Fecha de nacimiento
14 de octubre de 1931
Lugar de nacimiento
Caguas, Puerto Rico

Lydia Echevarría, primerísima actriz de la televisión y el teatro en Puerto Rico, poseedora de un talento y aplomo excepcionales, nació como Lydia Echevarría Rodríguez el 14 de octubre 1931, en Caguas. Fue su padre, don Baltasar Echevarría Deveras, músico y saxofonista. Fue su madre, doña Julia Rodríguez Ramos, trabajadora puertorriqueña.
Tuvo dos hermanos por parte de padre y madre, Daisy y Baltasar. Por parte de madre tiene un hermano, Rafael Miranda, quien es músico percusionista. De la rama del arte se han sostenido, además, los nietos de su hermano, que son músicos, y las propias hijas de Echevarría, quienes sobresalieron como actrices y moderadoras de televisión.
Desde muy temprana edad, Lydia Echevarría mostró dones de actriz. Cuando cursaba el primer grado de escuela elemental, recayó sobre la niña declamar el poema de la clase. A partir de ese momento, fue ella quien siempre recitó los poemas en todas las actividades de la escuela.
Por motivos del trabajo de don Baltasar, que tocaba para el cine mudo en el teatro Rialto de Viejo San Juan, la familia Echevarría Rodríguez se mudó de Caguas para la ciudad amurallada. La niña se acostumbró al encanto de vivir en una ciudad suspendida en el siglo 19, y estudió en la escuela Lincoln, frente a la comunidad La Perla, hasta el cuarto grado de escuela elemental.
Cuando sus padres rompieron relaciones, ella se fue a vivir con su madre al barrio Camarones de Guaynabo, donde no había servicio de agua ni de electricidad. Completó su sexto grado de escuela elemental en la escuela Román Baldorioty de Castro de ese pueblo. Allí conoció a Kay Zegly, una maestra de inglés que se dio cuenta de la facilidad de su alumna para los idiomas. Aunque no tomó clases de teatro en ese momento, cada vez que se montaba una obra en la escuela, allí estaba ella, como actriz principal. Doña Julia se encargaba de confeccionar todos los vestuarios y de arreglar la abundante cabellera que siempre la caracterizó.
Cuando la mamá de Lydia contrajo segundas nupcias, la familia regresó a vivir a San Juan, y la niña volvió a estudiar en una escuela Román Baldorioty de Castro, donde, al fin, tomó clases de teatro. El maestro de teatro la llevó a estudiar como oyente un verano al Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico. Allí se encontró con una amiga de su primera niñez en el Viejo San Juan, Miriam Colón. Lydia hizo una audición para Leopoldo Santiago Lavandero. El entonces director del Departamento de Drama quedó tan impresionado, que le pidió aprenderse de memoria, y de un día para otro, la obra “Declaración amorosa” de Anton Chejov, para hacerla en el Teatro Rodante. Ese verano, Echevarría compartió escena con quienes iban a convertirse en los mejores actores y directores de Puerto Rico en las subsiguientes décadas. Entre los mismos: Beco Zayas, Victoria Espinosa, Aida Font, José Luis “Chavito” Marrero, Ángel F. Rivera, Nilda Martínez, Nilda González, Rafael Berlisa, Rafael Enrique Saldaña, María Judith Franco, Ernesto González y Arturo Correa.
Después del verano en la Universidad de Puerto Rico (UPR), y mientras era estudiante en la Baldorioty, la joven actriz trabajó con la compañía Teatro Español de América dirigido por Cipriano Rivas Cheriff. Este último había sido invitado a dirigir el Teatro Rodante de la UPR en 1949, y en 1950 formó esta compañía. Eran también actrices de ese grupo, Gloria Arjona y Mona Marti. El Teatro Español de América presentó obras como “Yerma” y “La casa de Bernarda Alba”, ambos dramas de Federico García Lorca; “La malquerida” de Jacinto Benavente; “Marianela” de Benito Pérez Galdós, y “El alcalde de Zalamea” de Lope de Vega, en el Teatro Tapia de Viejo San Juan. Era la época donde, todavía, se acostumbraba el Fin de Fiesta, al final de cada obra.
De la escuela Baldorioty en San Juan, la joven se trasladó a Estados Unidos para estudiar en Immaculate Conception Convent en Lodi, Nueva Jersey. Las estudiantes eran niñas polacas, y también las monjas. Lydia fue la primera puertorriqueña en ser admitida. Allí, la nueva alumna aprendió polaco, latín, francés, italiano y portugués.
