Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
A raíz de la protesta que levantó la teatrera y cuentacuentos puertorriqueña Tere Marichal, en una red social, al alegar discrimen racial, por el color blanco de su piel, de parte de unas personas que cuestionaban su participación en el Primer Festival Afro Antillano que se celebró en Río Piedras, entre el 27 de marzo al 1 de abril, de este año 2023, no pudimos evitar pensar en el reciente estreno de la película “Vejigantes”, adaptación de Roberto Ramos-Perea de la obra homónima del dramaturgo puertorriqueño Francisco Arriví.
“Vejigantes” (1958), junto con “Medusas en la bahía” (1956) y “Sirena” (1959), son las tres obras donde Arriví explora el racismo en Puerto Rico. El tema es vigente, en todas las direcciones. Impera atender el asunto con carácter de urgencia por el bien de la paz.

Tere Marichal fue invitada por los organizadores del festival para que narrara el cuento “Catilagia Lantemué” de la escritora y educadora Ángeles Pastor, el 1 de abril en la Casa Ruth Hernández. Contar cuentos es el día a día de Marichal, quien alega haber heredado el don de sus padres.
En 2021, Tere Marichal había tenido reclamos del mismo sector, por las ilustraciones de un libro de cuentos. En tal ocasión, la artista retiró el libro.
En un periódico nacional, el lunes 3 de abril, Joann Gil, productora del festival, lamentó la controversia, y no apoyó la alegación de quienes cuestionaron la participación de Marichal. Aclaró, además, no haber recibido una queja formal de lo sucedido. Manifestó que fue Tere Marichal quien decidió no participar, algo de lo cual no teníamos dudas, ya que la artista lo había dejado claro a través de una red social.
Creemos, por supuesto, que un artista no debe ceder ante ninguna presión. No obstante podemos entender la decisión de Tere en términos humanos. Además, nos parece importante que ella haya levantado su voz para denunciar el discrimen que sufrió, porque es algo que otras personas han sufrido. Cuando Tere Marichal levantó la protesta, el asunto cobró visibilidad.

Desde el tercer plano de esos pensamientos se impuso “Vejigantes”, hasta que su comparsa arropó los primeros planos, y nos concentramos, nuevamente, en la relación de lo que estaba pasando con la vigencia de la obra de Francisco Arriví.
Nuestro primer encuentro con un montaje de “Vejigantes”, lo tuvimos en el Noveno Festival de Teatro Puertorriqueño, en 1966. La obra, dirigida por Nilda Martínez en el estreno mundial de 1958 (Primer Festival de Teatro Puertorriqueño ICP), en esta ocasión estaba dirigida por Andrés Quiñones. Esta segunda puesta en escena incluía las actrices de la primera vez (Mercedes Sicardo como Clarita; Rosaura Andreu como doña Marta; Lucy Boscana como Abuela Toña).
El impacto que tuvo en nosotros la obra fue perenne. La imagen de Rosaura Andreu, quitándose el turbante, vibra con poder perpetuo.
Los recuerdos nos llenaron de esperanza al confirmar que el tiempo le está haciendo justicia a Francisco Arriví, autor que en vida fue muy subestimado.
Posiblemente, el legado más prolífero de la historia de nuestro teatro en la primera mitad del siglo 20, se la debemos a don Paco. Su teatro, el cual no era considerado a la altura de sus contemporáneos, adquiere una vigencia sorprendente en la medida del implacable reloj.
Hay cosas que hay que decirlas en voz alta, porque hay errores en los cuales no debemos volver a caer. Aprendimos a rechazar la compañía de don Paco, porque, a pesar de que era el primero en llegar y el último en irse de cualquier evento teatral, el buen hombre no paraba de hablar.

Cuando se repuso, “Sirena” (Ateneo Puertorriqueño, 1959), en el Décimo cuarto Festival de Teatro Puertorriqueño en 1971, los comentarios no se hicieron esperar. “¡Una negra que se opera la nariz y se maquilla para ser blanca! ¿Quién va a creer esa falacia?”, decían entonces los “expertos conocedores”. “¡Don Paco y su obsesión con el racismo inexistente en Puerto Rico! ¡El viejo vive en el pasado!”, ese era el coro repetido, como leyenda mal aprendida, sin profundizar… y sin conocer, en la mayor parte de los casos.
¡Ay, esas quejas, esos comentarios destructivos y despiadados que, por frustración, solemos hacer los teatreros sobre el trabajo de los demás! ¿A cuántos genios hemos condenado al oprobio?
Cuando Michael Jackson, y ponemos como testigos a la humanidad, fue mucho más allá de operarse la nariz, pensamos en Francisco Arriví. De repente, aparecía ante nosotros como un autor que veía en el interior de cada cual, y advertía sobre lo que iba pasar.
El racismo de los negros contra los negros, como consecuencia del maltrato y la opresión del racismo de los blancos contra los negros, es la puerta hacia la libertad que abrió doña Marta, quitándose el turbante frente a nosotros en el Teatro Tapia.
Por lo demás, y porque tenemos el conocimiento de causa, podemos comprender la frustración de las personas que han sido víctimas de discrimen por parte de un sector. Con todo, no justificamos ni fomentamos grupos de odio y de intriga motivados por el sentimiento de venganza, porque alimentan el infinito de un círculo que puede desembocar en una guerra absurda e innecesaria.

