Por Edgar Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El director, guionista y editor cinematográfico cubano -radicado en Madrid, España- Pavel Giroud participa en el Festival de Cine Internacional de Puerto Rico, celebrándose en Fine Arts Cinema Café Miramar.
Giroud ofreció un conversatorio la tarde del sábado 2 de septiembre en el vestíbulo de Fine Arts Cinema Café Miramar, en San Juan.

Hasta el momento de su encuentro con el público su obra fílmica no había sido exhibida, porque hubo problemas técnicos, pero esperaba que ocurriera antes de culminar el Festival, dirigido por el cineasta José Artemio Torres.
Minutos antes del conversatorio “El cine cubano en Cuba y el exterior”, Giroud dialogó con la Fundación Nacional para la Cultura Popular, resaltando la experiencia que ha tenido durante estos días en Puerto Rico. “A nivel humano me ha ido muy bien, como también con la gente del Festival. Hemos tenido un accidente. Nuestra película no se ha podido proyectar (la noche del viernes) por un problema técnico. Pero espero que sí se pueda exhibir ya que el lunes me voy temprano en la mañana”, apuntó sobre la producción que sí se proyectará, hoy (domingo 3) a las 7:00 de la noche.
Destacó que “la película no tiene filmación; está hecha con material de archivo. Tengo un material que guía toda la historia que es la confesión de Berto Padilla, un gran suceso que cambió la historia de la intelectualidad iberoamericana. Un material que estuvo enclaustrado durante más de medio siglo en las arcas más inaccesibles del Instituto de Cine Cubano, muy bien custodiado, pero se supo que en algún momento se hicieron unas copias en los años ’80 y una de ellas llegó a mí. Digamos que ese es el material que guía mi historia”.
El editor cinematográfico abundó que “está complementado con otro material en archivo que he ido buscando en las filmotecas europeas, latinoamericanas… Estuve dos años armando el documental porque, claro, muchas veces el archivo que utilizaba luego no podía acceder a éste por temas de derecho y cosas así”.

“El caso Padilla”, ganadora del Premio Platino a la Mejor Película Documental Iberoamericana (2023), fue estrenada en el Festival de Telluride y luego en San Sebastián. En el documental, de 78 minutos, que se desarrolló en La Habana, durante la primavera de 1971, el poeta Heberto Padilla acaba de ser puesto en libertad y comparece ante el gremio de escritores cubanos donde entona una “sentida autocrítica”, se declara agente contrarrevolucionario y acusa de complicidad a muchos de sus colegas allí presentes, entre ellos, su esposa. Un mes antes, su arresto bajo la acusación de atentar contra la seguridad del estado cubano movilizó a la vanguardia intelectual del mundo entero, que dirigió una carta a Fidel Castro exigiendo la libertad del poeta, cuyo único pecado fue disentir a través de su obra poética. El mea culpa del escritor, cuya grabación se muestra por primera vez al público, marca la línea narrativa de una historia en la que aparecen testimonios de Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa, Jean-Paul Sartre, Jorge Edwards y Fidel Castro.
La musicalización estuvo a cargo de Pablo Cervantes, y sonido de Vanessa Carvajal, Anto Molina y David Rodríguez.
La casa productora de “El caso Padilla” es española.
El cine cubano ayer y hoy –
Más que una conferencia, Pavel Giroud prefirió mantener una conversación directa con José Artemio Torres, director ejecutivo del Festival de Cine Internacional de Puerto Rico, y responder a preguntas realizadas por algunos de los asistentes. Comenzó admitiendo que el cine cubano “ha cambiado mucho”, provocado por los sucesos históricos.

Recordó que en el 1959 triunfó la Revolución Cubana, estableciendo la primera ley cultural sobre la creación del Instituto de Cine lo que, según dijo, les funcionó, “por ser una manera de propagarla por el mundo a nivel de imagen. Las primeras películas relatan la épica, con firmas de grandes cineastas”.
Luego en los años ’80, a raíz del descalabro de una película llamada ‘Cecilia’ de Humberto Solás -que se pasó en presupuesto y en tiempo de filmación, con un descontrol absoluto- hubo un cambio de mando, fomentándose entonces un cine popular, con muchas comedias que funcionaban muy bien en la taquilla. “Una película cubana que metía en las salas de cine unas 500 mil personas era un fracaso. Todas tenían más de un millón de espectadores, ¡una cosa increíble! Fue así como yo empecé a identificarme con el cine cubano”, afirmó.
Puntualizó que a finales de los ’80 y principios de los ’90 vino el descalabro en el campo socialista en Europa del Este, que era el principal soporte del Gobierno cubano y ahí el cine decae completamente en su producción, no en su calidad. Giroud comentó que encontraron la variante de hacer coproducciones con España y Francia. “Gracias a eso se salva la producción de cine, pero en su mayoría eran muy similares. Siempre había un español en las historias y había que explicar por qué estaba”, sostuvo.

Ya a finales de los ’90 y principios de los años 2000 entró la generación de Pavel Giroud junto a un cambio tecnológico que le favoreció. “Yo empiezo a hacer cine en un momento en que viene lo digital y ya podías con una camarita y tu computadora hacer un cortometraje… Soy un poco culpable del cine independiente cubano en el sentido de que, aunque ya existía desde mucho antes entre los jóvenes, yo uso por primera vez ese término en un cartel de un cortometraje mío que se iba a exhibir en un festival de la Habana, generando un problema”, explicó.
El director habló, entonces, de la muestra de cine joven en la que unieron algunos realizadores. Ahí surgió el filme “Tres veces dos”, en el que Pavel escribió y dirigió una de las tres historias que lo componen. Fue premiado con el Zenith de Plata a Mejor Opera Prima en el Festival de Cine de Montreal. Ese acierto le permitió hacer posteriormente su primer largometraje en solitario, “La edad de la peseta”, candidata a los Premios Oscar y nominada al Goya como Mejor Cinta Iberoamericana. Fue estrenado en el Festival Internacional de Cine de Toronto y recibió elogios en numerosos festivales alrededor del mundo. Pudo trabajar para ese momento con el Instituto de Cine Cubano, pero se negó a ser parte de la plantilla y él buscaba el financiamiento. Luego hubo una ruptura frontal, precisó.

Sobre su cinta “El acompañante”, completamente independiente, intentó buscar fondos internacionales, sin embargo, debía tener el certificado de nacionalidad de su país, lo que no ocurrió por 10 años… Fue Panamá el país que accedió a representarla. Se hizo una película en coproducción con Panamá, Colombia, Venezuela y Francia… A la par surgieron otros realizadores.
Recalcó que el cine cubano que llegaba para ese momento a los festivales era el independiente. En la actualidad se puede hablar, según dijo, del cine cubano independiente y el cine de la diáspora.
Aseguró que en España, donde reside, hay una gran concentración de jóvenes cineastas de Cuba. “El cine cubano se ha esparcido; es muy diferente al que había antes”, sentenció.
Giroud aseguró que los cineastas cubanos son como un ejército, porque son muy unidos ante lo que consideran injusticias.
Al momento, analiza ofertas para dirigir dos películas.