La experiencia del colegio en Nueva Jersey fue muy buena para Lydia, quien era una estudiante excelente. Llegó a ser presidenta de la clase, y aunque no recibió una sola visita en todos los años que vivió allí, la pasó muy bien. Ese mundo llegó a su punto final una vez todas las estudiantes se convirtieron en novicias, y ya no podía compartir con ellas de la misma manera. Al sentirse sola y abatida, y a pesar de no haber terminado el año escolar, doña Julia la fue a buscar. Madre e hija se trasladaron a Nueva York para que Lydia terminara la escuela superior en Estados Unidos. Después de estar poco tiempo en Morrison High School, la estudiante regresó a Puerto Rico y retomó estudios en la escuela Román Baldorioty de Castro en San Juan, de donde se graduó.
Había en la escuela un programa especial para veteranos. Uno de estos caballeros se enamoró de Lydia y, aunque era 11 años mayor que ella, fue correspondido. Mientras la joven era novia de Fernando Luis Cruz, se graduó de escuela superior y se matriculó en la Universidad de Puerto Rico. Allí, según palabras de la propia Lydia, tuvo profesores excelentes. Aunque la universitaria miraba el teatro universitario de lejos, jamás lo pisó. Pensaba que no iba a ganar dinero como actriz, de modo que optó por el magisterio. Al graduarse de la Universidad, fue a enseñar a una escuela elemental en Vega Baja. Para llegar al trabajo, usaba diariamente la transportación pública desde el área metropolitana. Estuvo solamente un año dando clases en Vega Baja, porque se casó. En 1952, nació su primer hijo, Luis Alberto Cruz Echevarría; eso la colmó de felicidad.
Lydia se había mantenido haciendo radio en distintas emisoras del área metropolitana, desde que estudiaba la escuela superior. Fue entonces que conoció a quienes fueron sus amigas de toda la vida, Lucy Boscana y Madeline Willemsen. También, entabló fuertes lazos de amistad con Nilita Vientós Gastón, Piri Fernández y Walter Mercado.
La actriz combinaba su trabajo en radio con presentaciones de teatro clásico y teatro popular. De esta manera, trabajó junto con Braulio Castillo y Rosaura Andreu en “La hacienda de los cuatro vientos” de Emilio Belaval, en el Primer Festival de Teatro Puertorriqueño, auspiciado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1958.
Lydia Echevarría protagonizaba las radionovelas producidas por Esther Palés para WKAQ. Cuando en la década de 1950 comenzaron las telenovelas en Puerto Rico, producidas también por Palés, Lydia y muchos actores y técnicos que hacían radionovelas con la insigne productora, pasaron a ser actores y técnicos de telenovelas por el canal 2. Entre los títulos de estos clásicos de televisión que hizo Echevarría están “María Mercé la mulata” y “Recordar”. Además, hizo comedias de televisión exitosas junto a actores como Walter Buzó. Fue un momento de gloria para Puerto Rico, cuando se hacían aquí los mejores doblajes de películas extranjeras, equipo al cual también perteneció nuestra actriz.
Mientras hacía radionovelas, la actriz conoció a Luis Vigoreaux, musicalizador de la emisora para entonces. Luis y Lydia se enamoraron y se casaron el 10 de febrero de 1960. Llegaron a convertirse en la pareja querendona del pueblo de Puerto Rico. En 1964 nació la hija mayor de la pareja, Glendaly, y en 1965, nació Vanessa, la menor.
El matrimonio esperó cuatro años para tener un hijo por razones de trabajo. Mientras estuvo en WKAQ radio, Luis Vigoreaux comenzó a trabajar en el Show Libbys. De la noche a la mañana, Lydia y Luis eran productores en el canal dos. Fueron los primeros en montar un show de juegos, que llamaron “La hora cero de día”. A pesar del éxito rotundo del programa, Telemundo lo sacó del aire. Una semana después, Héctor Modestti los llamó a trabajar en canal 4, que entonces estaba en Puerta de Tierra. En WAPA TV, se unieron a Modestti, a Mario Pabón y a Cristóbal Berríos para producir telenovelas y otros programas. El trabajo mantuvo a la pareja unida, y sumamente ocupada hasta que, inesperadamente, tuvieron el aviso de la cigüeña, y Lydia tuvo que detener los compromisos por un tiempo breve. Fue la primera niña que tuvo el productor, quien había perdido uno de sus hijos tiempo antes del nacimiento de Glendaly.
Cuando WAPA TV mudó los estudios a Guaynabo, la pareja se mudó de Miramar a la calle O’ Neill de Hato Rey, justo al lado de la soprano puertorriqueña Rina de Toledo. Fue en los nuevos estudios de Guaynabo que comenzó, en 1963, el programa “Luis Vigoreaux presenta”. A fines de la década de 1960, y para enfrentar los cambios propios de cada década, empezaron a producir programas distintos los fines de semana. En la década de 1970 comenzó el programa “Sube nene sube”, los viernes, desde Plaza Las Américas. Tuvo tanto éxito, que empezó a transmitirse los sábados con un nuevo nombre: “Pa'rriba, papi, pa'rriba”. Un poco después, surgió el programa moderado por las hijas del matrimonio: “Dale que dale en domingo”.
