén, en Fajardo. En aquel municipio, participó en numerosas festividades, siempre como aficionada, acompañada por un veterano guitarrista a quien sólo logra identificar como “Don Luis”. También formaba parte del Coro de la Iglesia Metodista. Un día, mientras cantaba en un evento religioso con esta formación, fue escuchada por el prominente director de coros Bartolomé Bover, quien – impresionado ante su prodigiosa voz de mezzosoprano –, la invitó a paticipar en varios conciertos que tenía programados con la Coral de San Juan que dirigía. El maestro Bover le insistía en que dejara la música popular, pues consideraba que tendría un mejor futuro en el bel canto.
En 1949, su fiel acompañante “Don Luis” le gestionó su participación en el exitoso programa-concurso “Tribuna del arte”, que el animador y productor Rafael Quiñones Vidal había instituido en la radioemisora WNEL, localizada en el Viejo San Juan. Como era de esperarse, resultó triunfadora en la categoría de Mejor Cantante Femenina. Su premio mayor fue recibir clases formales de Canto como preámbulo a su entrada al profesionalismo. Tuvo como profesores a Jorge Blasco – quien le decía que su voz y su estilo al interpretar eran tan perfectas que no necesitaba tomar clases – y Alfredo Medina. También, por reclamo popular, una presentación en el Teatro Violeta, de su natal Vieques.
Uno de los integrantes del conjunto que acompañaba a los participantes en “Tribuna del arte” era Sotero Collazo, quien también integraba el Trío Los Romanceros de Felipe Rodríguez, que luego se llamó Los Antares. Él le habló de María Esther y sirvió de intermediario para que ambos se conocieran. Luego de eso, ensayaron algo y, como sus voces se acoplaban tan bien, decidieron formar el dúo. Pero, su primer contrato como artista profesional fue en la emisora WMDD, de Fajardo, donde su hermano Héctor era disc-jockey. Fue en un programa diario patrocinado por Colgate-Palmolive que se transmitió entre enero y febrero de 1950, pues el contrato era por dos meses. Después ella se concentró en el dúo con Felipe.
Su compañero en la aventura artística que acababa de emprender – con quien más adelante se envolvería sentimentalmente y se casaría – ya era artista afiliado al sello Discos Mardi, del violinista, compositor e ingeniero Gonzalo “Tato” Ardín Delgado. Logró interesar a éste por el dúo y acordaron que el repertorio que grabarían se nutriría, principalmente, de boleros estándares. Se recuerda que el primer sencillo que ambos grabaron, codificado M-1013, contenía el titulado “Pobre corazón” (del cubano Antonio Machín) y la criolla “Como me besabas tú”, del dominicano Bienvenido Troncoso.
El impacto del Dúo Pérez-Rodríguez desde su debut discográfico fue tan contundente que se hicieron obligadas nuevas grabaciones, unas tras otras: “Mi islita Puerto Rico” (de Ardín); “Nosotros” (de Pedro Junco); “Callejuela (de Pepito Lacomba); “Desvelo de amor” (de Rafael Hernández); “La Bayamesa” (de Sindo Garay); “Noche de ronda” (de Agustín Lara); “Ojos malvados” (de Cristina Saladrigas); “Aquellos ojos verdes” (de Nilo Menéndez) y “Pedacito de cielo” (de José Alberto Jiménez) son apenas una muestra de las selecciones que registraron en 1950.
En enero de 1951 consiguieron un contrato en la emisora WIAC. Allí cantaban cinco días a la semana. Los lunes, miércoles y viernes, de 11:00 a 11:30 de la mañana y, los martes y jueves, a las 3:15 de la tarde. Los sábados y domingos se presentaban en fiestas patronales y en teatros. Para ese mismo tiempo, su hermano Héctor – que después trabajaría también en esta emisora –, había entrado como disc-jockey a WRIO, que ahora es Noti-Uno. Allí creó un programa en el que hizo un concurso para que los oyentes votaran por sus artistas favoritos. Los votos eran chapas de las botellas del refresco que lo auspiciaba. Y no porque tuvieran influencias con él, sino porque el público se volvió loco mandando chapas, fueron los ganadores. Los seleccionaron el Dúo Más Popular.
Los éxitos de aquel año incluyen “Ahora estás a mi lado”, “La gitana mintió”, “Miedo”, “Naufragio”, Tendré que perdonarte”, “Terciopelo”, “Tu partida” y, acompañada por el Trío Los Antares, dos piezas de Guillermo Venegas Lloveras: “Por el camino” – en la que formó dúo con José Enrique Girona, quien posteriormente sería destacadísimo locutor en la radio hispana de la plaza neoyorquina – y “Recuerdos de Navidad”. Además, durante 1951 fueron atracción habitual en el “Radio Club del Monte”, espacio que WKAQ Radio El Mundo transmitía a las 8:30 de la noche. Y, en WIAC eran fijos en “Serenata tropical”, siendo acompañados por el Trío Los Antares.
El 1952 fue transcendental en la corta pero intensa trayectoria del Dúo Pérez-Rodríguez – ya esposos, pues se casaron el 20 de enero de aquel año (establecieron su hogar en el populoso sector santurcino Barrio Obrero) –, porque marcó su instante cumbre…y el principio del fin de la que se vislumbraba imparable estela de triunfos. Obviamente, ambos funcionaban mucho mejor como compañeros en las lides artísticas que como marido y mujer.
Este año, Discos Mardi les editó el primer Long Playing, “Dúo Pérez-Rodríguez” (LP-8), un formato nuevo en nuestro País y en casi toda Latinoamérica, pues el imperante entonces era el sencillo de 78 rpm. Así, posiblemente, nuestra entrevistada se convirtió en la primera cantante puertorriqueña cuya voz quedó perpetuada en un album prensado en Puerto Rico. Quizás alguna otra intérprete se le haya adelantado o lo haya hecho de manera simultánea, pero en tal caso la grabación se habría producido en Nueva York.