El objetivo es más poderoso que el resentimiento. Mientras caminamos, aprendemos. Nos toca unirnos en la raza humana, para funcionar a favor de la raza humana, y en el camino de esa victoria solucionamos lo que tengamos que solucionar.
Con las recientes experiencias alrededor del exitoso Primer Festival Afroantillano en Río Piedras, a flor de piel, nos motivamos a ver la película “Vejigantes” por segunda vez, el sábado 1 de abril a la una de la tarde, y por tercera vez en la plataforma PRTV+.
La trama de “Vejigantes” presenta a tres mujeres de generaciones que comienzan en 1910, en Loíza, durante las Fiestas de Santiago Apóstol. Toña, mujer negra y sensual bailadora de bomba, cae en las redes de Benedicto, un español adinerado.
De la unión nace una niña, Marta, quien esconde su raza negra con un turbante. Marta se casa con un hombre blanco quien, aunque la maltrata, la deja en buena posición económica. El matrimonio procrea a Clarita, una mujer que parece completamente blanca. Clarita tiene un novio del sur de Estados Unidos, racista y simpatizante del KKK.
El escenario de este drama, se ubica en el Condado, en 1958. Marta oculta su pasado negro, mientras mantiene a su madre Toña encerrada en un cuarto de la casa, con la promesa de que, cuando Clarita se case con Bill, regresarán a Loíza.

Amigos, así lo vivimos. Don Paco puso a funcionar una gran verdad puertorriqueña, y conmovedora por su esperanzador final, el cual coloca a la mujer puertorriqueña, agarrada de ella misma, brava valiente, tomando las riendas del futuro de nuestra sociedad, con optimismo, lejos de la fatalidad y la falacia hispanófila que pone a los españoles mejores que los norteamericanos, para efectos de la colonia. Con este párrafo le hacemos una reverencia. ¡Qué viva don Paco!
“Vejigantes” es una de las obras más importante de nuestra historia teatral, y nos atrevemos a afirmar que de nuestra literatura. Este intento de tener la película disponible para el estudiantado y el público en general es trascendental.
Por otro lado, la propuesta de Roberto Ramos-Perea para el cine tiene todos los elementos que captan la atención del gran público que no conoce la obra de teatro.
Ramos-Perea aporta creatividad al libreto original, sin alterarlo. Entre los logros de esta versión se encuentran la secuencia del bellísimo principio en una playa de Loíza y el final, en la misma ciudad. Loíza, ciudad donde, al sol de hoy, se mantiene la tradición de bailar bomba en la playa, es icono de nuestra historia.

Entre las aportaciones de Roberto al libreto, destacamos la incorporación de Los Caballeros (Modesto Lacén), y las máscaras (Axel Cintrón, Randall Correa y Scottie Durán) y una participación más destacada de la joven Toña (Melissa Reyes).
La cinematografía, de buena iluminación, colores vivos y cuadros estéticos, es simple y precisa. A pesar de que la última escena, en el interior de la casa, es larga, y no hay novedad en planos ni cortes de cuadros, el resultado es sobresaliente por la nitidez visual y el desempeño actoral.
El acierto destacado del director (Roberto Ramos-Perea) se concentra en su trabajo con los actores y la pasión que supo transmitirles. ¡Hermoso! Ningún actor, o actriz, sea corta o larga la participación, desaprovecha un ápice de su momento en pantalla.
Nos atrapó la desgarradora sinceridad de Modesto Lacén (leímos su fuero interior) como el caballero enamorado de Toña en la playa de Loíza. Curiosamente, con este personaje quedó establecida la frustración del negro cuando la negra escoge al blanco. Este personaje tiene mucho que mostrar y podría desarrollarse en un proyecto futuro.
Quedamos, de la misma manera, atrapados con la sincera profundidad de la bellísima Mariana Quiles como Clarita; la embrujadora intensidad de Marilyn Pupo como Marta, la fuerza polifacética de Carmen Nydia Velázquez como Toña; el realismo de Peter Grell como el norteamericano racista Bill.

Ponemos laureles en la frente de Melissa Reyes por una impecable interpretación, muy dramática y certera, de la joven Toña. La excelencia de su caracterización afroantillana, nos hizo olvidar que la actriz no es negra sensual, como debe ser Toña, sino una, igualmente, sensual mulata de risos sueltos y cabellera larga. ¡Brava!
Ponemos laureles en la frente Edwin Emil Moro, como Benedicto, con su impecable acento español sin perder la emoción, y el dominio en el uso del cuerpo y de la voz. Aplaudimos la oportunidad brindada a este actor que acostumbramos a ver en comedias de televisión. Edwin Emil demostró que su sólido talento es capaz de las representaciones más exigentes.
Ponemos laureles en la frente, del director de arte Florentino Rodríguez, por la impecable ambientación de dos épocas (1910 y 1958).
Ponemos laureles en la frente de Edgardo Huertas por una producción pulida y extraordinaria.

Completan el equipo, Gary Homs (director de casting), Nelly Margaret (diseño de maquillaje), Gabriel Soto (coordinador de vestuario), Vicky Cortés (coordinadora de producción), Raulo Rosado (director de fotografía), Cuqui Rodríguez (música), Papo Nazario (productor técnico) y Eric Delgado (productor ejecutivo).
El Instituto Alejandro Tapia y Rivera fue el principal colaborador de “Vejigantes”, producción de WIPR TV y su Proyecto Dramático Lucy Boscana. La película puede apreciarse, libre de costo, la plataforma PRTV+. Recomendamos esta experiencia para todos los públicos.
Felicitamos al Presidente de la Corporación de Puerto Rico para la Difusión Pública Eric Delgado y a su equipo de trabajo en WIPR TV por esta importante y victoriosa gestión.
Nuestra cultura, nuestro pueblo, merecen más producciones como esta. Lamentamos que, por virtud de la Junta de Control Fiscal, los fondos estén congelados, y el Proyecto Dramático de Televisión Lucy Boscana, y el Taller Dramático de Radio 9.40 AM, estén detenidos.