Fueron muchos los años prolíferos para los Vigoreaux Echevarría y el público compartía esos éxitos con emoción. Entre los múltiples compromisos de familia, no fallaban las esperadas 24 horas de la Distrofia Muscular con Jerry Lewis. Por muchos años fueron los moderadores de la Parada Puertorriqueña de Nueva York. En la misma década, Luis Vigoreaux y Lydia Echevarría crearon la empresa de producciones CVC. Viajaron mucho al extranjero representando a Puerto Rico, ya fuera a recoger premios, a buscar artistas, y como invitados a grandes eventos.
Aunque no le sobraba tiempo, Lydia se las arregló para hacer buen teatro. Hizo obras como “Quién le teme a Virginia Wolf” de Edward Albee; “El hombre, la bestia y la virtud”, de Luiggi Pirandello, y “Deseo bajo los olmos”, de Eugene O'Neill.
Cuando estaba finalizando la década de 1970, la empresa CVC se fue al canal 11 y compró el teatro New San Juan en Santurce, desde donde trasmitían sus programas. Esto duró poco tiempo, antes de que la empresa estuviera de regreso a WAPA TV.
Cuando empezó la década de 1980, el matrimonio comenzó a distanciarse; Lydia dejó de producir con Luis. Con todo, hizo como actriz novelas en el canal 4, entre las mismas “Vivir para ti” y “Yo sé que mentía”. Hizo también novelas en Telemundo como “Rojo verano”, “El ídolo”, y “Viernes social”. Actuó en importantes estrenos de teatro, como “Escambronado” de Premier Maldonado; “Maten a Borges” de Luis Torres Nadal; “La actriz” de Luis Torres Nadal; “Doce paredes negras” de Juan González; “Los soles truncos” de René Marqués; “Vejigantes” de Francisco Arriví; “Arriba las mujeres” de Manuel Méndez Ballester; “Confinadas (Mantis Religiosa)” de Lorenzo Piriz Carbonell, y fue galardonada con reconocimientos y premios como el Alejandro Tapia y Rivera.
La fatalidad golpeó a Lydia cuando en 1983 murió quien todavía era su esposo, Luis Vigoreaux, y fue acusada de su asesinato. Los primeros cargos que se le radicaron a la actriz, en septiembre de 1984, fueron desestimados. Sin embargo, se continuó el proceso por los cargos radicados en abril de 1985. Este proceder judicial fue algo sumamente extraño y sin precedentes en Puerto Rico. Después de cumplir 11 años de prisión por un crimen que, hasta el sol de hoy, la actriz alega inocencia, el ex gobernador Pedro Rosselló le dio un indulto en enero de 2000.
Lydia Echevarría regresó al teatro en 2001 para escenificar la obra “Confinadas”, esta vez junto con su hija Vanessa. La actriz retomó entonces su carrera con dignidad y excelencia, laborando en producciones como “La casa de Bernarda Alba” (en Puerto Rico y en Nueva York) “Yerma”, “Bodas de sangre”, las tres obras anteriores de Federico García Lorca; “La divina prostituta” de José Luis Martín Descalzo; “Tres boleros de pasión” de Harvey Fierstein y “A dos cincuenta la cuba libre” de Ibrahim Guerrerra. Hizo también películas como “Doña Ana”, en 2003, y “Life During Wartime”, en 2009.
En julio de 2008, Lydia recibió otro golpe sin piedad: la muerte de Glendaly, su hija mayor, en Arizona. Después del servicio fúnebre de su hija y con el corazón hecho trizas, la actriz continuó con su vida.
Cuando los huracanes Irma y María destrozaron a Puerto Rico, en 2017, hicieron también estragos con la casa de Echevarría. Como el vecindario no tenía los servicios de agua ni luz, lo que se prolongó durante un año, se fue a vivir con su hija Vanessa a Indiana. Herida nuevamente por la tragedia, Lydia regresó a Puerto Rico en 2018, para enterrar a su hijo mayor Luis Alberto Cruz Echevarría. Esto la devastó. En febrero de 2020, a una o dos semanas de comenzar el cierre en Puerto Rico por la pandemia ocasionada por el Covid 19, Lydia regresó a Indiana, donde lleva una vida tranquila con su hija Vanessa.
Lejos de pensar en el final de su carrera, la actriz, quien se ha sometido a cinco operaciones por una rodilla, siente nostalgia por el sol de su tierra, y espera el momento de volver a hacer teatro, cine y televisión.
Alina Marrero
Fundación Nacional para la Cultura Popular
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