Doble dosis para románticos incurables…

Álvaro Torres y Lourdes Robles protagonizaron el concierto ‘Dos eternos enamorados’ que se presentó el domingo a casa llena en en el Centro de Bellas Artes de Santurce.
Álvaro Torres y Lourdes Robles fueron recibidos con efusividad por el público que colmó la Sala Antonio Paoli. (Foto suministrada)

Por Javier Santiago
Fundación Nacional para la Cultura Popular

Los amantes de la balada romántica separaron la tarde del domingo 6 de agosto, para llenar a capacidad una función que marcaba el regreso de Álvaro Torres a Puerto Rico. La cita era en la Sala Antonio Paoli, del Centro de Bellas Artes de Santurce. El escenario, que el artista salvadoreño conoce al detalle por sus exitosas actuaciones en otras épocas, tendría como invitada a una de las voces privilegiadas de Puerto Rico: Lourdes Robles. Así, “El Último Romántico” compartió estelares con “La Más Querida”. Y los incurables salieron de oro al recibir una buena dosis de baladas de entrega, despecho y olvido.

La voz de Lourdes se lució en grande en este regreso a Bellas Artes. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)

El viaje comenzó prácticamente dentro de la puntualidad. A las 6:13 de la tarde Lourdes Robles abrió el espectáculo bajo una avalancha sonora de aplausos. Sobre el escenario seis músicos de excelencia y un coro, comandados por el maestro Jorge Laboy, enmarcaron la presentación de la artista que reinó a sus anchas de principio a fin en casi hora y media de actuación.

Los adjetivos se quedan cortos para describir lo que fue una nueva noche de conquista para “La Más Querida”. Lourdes cautivo con su sencillez, elegancia, dominio y proyección escénica. Si bien allí contaba con un público incondicional, la artista no descansó sobre esos laureles. Su interacción con ellos fue mágica, espontánea, jovial y genuina.

Mejor aún… sobre todos sus atributos, su voz se proyectó en grande. Con un repertorio cargado de temas que exigen maestría en la ejecución vocal, la cantante probó que su dedicación y disciplina siguen dando frutos ante su impresionante registro como intérprete.

La artista lució impecable con vestuario del diseñador Reynaldo José. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Bajo ese marco, los aplausos más sonoros para la artista se suscitaron en interpretaciones como “Qué lástima”, “Dónde se ha ido tu amor”, “Débil del alma”, “Todo me habla de ti”, “Corazón en blanco”, “Lo amo”, “Es él”, “Amaneciendo en ti”… hasta desembocar en el impostergable himno del in crescendo “Abrázame fuerte”.

A tono con esta lista, Lourdes concluyó hora y media de canciones, dejando la tarima peligrosamente encendida. Tras un breve receso, “El Último Romántico” se dispuso a plantar bandera sobre el escenario… Claramente para Álvaro Torres asumir ese espacio candente pudo haber sido un reto difícil. Pero aunque el cantante no es figura de personalidad fogosa, hay que reconocer que su don de gente le compensó en este regreso de conquista tras siete años de ausencia.

Álvaro Torres, como buen caballero, sin titubear ante el reto, abrió su extenso expediente de éxitos para evocar el sentido de nostalgia en los presentes. Entre canción y canción compartió con el público como si de un encuentro entre amigos se tratara.

Y el amigo Álvaro cumplió con su encomienda. Éxitos tras éxito tuvo como aliado el mejor de los coros: el público allí presente. Para algunos escucharlo hablar no era lo importante; ellos lo que querían era escuchar sus canciones… Petición que con una u otra novedad, el cantante compensó con creces.

Los éxitos se pasearon por la sala ante los románticos incurables que parecían revivir vivencias con cada uno de ellos. “Tú mejor amigo”. “Te dejo libre”, “Ni tú ni ella”, “Te va a doler” y “Hazme olvidarla” fueron algunos de los títulos que estimuló al exigente coro de los soberanos. Junto a ellos, el impostergable “Nada se compara contigo” se coronó entre las mejores canciones recibidas de la noche.

Álvaro complació a su público interpretando un puñado de éxitos que ha popularizado en el País. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Claramente varios momentos mágicos se dieron para interpretaciones como la sublime “Chiquita mía” (con un asomo noble del sentido de paternidad), y dos temas – a capella y en acústico – que parecían complacer peticiones de los presentes que no estaban en el programa.

Para romper un poco con el romanticismo, la interpretación junto a su hijo Astor del clásico “Reencuentro (Patria querida)”, con proyección de imágenes alusivas a su amado pueblo, recordó uno de los éxitos más importantes de su carrera (grabado en 1995 con los Barrio Boyzz). Con él demostró que el amor patrio y la reafirmación de la identidad puede sellar un pasaporte de éxitos más allá de las fronteras. De ahí que tantos boricuas en la sala se sintieran identificados con el tema premiándolo con una respetable ovación.

La extensa noche de apasionadas baladas dio paso entonces a la esperada unión escénica de “La Mas Querida” con “El Último Romántico”. Con el número “Amor por ti” unieron de inmediato sus voces… Pero fue con “Buenos amigos” que el encuentro alcanzó su punto climático. La inmortal Selena Quintanilla – con quien Álvaro grabó el tema originalmente – puede estar contenta y más que honrada con la impecable interpretación que Lourdes Robles hizo de este éxito.

“Buenos amigos” marcó el punto culminante del concierto “Dos eternos enamorados”. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)

“De punta a punta” como tema final marcó el cierre definitivo del regreso de Álvaro Torres a Puerto Rico. Con su agradecimiento a Lourdes, los excelentes músicos de la hermana isla de Cuba que le acompañaron (incluyendo a la corista boricua), la dirección musical del maestro Daniel Escudero,  el equipo técnico, la producción de Terrero Music y Arriaga, los auspiciadores – en especial Estereotempo que ha abierto las ondas para la balada – Álvaro se despidió como quien lleva con él intensos deseos de volver.

Fue una noche extensa para el amor en todas sus vertientes desde la música. Encuentro mágico de dos artistas que aunque sus temas – en esta era de ritmos urbanos y reggaetón – no cuenten con la difusión frecuente de antaño, aún mantienen a un público ávido por escucharlos.

¡Aplauso para ellos… y para los románticos!

 

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