Fecha de nacimiento
28 de diciembre de 1925
Lugar de nacimiento
Aguirre, Puerto Rico
Fallecimiento
6 de febrero de 2006 en San Juan, Puerto Rico

La Navidad de 1925 estaba en pleno apogeo cuando un 28 de diciembre nació en Ponce una niña de nombre Esther. Contaba entonces su padre que la infanta era tan pequeñita que bien cabía en una caja de zapatos. Pero lo que el entonces jefe de mecánicos de la Central Aguirre apenas sospechó fue que aquella niña, que tan orgullosamente cargaba entre sus brazos, estaba destinada a ser toda una primera actriz del campo artístico nacional.
Desde sus años de infancia hasta su etapa juvenil, Esther González fue hija única de unos padres sumamente estrictos. Creció en el sector de Aguirre dentro de un hogar cristiano. Allí supo lo que era vivir la armonía familiar aún cuando las creencias protestantes de su padre y su tía fueran el polo opuesto de las doctrinas católicas que profesaban su madre y su abuela.
A los 16 años la joven Esther se graduó de la Escuela Superior de Salinas con la ambición de iniciar estudios universitarios en medicina. Sin los medios económicos para poder costear su sueño, y ante la negativa del padre en permitirle trasladarse sola a los Estados Unidos para estudiar, Esther decidió tomar cursos secretariales en el Colegio Percy de Ponce.
En la Ciudad Señorial consiguió trabajo de correctora de pruebas a tiempo parcial en el periódico El Día. Ya a las pocas semanas de estar allí laborando comenzó a desempeñarse como secretaria del director, don Emilio Huyke. Expuesta a los medios de comunicación masiva, poco tardó la joven en realizar una prueba de locución en la emisora WPAB de Ponce. Así inició carrera como libretista de radio y como conductora de un programa dedicado a la mujer. Allí comenzaría sus pininos en los espacios dramáticos que entonces transmitía la emisora ponceña.
Cuando en 1949 Esther le comunicó a sus padres que abandonaría sus estudios secretariales para probar suerte en el mundo profesional como artista, su familia puso el grito en el cielo. Aún así, la joven determinada en su afán, aprovechó una oferta y llegó a la Capital para actuar en las producciones de WEMB Radio El Mundo.
En los estudios de la emisora que entonces estaba ubicada en el Viejo San Juan,
Esther comenzó de inmediato su labor en las radionovelas que dirigía la actriz argentina Queca Guerrero, quien fue la que le bautizó profesionalmente con el apellido Sandoval. Así, con la compra de WKAQ Radio por parte de don Angel Ramos, Esther pasó a trabajar en el radioteatro de la emisora en Santurce. Y con la llegada de la televisión a Puerto Rico, la actriz fue uno de los primeros talentos en ser reclutados por el nuevo medio masivo de comunicación.
En 1954 protagonizó “Ante la ley”, primera telenovela que se transmitió por televisión en el País. En este melodrama, donde actuaron figuras como Lucy Boscana, Miguel Ángel Álvarez, Ulises Brenes, Rafael Enrique Saldaña y Mona Marti, Sandoval fue la recipiente del primer beso televisivo de una telenovela boricua. El realismo de aquella escena junto al galán Mario Pabón causó revuelo en la sociedad de aquel entonces. Pero, más allá de la reacción inicial de los sectores más conservadores, nada pudo detener el paso ascendente de Esther Sandoval en el arte popular.
En la pantalla chica encabezó, junto a Rafael Enrique Saldaña, el espacio de unitarios “La hora Camay” que transmitía el canal Dos de Telemundo. De igual forma laboró en innumerables melodramas de la época. Simultáneamente entró por la puerta grande al teatro del brazo del actor español Luis Prendes, debutando en la obra “Sábado del pecado”, que protagonizó junto al propio Prendes y el también actor español Ricardo Palmerota, en el Teatro Tapia de San Juan.
Entre radio, teatro y televisión Esther Sandoval fue convirtiéndose en una de las figuras de mayor reconocimiento en la escena nacional. Pero cuando la actriz necesitó espacio para su vida personal, se marchó a Nueva York en busca de un cambio de ambiente.
