Deuda con Roberto Clemente

Por más de 60 años, el pelotero carolinense se ha forjado como embajador por excelencia del terruño boricua.
Hace 50 años – el 30 de septiembre de 1972 – el pueblo puertorriqueño celebró la alegría del hit 3,000 de Roberto Clemente Walker. (Foto suministrada)

Por Vicente Toledo Rohena
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

El nombre de Roberto Clemente Walker (1934-1972) es sinónimo de Puerto Rico. Diversos rincones del planeta han reconocido las hazañas del inmortal deportista dentro y fuera del terreno de juego; y más aun, identifican de donde viene… Un archipiélago del Caribe, llamado Puerto Rico. Desde la década del 1950, Roberto está construyendo con su talento un trayecto triunfante como pelotero. Inicialmente con los Cangrejeros de Santurce en el torneo profesional de invierno en su país; y posteriormente, grabar para la inmortalidad su gran desempeño deportivo con los Piratas de Pittsburg en el béisbol de Grandes Ligas.

Sin duda, en todo este tiempo se ha convertido en uno de los más grandes embajadores de Puerto Rico. Una deuda que nunca se podrá pagar, aunque sí, se podría devolver agradecimiento manteniendo vivo su legado, no solo como pelotero sino Roberto, el ser humano.

El 21 es el imborable e icónico número que distingue e inmortaliza al pelotero boricua. (Foto suministrada)

En la celebración de los 50 años de su histórico hit 3,000 es meritorio recordar sus logros extraordinarios como jugador y resaltar a las nuevas generaciones que se es más grande, cuando se vive para dar y ayudar al prójimo como lo enseñó Clemente. Un hombre que perdió la vida en la misión de brindar ayuda a los damnificados del terrible terremoto que sacudió a Managua, Nicaragua el sábado 23 de diciembre de 1972 en la víspera de Noche Buena. El sismo de magnitud 6.2 en la escala Richter, destruyó la capital (Managua) que se estima -no existe números exactos- que fallecieron más de 19,000 personas y más de 20,000 heridos. La desconfianza que los suministros y materiales destinados a los necesitados del terremoto no llegaran a las manos correspondientes, llevaron al pelotero boricua a llevarlos personalmente. El día 31 de diciembre de 1972 salió Clemente y cuatro personas más, rumbo a Nicaragua; el avión nunca llegó. Sucumbió en aguas del Océano Atlántico. El nombre del glorioso número 21, inmortalizó su vida en servicio a los demás.

Este año, se aviva el recuerdo de Clemente. Aunque tristemente se revive los 50 años del trágico accidente donde perdió su vida; también se celebra la alegría del hit 3,000. El mismo, lo consiguió el 30 de septiembre de 1972 en el estadio Tres Ríos de Pittsburg ante los envíos de lanzador de los Mets de Nueva York, Jon Matlack.

En una ocasión, conversé con el historiador de la Liga de Béisbol Profesional de Puerto Rico –hoy día, Liga de Béisbol Profesional Roberto Clemente- Jorge Colón Delgado y aclaró que el primer número que utilizó el astro boricua en su espalda en las Grandes Ligas fue el número 13. Más tarde lo cambió por el 21, número que utilizaba con los Cangrejeros de Santurce en la pelota invernal de Puerto Rico.

Colón Delgado cuenta con dos publicaciones excelentes para los amantes del béisbol, en especial para los fanáticos de los crustáceos: ‘La maquinaria perfecta’ (2007) en alusión al invencible equipo Cangrejero de la temporada 1954-55; y ‘Pedrín Zorrilla: el cangrejero mayor’ (2011), patriarca, fundador y dueño de los Cangrejeros de Santurce.

Los dos libros del historiador Jorge Colón Delgado expone anécdotas, datos y estadísticas del pelotero boricua. (Foto suministrada)

Otras hazañas que conquistó el pelotero carolinense que firmó su primer contrato de Liga Mayor con los Esquivadores de Brooklyn en 1954, fue un sólido promedio de bateo por vida -de .317- en las Grandes Ligas. Obtuvo 12 Guantes de Oro, por su calidad a la defensiva; cuatro títulos de Campeón Bate; y Jugador Más Valioso en la Temporada 1966; y en la Serie Mundial de 1971 frente a los Orioles de Baltimore.

Sin duda, Clemente tuvo muchas temporadas en donde dominó de manera contundente. Fue uno de los peloteros más completos y dominantes en la década de 1960. Definitivamente, las situaciones y estigmas sociales, étnicos y raciales lo privaron de varios premios más como Jugador Más Valioso (MVP). En 1973 fue exaltado al Salón de la Fama del Béisbol convirtiéndose en el primer pelotero latinoamericano en llegar al prestigioso recinto de los inmortales.

Mientras en Puerto Rico, investigando en los libros y estadísticas recopiladas por Colón Delgado, Clemente jugó desde la temporada 1952-53 hasta 1956-57 con los Cangrejeros de Santurce hasta que pasó a los Criollos de Caguas y luego, formó parte de los Senadores de San Juan a quienes dirigió. En 1954-55 en uniforme santurcino, bateó de hits en 23 juegos consecutivos; y consiguió el título de bateo en la campaña 1956-57 vistiendo el uniforme de los crustáceos y el de los Criollos de Caguas.

En fin, que medio siglo después, el recuerdo de Roberto Clemente siga latente en los corazones de gran cantidad de seguidores es una excelente noticia. Espero que otras generaciones continúen esta celebración en el centenario de su gesta histórica y recuerden que dio su vida por ayudar a gente que no conoció.

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