Ana Otero Hernández

Pianista, Compositora y Profesora de Música



Fecha de nacimiento
24 de julio de 1861


Lugar de nacimiento
Humacao, Puerto Rico


Fallecimiento
3 de abril de 1905 en San Juan, Puerto Rico

A esta insigne pianista y compositora hay que recordarla no sólo como una de las primeras féminas que se dedicó por completo a la música en nuestro País, cultivando tanto el género clásico como los aires populares, sino también como la primera que alcanzó categoría de estrella nacional logrando, incluso, sendos triunfos como concertista en Estados Unidos, Latinoamérica y Europa.

Ana Otero Hernández apenas contaba cuatro años de edad cuando su padre, el reputado profesor de música Ignacio Otero, la inició en el aprendizaje del piano. Ya adolescente, convertida en una pianista competente, alternó sus grados académicos regulares con su desempeño como instructora de los alumnos principiantes en la academia que su progenitor había establecido en 1860. Más adelante, sin abandonar su labor como maestra, formalizó su actividad como concertista convirtiéndose en frecuente atracción en eventos culturales y sociales. Tantos eran los halagos que recibía por parte de los círculos intelectuales por sus admirables interpretaciones, que se le organizó una gira por varios municipios encaminada a recaudar los recursos económicos que le permitieran proseguir estudios musicales avanzados en algún conservatorio europeo.

Aquel recorrido es recordado por el historiador ponceño Pedro Malavet Vega, quien en la página 345 de su abarcadora obra "Historia de la canción popular en Puerto Rico (1493-1898)" apunta que, entre el 14 de febrero de 1886 y abril de 1887, realizó una gira artística que cubrió Arecibo, Fajardo, Guayama, Manatí, Mayagüez, Ponce, San Germán, San Juan y Yauco. También, que entre su repertorio incluyó danzas, guarachas, mazurcas y valses. Citando a Edgardo Díaz Díaz en un escrito de éste aparecido en la Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña (edición abril-septiembre de 1986), agrega:

"Del repertorio puertorriqueño, ella incluyó un "Vals de concierto" y la danza "No me toques", ambas obras de Juan Morel Campos; una "Mazurka brillante", dedicada a ella por el compositor, maestro y comerciante Ramón Sarriera, y un "Potpurrí de aires del país", de Manuel G. Tavárez".

En la página 346, comenta que el recital que presentó en Arecibo en noviembre de 1886 fue memorable. Reproduciendo la reseña publicada por el periódico arecibeño "El Publicista", el 14 de noviembre, apunta:
"Concluida la función, fue llevada triunfalmente a su casa a los acordes de la danza "La Borinqueña", himno patriótico con que nosotros acostumbramos festejar a nuestros grandes acontecimientos y en cuyas notas se advierte algo de la melancolía que caracteriza a nuestros guajiros".

Luego de la citada gira, Ana Otero Hernández marchó a Barcelona, España, en cuyo conservatorio permaneció poco tiempo, pues optó continuar su perfeccionamiento en el París. En esta institución, entonces reconocida como la más prestigiosa del mundo entre las de su especialidad, fue discípula de Antoine Francois Marmontel, Damien Tissot y M. Toandau. Al concluir sus estudios, permaneció algún tiempo en Europa, pues le surgieron oportunidades para ofrecer conciertos en Barcelona y Madrid (España) y en Francia. El que presentó en la Salle Pleyel, de París, en 1889, le mereció altos elogios de la crítica.

Al regresar a Puerto Rico, a principios de 1890, reanudó sus actividades como maestra y concertista. En 1892 ofreció triunfales conciertos en Caracas, San José (Costa Rica) y las ciudades norteamericanas de Nueva York, Baltimore, Boston, Chicago y Filadelfia. Durante el período 1893-1896 se mantuvo muy activa escenarios internacionales, al cabo del cual y, a raíz del fallecimiento de su progenitor, decidió permanecer definitivamente en su patria. Es importante recalcar el dato de que, más que sumar lauros a su carrera, lo que más la estimulaba a realizar aquellas giras era el deseo de granjearse los fondos necesarios para establecer su Academia de Música Otero, en San Juan, que sería la más prestigiosa de Puerto Rico durante la primera década del Siglo 20. Porque siempre imperó en ella la vocación de maestra. Tal sueño se vio plenamente materializado con la apertura de un salón sede en 1901, aunque ya ella contaba con varios alumnos a quienes impartía clases particulares. Aquí contó entre sus discípulos a Monsita Ferrer, Rosa Galiñanes, Julia Otero, Alicia Sicardó y varios otros pianistas que se consagraron a la enseñanza. Algunos se destacaron como concertistas.

Respecto a su faceta autoral, su obra incluye varias danzas, entre las que sobresale la titulada "Un atrevimiento"; piezas para piano y alrededor de una veintena de valses, siendo "Premiere pensée" y "Vals concierto", sus composiciones más conocidas. Juan Morel Campos le dedicó la danza "Anita".

Falleció en San Juan, el 3 de abril de 1905. Su academia continuó operando, dirigida por otros profesores, hasta 1909.


Autor
Miguel López Ortiz para la Fundación Nacional para la Cultura Popular
Nota
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