Por Gloria Waldman
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
En mi oficio de crítica de teatro para El Nuevo Día y para El Diario/La Prensa en Nueva York muchas veces me he preguntado ¿Por qué reponer una obra clásica?
¿Para qué? ¿Hubiera yo viajado hora y media para ver “Man of La Mancha” por enésíma vez si no fuera porque el talentoso actor y amigo Tony Chiroldes hace el papel de Sancho? Sin embargo, me alegro tanto haber visto la obra otra vez porque salí del teatro como todos, emocionada y revitalizada, con más de una chispa de esperanza para nuestro mundo actual, a veces tan desesperante.

Me impactó ver actuar y cantar al talentoso Tony Chiroldes y al excelente Don Quijote (Edward Staudenmayer); identificarme con el público profundamente conmovido por la lucha de un ser humano por sus ideales de ayudar al prójimo, de ver lo mejor en cada persona, y perdonar cuando lo humillan; ver a Aldonza, al final de la obra, ya no una figura amargada y violada que no vale nada, sino una figura que trata valientemente de convencer a Alonso Quijano, yaciendo en su lecho de muerte, que vuelva a ser el Don Quijote que encarna los valores que ella y Sancho ahora también encarnan.
Cuál es el impacto de la obra después de casi 60 años desde su estreno en Broadway?. Es un clásico no solamente por las canciones de Mitch Leigh y Joe Darion que salimos tarareando. ¿Quién no recuerda la primera vez que escuchó: “To Dream the Impossible Dream” (Sonar un sueño imposible)?
Esta producción cumple con la emoción y el talento de aquel entonces, cuando la vi con el elenco original del fulminante barítono Richard Kiley y Joan Diener. Cabe mencionar que el puertorriqueño Tony Martínez tiene la fama de ser el original Sancho en 1968 y haber cumplido más de 2,000 actuaciones de Sancho, con 11 distintos Don Quijotes. Hace 24 años en 1992 él fue el Sancho del Quijote del inolvidable boricua Raúl Julia.

Tony Chiroldes convence como un Sancho sencillo, no exagerado. Con su canción singular, “I Like Him” (“Me gusta”) establece por qué dejaría su pueblito y seguiría a alguien que todo el mundo considera un loco. Tony es veterano de musicales de Broadway, miembro del elenco original de “In the Heights” de Lin-Manuel Miranda y “The Capeman” (1998) protagonizado por los boricuas Marc Anthony y Ednita Nazario y también Rubén Blades.
Participa otra boricua talentosa en esta producción, Paola Hernández como Fermina y también suplente de Aldonza/ Dulcinea.
El Riverside Theatre de Vero Beach, es una belleza y el nivel técnico y particularmente la escenografia sumamente evocadora no tiene nada que envidiarle a ningún teatro regional. La producción (enero 3-22) celebra el 50 aniversario del teatro con un elenco de actores del sindicato nacional Actors Equity de Nueva York, Chicago, Puerto Rico y California.

Al recordar ciertos momentos en esta producción, me fijé en unas frases que ya se entienden en nuestro vernáculo, como por ejemplo, “A cada uno su Dulcinea” o “él es el loco más sabio o el sabio más loco del mundo”. Otras frases personifican la filosofía de esta figura universalmente reconocida, por ejemplo, cuando pronuncia el Cervantes del libretista Dale Wasserman en cuanto a los presos que van a morir en la Inquisicíón, “No importa que vayan a morir, importa lo que han vivido”. Y “No importa que pierda o no, lo que importa es que sigo la misión”. O “Nunca tuve el valor de no creer en nada”.
“Man of La Mancha” es un clásico, tanto por la música como por el mensaje. Se presentan 300-400 distintas producciones anuales. Lo que yo presencié en el Riverside Theatre en Florida fue pura posibilidad, que se traduce cabalmente para un público de hoy… la posibilidad de un mundo de compasión y esperanza no empece las realidades circunstanciales.
Gloria Waldman es una veterana periodista cuyos escritos han sido publicados en rotativos como El Nuevo Día en Puerto Rio y El Diario/ La Prensa en Nueva York. Es además autora de los libros “Luis Rafael Sánchez: Pasión Teatral”, “José (Papo) Márquez: Vida y Obra del Autor de ‘Esquizofrenia Puertorricensis” y “Frente a las tablas puertorriqueñas: La crítica de teatro de Gloria Waldman para El Nuevo Día (1979-1981)”.