Por Vicente Toledo Rohena
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El músico Armando Ramírez es un entusiasta profesor que comparte su quehacer cotidiano entre la docencia y componer. Tener como guías y maestros a grandes genios musicales como Amaury Veray e Ignacio Morales Nieva, lo llevó a forjar un devoto interés por la parte creativa de la música.
Ramírez -catedrático del Conservatorio de Música de Puerto Rico- lleva 25 años impartiendo enseñanza en el centro docente. Lugar donde realizó su bachillerato en Educación Musical y simultáneamente, completó otro bachillerato en Teoría y Composición’.

“Prácticamente, el Conservatorio de Música ha sido mi segunda casa desde que comencé a estudiar en 1988. Ahí me encontré con dos personalidades muy importantes del siglo 20 como Amaury Veray e Ignacio Morales Nieva… aprendí mucho de ellos. Fue una experiencia enriquecedora. Después, me marché a Filadelfia (Temple University) para realizar la maestría; y regresé a Puerto Rico, donde comencé a enseñar en el Conservatorio en 1998”, destacó el compositor Armando Ramírez.
Recientemente, el violista puertorriqueño radicado en Texas, Joel Pagán, grabó en su producción discográfica ‘Encantos de mi tierra’ (2022), ‘Sonata para viola y piano’ de Armando Ramírez. Una obra comisionada por Pagán, que tiene como punto de partida otra obra de Ramírez ‘Six miniatures for viola and piano’ en donde se exponen eficazmente, técnicas propias de la estética musical de la primera mitad del siglo XX.
De igual manera, el compositor y educador legó una espectacular producción discográfica ‘Música para vientos metales’ que pone en esplendor los metales (trompeta, trombones, trompa, tuba y eufonio) presentándolos realmente como son el mundo clásico.
“El disco me costó 10 años de mi vida… lo empecé a grabar en 2012 en el antiguo Conservatorio de Música en Hato Rey… se puede decir que hasta cierto punto es algo histórico, porque fue la última grabación que se hizo en ese teatro. Ahí se grabó todo, excepto el quinteto de metales, que se grabó en Miramar en 2021. Lo publicamos durante un concierto que se hizo en agosto en el Conservatorio”, detalló Ramírez.

En ‘Música para vientos metales’ la tuba y el eufonio ostentan un papel protagónico. No es muy frecuente tener estos instrumentos como protagonistas en una grabación. La producción, concepto y composiciones son de Ramírez; excepto el tema ‘Eleanor Rigby’ que es creación de John Lennon y Paul McCartney.
Se destacan grandemente en ‘Música para vientos y metales’, Felipe Rodríguez (trompeta), Luis Bermúdez (trompeta), Benito Díaz (trompa), Jerry Rivas (trombón), Nelson Corchado (tuba), Rubén Ramírez (tuba), Khristian Hernández (eufonio) y Teresa Acevedo (piano).
El proyecto musical ‘Música para vientos metales’ es de excelencia y belleza, donde brillan los vientos metales a su máxima expresión. Un documento sólido y poderoso de creativas y mágicas composiciones de Ramírez, que brindan una experiencia sonora extraordinaria.
El compositor y educador admitió que no conocía la música clásica hasta que ingresó al Conservatorio de Música. Era la música popular la que estaba en su entorno, pero una vez tuvo contactó con lo clásico, empezó a adquirir gusto por la música de cámara y lo conquistó.
“Sospecho que la pasión musical llegó por parte de mi padre. Era trompetista aficionado y siempre mostró gustó por la melodía de la trompeta. Decidí estudiar música en la escuela superior… Escribía música y tocaba teclados alocadamente y un maestro me señaló que podía estudiar y dedicarme a la música”, narró el músico que tocó teclados con agrupaciones en hoteles.

“Manejé la trompeta durante un año, pero nada que ver. Cuando estuve en séptimo grado bajo la tutela de Agustín Guadalupe -quien participó como trombonista de la Orquesta Sinfónica- me impartió clases en el Colegio Bautista; y simultáneamente, tomé clases de órgano en la famosa tienda de entonces, Margarida, de la mano de Samuel Navarro. La trompeta la abandoné, porque no era lo mío. Me dediqué más a los teclados, incluso a la batería y percusión”, recordó.
Una vez arribó al Conservatorio de Música, su vida se transformó; la expresión artística lo marcó profundamente. También, la docencia y el arte de transmitir conocimientos se adueñó de sus días.
La educación es un asunto que lo apasiona. Compartir con sus alumnos clases de teoría, composición, orquestación, son su delirio cotidiano.
“El contacto con los maestros Veray, Morales Nieva, incluso, con Lito Peña, me instó en adentrarme a desarrollar el asunto de la creatividad, componer… Aunque siempre toqué teclado en agrupaciones de expresión popular -durante la época donde todavía había oportunidad de tocar en hoteles- decidí dedicarme más, a la parte creativa, componer”, resaltó el compositor.
Otra aportación de su creatividad y talento como compositor se dio en días recientes, cuando se estrenó su obra sinfónica ‘El matador de Tiburones’; trabajo comisionado por el Conservatorio de Música de Puerto Rico que festejó el 60 aniversario de la institución educativa musical.