Un tema ‘tóxico’ bien construido

La historia del dramaturgo Carlos Vega presenta a un matrimonio de adultos jóvenes, en crisis, efecto de las causas de la pandemia.
Tras sus presentaciones en el Teatro Franciscco Arriví, “Los tóxicos” regresarán a escena el 15 de abril en Bellas Artes de Santurce. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Lo volvemos a decir: El teatro de Carlos Vega trata temas cotidianos, pero expone asuntos y puntos de vista que otros dejan pasar, sin manipulaciones ni emociones desbocadas. Cada vez que vemos una obra de Vega, sentimos su sinceridad, y la comedia en su teatro, fluye en forma natural.

Hemos visto varias propuestas de Carlos Vega. Entre las mismas, “Canvas”, “¿Y la yola?”, “El chat combativo”, “Nos partió por el medio”, y “Quejas de cama”. Su teatro nunca nos ha decepcionado. Está muy bien construido. Su comedia no usa como maña recursos soeces para manipular la risa. Sus obras entretienen, enseñan, y les encantan a todo tipo de público. Precisamente lo anterior es la aspiración de muchos buenos artistas.

“Los tóxicos”, de Carlos Vega, dirigida por el mismo autor, que estuvo en cartelera los días 11, 12, 18 y 19 de febrero, de 2023, a casa llena, en el Teatro Francisco Arriví, como una producción de Glorimar Rodríguez para Molusco LLC, no fue la excepción.

La combinación de Norwill Fragoso (Lili) y Víctor Santiago (Tito) como el matrimonio tóxico disfuncional desembocó en un gran acierto. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

En esta ocasión, Vega desarrolla una historia y muy a tono con aquello de calificar a todo lo que no nos gusta ni nos cuadra del exterior como tóxico, pero sin mirar a nuestro interior. Como resultado del huir corriendo de lo tóxico, nos pasamos huyendo de nosotros mismos al caer una y mil veces en lo mismo.

La historia presenta a Lili y a Tito, un matrimonio de adultos jóvenes, en crisis, efecto de las causas de la pandemia. Ambos sienten que la relación está en puntos suspensivos por la inactividad, el sexo es uno de los puntos.

En la conversación que sostienen, tipo “tiraera” que aspira una tregua con el afán de arreglar, se culpan, el uno al otro, de ser tóxicos, hasta que deciden buscar ayuda. En la vida real, estas ofertas profesionales vienen en varios estilos, tamaños, olores, colores y sabores, y los precios, porque no son libres de costo, varían conforme la consulta y a quién. Algunas son profunda y, verdaderamente, absurdas.

La obra nos muestra dos trabajadoras de la sanación, una sicóloga que no esconde su predilección por el sexo masculino, y una especie de bruja contemporánea con reminiscencias del New Age, simpatiquísima, por cierto. Las dos hacen su despliegue curativa anti tóxica. Lo cierto es que, tanto la sicóloga como la bruja, necesitan subir y bajar al Olimpo de rodillas en unas cuantas existencias para que Zeus considere concederles la gracia de hacerlas libres de toda toxicidad.

El matrimonio tiene un amigo (realmente el mejor amigo de la esposa con todo el potencial de haber sido algo más) muy extrovertido y entrometido. Con comentarios de mucha chispa, se la pasa dando consejos que nadie le ha pedido.

Naymed Calzada y Jasond Calderón en una escena de obra producida por Glorimar Rodríguez para Molusco LLC. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

El final de la obra expone lo que el autor entiende como la posibilidad de un paso hacia una reconstrucción: cada integrante de la pareja tiene que bregar consigo mismo, a la vez que trabajan con la relación. Sencillo y muy sabio. La pareja de esta obra decide separarse para lograrlo. Una llamada telefónica que uno le hace a la otra deja las puertas abiertas para una reconciliación, ¿tóxica? Esperemos que no.

La escenografía de esta puesta en escena, moderna, justa y sencilla, simuló ser una sala, con estética simétrica: sofá en el medio, una butaca a cada lado, puerta de entrada al fondo. A los lados se destacaban dos bastidores, del mismo tamaño completamente de frente. Uno de los mismos (izquierda del público), se convertía en la oficina de la sicóloga. Las luces fueron, de la misma manera, funcionales. Los demás elementos, vestuario, utilería, maquillaje, peinados, respondieron a la sencillez de lo establecido y funcionaron bien.

La dirección, clásica, precisa y sin adornos, enfatizó la palabra y el trabajo de los actores, cuyo desempeño fue lo más sobresaliente de la puesta en escena.

La combinación de Norwill Fragoso (Lili) y Víctor Santiago (Tito) como el matrimonio tóxico disfuncional desembocó en un gran acierto. Ambos lucieron cómodos, creíbles y muy ágiles en sus respectivas interpretaciones. La elección de Fragoso para este personaje, fue la aportación más efectiva al realismo del montaje y uno de los aciertos más significativos de la producción.

Naymed Calzada estuvo deliciosa en su interpretación de Lulú, cuyo conjuro constante fue una canción que la cantante de ópera pop, Sarah Brigthman, hizo popular desde años atrás. Calzada lucía espectacular, con su pelo rubio, abundante y muy riso, hasta la cintura.

Mónica Pastrana se destacó por su atuación en la producción teatral. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Pondremos laureles de oro en las frentes de Mónica Pastrana, por su interpretación de la convincente y voraz sicóloga tóxica, la cual dominó a la saciedad, y de Jasond Calderón por cada segundo de respiración de su personaje Jaime que disfrutamos en el escenario. ¡Muy bien!

Le señalamos al director que el texto merece trazos de profundidad en las escenas del segundo acto. El diálogo en algunas discusiones que debían ser acaloradas, se desarrolló como una conversación casual. El segundo acto es dueño de un dramatismo, aun dentro de la comedia, que se podría explorar más.

Le volvemos a señalar a la producción, que un programa de mano no es una tontería ni un gasto superfluo. Se trata de un documento para la posteridad histórica que le hace justicia a cada trabajador y colaborador. Para los artistas y técnicos, tanto el sueldo como los créditos, son esenciales. Si no tienen los recursos económicos, pueden, por ejemplo, ofrecer una dirección cibernética.

Nos enteramos que completan el equipo de “Los tóxicos”, Omar Torres (asistente de dirección y regidor); Quique Benet (diseño de Luces); Wilberto Ortiz (diseño de escenografía y utilería); la producción (diseño de vestuario); Carlos Muñoz (maquillaje y peinados).

“Los tóxicos”, producción de Glorimar Rodríguez para Molusco, LLC., tendrá una reposición el 15 de abril, esta vez en el Centro de Bellas Artes de Santurce. La recomendamos. ¡Estén pendientes!

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