En la Gran Urbe actuó con la compañía del fenecido actor puertorriqueño Ramón Rivero (“Diplo”), así como participó con figuras como Sara García, Carmen Montejo y Ernesto Alonso en la producción “La Muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo” que se escenificó en el Teatro Puerto Rico de Nueva York. Igualmente laboró en “Donde está la luz” en la etapa inicial del Nuevo Círculo Dramático de Roberto Rodríguez y Miriam Colón. Posteriormente, Esther estableció junto a Vicki Cortés su propio teatro experimental en el hotel Lucerna. Allí presentó piezas como “Del brazo por la calle”, “Condenado” y la obra “Té y simpatía”, en esta última contando con las actuaciones de Dean Zayas y Horacio Olivo.
A su regreso a Puerto Rico en 1959 el trabajo no le faltó en las tablas. Con la llegada de la década de 1960 actúa en obras como “Bodas de sangre”, “La novia”, “Lecho nupcial”, “Todos los hijos de Dios tienen alas”, “Un tranvía llamado deseo”, “Santa Juana de América”, “Tiempo muerto” y “Los soles truncos”. Durante esta
etapa la crítica especializada aplaudió fuertemente sus caracterizaciones de “Beatriz Serrano” en “Mariana o el alba” y “Serafina” en “La rosa tatuada”.
Simultáneamente, en época en que la industria del doblaje era taller constante para los actores en Puerto Rico, la voz dramática y profunda de Esther Sandoval matizó en el vernáculo español las actuaciones de actrices como Joan Crawford, Barbara Stanwyck y Rosalind Rusell. Esto sin postergar su labor en telenovelas como fueron las producciones “Historia de mi vida” (1963) y “Una ventana al cielo” (1965) transmitidas ambas por el Canal 2 de Telemundo.
Con el asomo de la década de 1970, Sandoval continuó cosechando aplausos por sus actuaciones en piezas como “Los ángeles se han fatigado”, “Las criadas”, “Espectros”, “Delito en Isla de Cabras” y “Doce paredes negras”, este último, intenso drama del actor y dramaturgo Juan González-Bonilla que protagoniza junto a la recordada Myrna Vázquez.
En la televisión actuó en innumerables telenovelas como “Los dedos de la mano” (1979), “La otra mujer” (1978) y “Anacaona” (1979). Pero fue su caracterización de “Rosaura Alsina ” en la producción “Cristina Bazán” (1978) una de los más recordadas por los televidentes. Tanto impacto tuvo entre el público que en una ocasión una anciana, al verla en un supermercado, intentó agredirla con una sombrilla por el realismo que la actriz le impartía a su rol de villana.
Establecido su valor en teatro y televisión, era de esperar que en el cine Sandoval también dejara su huella. Ciertamente Esther laboró en varias cintas que se rodaron en Puerto Rico entre las d écadas de 1960 a 1970. Pero su consagración definitiva en la pantalla grande se dio en 1980 cuando protagonizó el segmento fílmico “La gran noche” para la película “Dios los cría” de Jacobo Morales. En una memorable actuación que es escuela para todo amante del arte dramático, Esther Sandoval no necesitó parlamentos para ofrecer sólo con su rostro una actuación magistral. Ante ello, en el Festival Nuevo Cine Latino de La Habana, donde compitieron 136 largometrajes, la actriz puertorriqueña fue distinguida con el Premio Coral por su actuación en el legendario filme.
Mujer de personalidad recia y de principios inquebrantables, en 1981 Esther fue objeto de un homenaje nacional en la celebración de sus 35 años en el arte. Mas a pesar del reconocimiento, sus oportunidades en el medio artístico del País fueron disminuyendo paulativamente . Aún así, actuaciones en obras como “El hombre elefante”, que en 1984 produjo Candilejas, reafirmó su fuerza en los escenarios nacionales. Mientras, su labor en dramática en la pantalla chica se circunscribió a “La jibarita” (1980), “Amar es vivir” (circa 1982), “Tiempo de vivir” (1985), “Escándalo” (1986) y el exitoso unitario “Las divorciadas'', entre otras.
En esta etapa de su carrera, cabe destacar que en 1983 viajó a Buenos Aires donde interpretó el personaje de una multimillonaria llamada “Doña Bárbara” en la telenovela “Una chispa de amor”. Allí, durante su estadía, se le concedió el carnet número 9,845 de la Sociedad Argentina de Actores, cosa que pocos artistas extranjeros han logrado.
Con el asomo de la década de 1990, nuestra primerísima actriz comenzó a confrontar quebrantos en su salud. Pero antes de su retiro de la actividad cotidiana, Esther Sandoval reafirmó su inquietud por el desarrollo del arte en las nuevas generaciones a trav és de su labor como Actriz Residente, el centro educativo American University.
rev 5-jul-06
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