Otro detalle curioso y significativo es que, todavía, aquí no se había instituido la costumbre de incluir doce piezas en los LPs (seis por cada lado). Este histórico album, por tanto, sólo incluyó ocho: “Mi cabaña” (de Guillermo Venegas Lloveras); “Piensa en mí” y “Piénsalo bien” (de Agustín Lara); “Inolvidable” (de Julio Gutiérrez); “Aquellos ojos verdes” (de Nilo Menéndez); “La bayamesa” (de Sindo Garay) y las dos que marcaron su estreno en el ámbito del fonograma, “Como me besabas tú” (de Bienvenido Troncoso) y “Pobre corazón” (de Antonio Machín).
Aquel mismo año, el Dúo Pérez-Rodríguez actuó fuera de su tierra por primera vez. Específicamente, en el Teatro Puerto Rico, de Nueva York. En el show participaban los artistas mexicanos Luis Pérez Meza, Raúl René Ruiz “El Enano Tun-Tun” y Famie Kaufmann “Vitola”. También estaba Davilita, el mago Richardine y la orquesta de Manolín Morel Campos.
Ya adelantado 1952, surgieron ciertas discrepancias entre Felipe y Ardín, el dueño de la disquera. Ello desembocó en que el dueto saliera de Discos Mardi y, casi de inmediato, comenzara a grabar con los sellos América y Colonial, de la compañía Puerto Rico Records. Bajo la primera etiqueta se registraron las selecciones “No, corazón” y “Desde que te fuiste” (de Don Felo). Para la segunda, las exitosas versiones del pasillo ecuatoriano “Sombras” (de Carlos Brito) y del clásico norteamericano “Tango azul” (de Leroy Anderson). Luego las referidas etiquetas se consolidaron en la que sería famosa Mar-Vela, bajo la cual quedarían registradas “Ni la distancia”, “No vuelvo más” y, quizás, un par más, porque esta etapa resultó breve. Es importante resaltar el dato de que, en la mayoría de las grabaciones del Dúo Pérez-Rodríguez, destaca el requinto incomparable del pepiniano Rafael Scharrón y la guitarra acompañante, igualmente magistral, de Sotero Collazo.
Tras el divorcio de la pareja, Felipe se concentró en su trabajo con el Trío Los Antares y el éxito que tuvo fue extraordinario. Al punto de que en Puerto Rico ningún otro artista generó un impacto comparable al suyo. Se convirtió en un inmortal, como todo el mundo sabe. También hizo otro dúo, pero fue con Davilita. Por su parte, desde antes de que se separaran, ya ella hacía otras cositas aparte del dúo. Por ejemplo, fue la primera voz original de Los Cuatro Ases y también estuvo con Las Damiselas, de Sylvia Rexach. En ambos grupos fue sustitutuida por Rita María Ortiz.
Como solista grabó cuatro boleros: “Escucha” (de Edmundo Disdier); “Sola” (de Rafael Muñoz); “Tu arrepentimiento” (de Antonio Rafael Seguí) y otro titulado “Llanto Negro”. Pero esas grabaciones se incluyeron en Long Playings del Dúo Pérez-Rodríguez. También grabó unas tamboreras con el conjunto del organista panameño Avelino Muñoz.
En 1954 fue a vivir a Nueva York. Allá grabé otros discos a dúo con Víctor “Chino” Skerret y con Daniel González, ambos muy buenos haciendo la segunda voz. Fueron para el sello Crescioni, de Paquito Crescioni, pero esas grabaciones nunca llegaron a Puerto Rico. Como solista tuvo oportunidad de presentarme en los teatros latinos, especialmente en el Teatro Puerto Rico. También cantó en el New Opera House, en Nueva Jersey. Se mantuvo bastante activa hasta que se casó con Salvador Pérez Medina, padre de sus tres hijos, en 1957. Él era policía. Falleció en el 2005. Sí continuó su carrera, aunque sin la intensidad acostumbrada. Cuando regresó a Puerto Rico en 1960, se retiró definitivamente de la farándula.
De vuelta en su patria, se radicó con su familia en Country Club, Carolina. Entonces consiguió empleo como encargada del Departamento de Préstamos Personales para automóviles y casas, del Banco de Ponce, en San Juan. Luego, junto a su esposo adquirió un tereno en Canóvanas y establecieron su hogar en ese pueblo, aunque después se mudaron a la Urbanización Castellana Gardens, en Carolina. En el Banco de Ponce estuvo hasta 1968, porque su esposo le pidió que no trabajara más porque sus hijos todavía eran pequeños. Desde esa fecha en adelante, dedicó su vida al Señor y a su familia. Fue misionera de la Iglesia de Dios Pentecostal predicando su Palabra en varios países de Latinoamérica.
No volvió a presentarse ante el público. A veces sí lo hacía en actividades familiares, con amigos y su hermano José “Ché” haciéndole la segunda voz. Ninguno de sus tres hijos mostró interés por incursionar en el mundillo artístico. María del Carmen es pastora y Salvador Jr. trabaja como chef en el Hotel Ritz Carlton. La menor, Dalilah, vive junto a ella.
La valiosa aportación artística de esta gran inimitable cancionera al pentagrama puertorriqueño fue reconocida durante el Vigésimocuarto Encuentro de Coleccionistas de Música Popular, celebrado en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Cayey, el domingo 3 de mayo de 2009. Este homenaje fue compartido con el veterano locutor Mariano Artau.
revisión 19/sept/09
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