Por Vicente Toledo Rohena
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Una tarde extraordinaria donde brilló la excelencia musical del trovador José Miguel Villanueva permitió que la sala de actividades de la Fundación Nacional para la Cultura Popular (FNCP) se convirtiera en escenario magno de nuestra cultura. La genialidad interpretativa de ‘El Hijo de las Musas’ mantuvo la atención del recinto totalmente lleno.
El gran trovador natural de Morovis fue el invitado y homenajeado en el tercer microconcierto didáctico de los trovadores Eduardo Villanueva y Yezenia Cruz que cuentan con la dirección musical del cuatrista Edwin Colón Zayas. Un público ávido y entusiasta por escuchar el arte de don Villa, buena música, anécdotas e historias se mantuvo alegre y atento durante las casi dos horas.

Eduardo Villanueva guitarra en mano abrió la velada cantando unas décimas de su progenitor. Con la dirección musical de Edwin Colón Zayas dejó establecido que sería una tarde espectacular repleta de folclor y tradición. En escena se encontraba en respaldo armonioso la progenitora de Eduardo y esposa de don Villa, Aida Luz Serrano; y el acompañamiento Edgardo ‘Gary’ Aponte en bongó. Tras culminar la primera pieza, Eduardo aportó datos informativos de su padre sobre sus primeros pasos en la música.
Posteriormente entró a escena Yezenia Cruz que tras cantar otros versos del patriarca de los Villanueva brindó biografía y más información del trovador. Tertulia y música resultó en una combinación perfecta.
Al son guapachoso de un aguinaldo cayeyano, don Villa entró y recibió ovación y vítores de los presentes que aguardaban su entrada a escena. Con sus acostumbrados movimientos de lado a lado y su característico estilo dio cátedra de trova. Luego de terminar de entonar su canto jíbaro exclamó agradecimiento al público por decir presente en la FNCP y recibirlo con tanta emoción. De igual forma, no perdió tiempo en comenzar a narrar historias y anécdotas.
El veterano cantor que posee seis décadas en la música tuvo su primer contacto con un trovador –siendo un niño- de Guaynabo, de nombre don Juan Pablo Rosario; y ya a sus 13 años comenzó a escribir sus primeras décimas. Muchas de estas letras las han grabado y cantado exponentes como Ángel Luis García, Luis Morales Ramos, Alfonso Vélez, Yezenia Cruz y la Familia Sanabria, entre otros.

El ambiente festivo continuó su rumbo con un aguinaldo cagüeño que animó al público a brindar acompañamiento con sus palmas. Marcaban rítmicamente cada fraseo del cantor y cada nota extraordinaria del virtuoso cuatro del maestro Colón Zayas. Al finalizar el tema, su nuera (Yezenia Cruz) continuó su segmento de preguntas a don Villa. También, Colón Zayas entró a formar parte de la dinámica de la retrospección y narró acertadamente, algunas anécdotas y experiencias con el cantor.
La excelencia de Villanueva a través de su trayectoria, ha recibido décimas como modo de homenaje en reconocimiento por su aportación de grandes de nuestro folclor como Luis Miranda, Gregorio, Joaquín Mouliert y Mario Enrique Velázquez, por mencionar algunos.
Tras deleitar con un seis fajardeño habló de sus viajes por diversos países y de los primeros encuentros internacionales junto a la Orquesta Criolla Nacional de Tony Mapeyé; y el Grupo Típico Boricua de Güiso Pérez. Además de sus grandes experiencias con colegas argentinos y uruguayos.

El admirador de siempre de Germán Rosario y Ángel Luis García fue cautivado por la música gracias a su abuelo Juan Rosario y su madre, Edelmira Rosario, quien también trovaba. El 8 de diciembre de 1985, José Miguel Villanueva se convirtió en el campeón del concurso de trovadores de la empresa Bacardí; y hoy a sus 72 años ‘El Hijo de las Musas’ sigue tan bravo como siempre. Un rey de la improvisación.
El trovador es padre de José Miguel –presente entre el público y quien regaló palabras a su progenitor durante la velada- Eduardo y Ricky Villanueva instó a los jóvenes y nuevas generaciones comprometidos con los ritmos nacionales a continuar hacia delante con la misión, esfuerzo y trabajo.
Con un toque de pizca navideña y un seis de andino en donde nuevamente impartió clases -en esta ocasión de improvisación al máximo esplendor- se despidió de los presentes que seguramente seguirían toda la noche escuchando al trovador sin prisa alguna.
El espectáculo cerró emotivamente con unas décimas escritas e interpretadas por Eduardo a su padre. Atinado regalo para culminar con broche de oro, el brillante encuentro íntimo y sublime. Una velada con honores que destaca lo maravilloso de estos microconciertos. Banquete didáctico y musical que engrandece los sentidos.