Por Vicente Toledo Rohena
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Luego de la exitosa producción discográfica del bajista, compositor y arreglista Carlos Henríquez ‘The South Bronx Story’ (2021) es entendible que sus seguidores aguardaran por otro trabajo fuera de serie. El músico nacido en el sur de Bronx y de padres puertorriqueños, no se quedó de brazos cruzados. Adornó con pinceladas sabrosas, su jazz latino y tradicional; salpicado con salsa para legar un trabajo extraordinario con ‘A Nuyorican Tale’ (2023).
El suculento manjar musical etiquetado al estilo de Henríquez muy bien pudiera dar seguimiento a su disco de 2021 -reconocido entre las 20 producciones más destacadas del año- por la Fundación Nacional para la Cultura Popular; y también, nominado al premio Grammy.

Durante las últimas dos décadas, el bajista brilla como músico de ‘Jazz at Lincoln Center Orchestra’; y apuesta a su propuesta de jazz condimentada con sofrito boricua y latino. Gran parte del trabajo como solista se basa en el orgullo de su herencia puertorriqueña.
En este nuevo trabajo ‘A Nuyorican Tale’ vuelve a contar con la genial colaboración de Robert Rodríguez (piano y Fender Rhodes), Mike Rodríguez y Terrell Stafford (trompetas), Melissa Aldana (saxofón tenor), Marshall Gilkes (trombón), Obed Calvaire (batería), Anthony Almonte (percusión y coro) y Jeremy Bosch (voz y flauta).
Su creatividad al momento de componer y arreglar se deja llevar, por esa atención a la experiencia como nuyorican. Basándose específicamente en las familias que migraron a Nueva York y al sur del Bronx desde Puerto Rico. El mensaje melodioso lo aplica en los nueve temas, donde a través de las notas y el pentagrama ofrece una lección de historia reveladora; sin perder de perspectivas problemáticas sociales como el asunto racial y la lucha de otras batallas.
La producción ‘rompe el hielo’ con el corte ‘Nuyorican Souls’ un tema donde cruza una amalgama de sonidos con la base de jazz latino, tradicional; y hasta se pudiera decir que su toque de salsa. Un mágico juego de voces corales (Bosch y Almonte) y solos exquisitos de trompeta; Aldana (saxofón) y Rodríguez en Fender Rhodes (de manera colosal). Al fina de la pieza, Jeremy Bosch (flauta) emplea una improvisación refrescante donde los fraseos melodiosos-rítmicos nos traen el recuerdo del inolvidable Dave Valentín.

‘Bodegas Groove’, brinda un paseo musical por ‘la bodega’ en que creció Henríquez. Rico y guapachoso cha-cha, donde el contrabajo se destaca con un sensacional y llamativo solo. El trompetista Stafford se luce de forma espectacular.
‘Latin Jazz Gemini’ tiene su dosis de soul, funk y el sonido eléctrico de Henríquez (bajo eléctrico) y Rodríguez (Fender Rhodes). Nuevamente y con sutileza Bosch (flauta) expone su sonido.
En ‘Afro-Monk’ se escucha la combinación perfecta de jazz tradicional con toque afrocubano en 6/8 donde brilla el talento creativo como compositor del bajista; que utiliza la pieza para rendir homenaje al pianista norteamericano Thelonius Monk. Al mismo tiempo, se ofrenda magistrales solos de contrabajo y piano; más el destaque de Guilkes (trombón) y Calvaire (batería).
El ‘smooth jazz’ llega y baja revoluciones con ‘My isla bonita’. Una balada-bolero dedicado a su terruño. ‘Chankalet’s Blues’ continúa apuntando hacia el jazz tradicional; hasta ‘Robert’s Red Line’, el cual se basa en los problemas que enfrentó la Gran Urbe, cuando el urbanista Robert Moses cambió Lincoln Square. Hecho real sobre la línea roja de la ciudad de Nueva York; y cómo el gobierno calificó a San Juan Hill como barrio pobre.
‘Ritmos 53’, que se enfrasca en bomba jazz, antecede a un rico final con ‘Winds of Change’ pieza bien característica del estilo de Carlos, capaz de mezclar en las dos vertientes acostumbradas (jazz tradicional y latino) que desemboca finalmente en un mazacote con fabuloso repique de la batería; mucha clave y sabor. Otro trabajo de excelencia de Carlos Henríquez que no sorprende, porque su calidad es inmensa.