Por Vicente Toledo Rohena
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Cuando el baterista puertorriqueño Nomar Negroni toma una pausa para recordar lo rápido que ha pasado el tiempo desde que inició labores junto a su padre –el pianista José Negroni- con Negroni Trio, reflexiona el camino recorrido y sobre el equipaje cargado de experiencias que lleva consigo. Entre recuerdos, anécdotas y vivencias, expone su quehacer musical cotidiano y relata los planes a seguir con la llegada de un nuevo año.
“Es increíble lo rápido que pasa el tiempo. Ya van 20 años desde que iniciamos el proyecto de Negroni’s Trio, también, de nuestra primera grabación discográfica ‘Nature/Naturaleza’ (2003). Recuerdo que esto comenzó en mis primeras vacaciones de verano, cuando me dieron una beca y fui a estudiar a Berklee College of Music en Boston. Le pregunté a mi padre, por qué no hacíamos un demo para buscarnos algunos guisitos (trabajos) por ahí, para tocar temas que llamamos estándar del jazz. Así lo hicimos y comenzamos a tocar por diversos lugares en el área. De pronto, nos llegó una oportunidad y grabamos nuestro primer disco”, dijo vía telefónica desde Miami, el baterista Nomar Negroni.

Al día de hoy, Negroni’s Trio ha legado importantes e interesantes producciones discográficas como ‘Naturaleza’, ‘Piano, Drums, Bass’, ‘On the Way’, ‘Negroni Piano +9’, ‘Acústico’ y el más reciente, ‘Esperanzas/Hope’ (2021) por mencionar algunos. Han recibido, tres nominaciones al premio Grammy; y su música surca exitosamente por el pentagrama mundial, tarimas y festivales.
“Luego de controlarse bastante el asunto de la pandemia, nos encontramos en un momento de mucho trabajo. Tenemos programado una gira por Estados Unidos, y otra para Europa. También, estoy de lleno colaborando con mi padre en otras producciones, conciertos y proyectos que tiene. Me he convertido en su coproductor, ayudándolo en todo lo que me necesite y pueda aportar. Pero estoy comprometido ‘full’, enfocado en lo que es Negroni’s Trio. Ya es costumbre tener nuestras giras en Estados Unidos y Europa”, destacó el baterista.
Además de la aportación de Nomar estas dos décadas al trio junto a su progenitor, cuenta con una trayectoria espléndida junto a varios artistas y diversos géneros musicales. Ha tenido la experiencia de trabajar con el saxofonista Ed Calle, Arturo Sandoval (trompetista cubano), Sammy Figueroa (percusionista boricua), el fallecido virtuoso de la flauta, Dave Valentín; y los cantautores Diego Torres y Alejandro Sanz.
“He sido dichoso por el camino que he transitado en la música. Estoy agradecido de la música. Además de lo que he podido realizar musicalmente junto a mi padre, muchas personas me han abierto puertas y me han dado grandes oportunidades. Ed Calle que es como un padrino, me ha recomendado para hacer trabajos… con Sammy Figueroa he grabado en par de sus discos y así en lo sucesivo, he sido dichoso. Me disfruto y hago con amor, esto de hacer música que me apasiona”, destacó.
“La experiencia de ir a Berklee fue tremenda. El ambiente musical que existe es mágico y grandioso. Hay música por todos lados. Conocí a mucha gente e hice grandes amigos… disfruté de ese ambiente lleno de música y maravilloso”.

Nomar nació, creció y estuvo en Puerto Rico hasta 1995, cuando sus padres decidieron trasladarse a Miami, Florida; y recuerda que la música estuvo siempre presente. Naturalmente, hijo de un brillante exponente del piano como José Negroni.
“Recuerdo desde pequeño a los artistas en casa para ensayar con mi padre. De igual forma, siempre me llevaba junto a mi hermano a los ensayos. Era un ambiente muy natural para nosotros. Desde niño, me llamó la atención la música. Cuando tenía como siete años, le dije que deseaba tomar clases de piano. Me matriculó con una gran maestra, pero tras la primera clase, como que le cogí miedo al reto y me quité. Aunque me encanta el piano, no era para mí. Un año después, le comenté que quería probar con la batería. Yo agarraba las ollas de la cocina a mi madre y formaba un rumbón. Ver a mi papá tocar en la tarima me animó. Mi padre siempre me ha apoyado mucho. Ni me obligó, ni me desanimó. Me dio libertad de pensamiento”, apuntó el baterista nacido en Ponce; y que asegura atesora sus días en la ciudad sureña, sus experiencias en Juana Díaz –cuna de sus padres- y el área de Roosevelt (Puerto Nuevo, San Juan) donde están todavía, muchos de sus amigos.
En un ejercicio retrospectivo señaló que fue a los ocho o nueve años, que su padre le compró su primer libro básico para estudiar batería. Recordó tomar clases en el Conservatorio de Música de Puerto Rico y también con el baterista Tony Sánchez.
“Observando a todos esos grandes bateristas que ensayaban y tocaban con mi papá fue que me enamoré de la batería. Cuando estaba en esos ensayos, rápidamente, me sentaba al lado de ellos. Todo ocurrió muy orgánico y natural. Ya en Miami, fui a la escuela superior. Era una escuela pública que tenía su banda, sus ‘cheerleaders’ o porristas y con 4,000 o 5,000 estudiantes. Pero si algo me ayudó, fue la música. Había una tremenda banda de jazz, participé de una audición y me aceptaron. Hice amigos rápido; y al poco tiempo cuando vine a ver, ya estaba trabajando con mi padre y otros músicos. Me gozo con la música… es lo que me apasiona”, concluyó diciendo Negroni.