Brillan entre ‘Lentejuelas’

Lo que ocurre tras bastidores coloca a las estrellas en el nivel de su humanidad, yendo desde la más sorprendente fragilidad a la valentía sin precedentes.
El actor Joselo Arroyo ganó aplausos sonoros por su rol escénico de “La Mother” en la obra “Lentejuelas” que se presentó en el Teatro Braulio Castillo de Bayamón. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Mis padres comenzaron a frecuentar “El cotorrito”, desde 1967, que abrió. El prestigioso club nocturno, que llegó a tener fama internacional, era propiedad de Johnny Rodríguez, hermano del cantante Tito Rodríguez, personalidades, ambas, muy reconocidas en aquel entonces. Mis padres asistieron al espectáculo con familiares y amigos, en incontables ocasiones, y al regreso, siempre pasaba lo mismo: se mantenían despiertos, conversando sobre lo bien que la habían pasado y la fascinación que sentían con lo que acaban de ver. Nos contaban que, eran hombres que se vestían de mujeres para imitar cantantes famosas, con ropaje espectacular. Advertían que todo tenía mucha altura, que era muy decente, y nos prometían llevarnos en alguna ocasión. Tan pronto mi papá se enteró que el vecino del hermano de mami, en Puerto Nuevo, Mr. Eric, era la estrella del aquel espectáculo, fue a felicitarlo con mucha euforia.

Aunque los niños en mi casa nos quedamos con las ganas de ir a “El Cotorrito”, tuvimos oportunidad de apreciar espectáculos de transformistas en vivo, muchas veces, en la década de 1970, cuando las barras gay se pusieron de moda en Viejo San Juan, y las presentaciones de travestis en la madrugada eran la orden de la noche. En la década de 1980, las discotecas gay en Puerto Rico, eran frecuentadas, también por heterosexuales, para ver el espectáculo y para bailar.

El actor José Manuel Berríos ofreció una covincente y certera recreación de la incescrupulosa Bárbara. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Hablemos a “calzón quitao”, todas las personas que me rodean, se sienten embrujados por los espectáculos de travestis y casi todos los actores que conozco se sienten seducidos con ese reto. Lo que conlleva ser mujer en la faceta exterior (trajas, tacas, pelo, maquillaje, actitud) es un reto para la misma mujer. Se trata de algo que requiere mucho ensayo, a veces, esfuerzos de espanto, y estos hombres lo dominan mejor que nosotras.

Las buenas obras de teatro que exploran el tema del transformismo en un club nocturno, tienen exitosos precedentes. Uno de los tantos ejemplos cercanos, (obviaremos la película alemana “Viktor und Viktoria”, dirigida por Reinhold Schünzel en 1933, que tuvo una secuela dirigida por Blake Edwards, nominada para siete premios Oscar, en 1982, y una adaptación al teatro del propio Edwards, que estrenó en Broadway en 1995) de lo anterior es La Cage aux folles (“La jaula de las locas”) del dramaturgo francés Jean Poiret (1926 – 1992), estrenada en 1973. La obra se ha hecho en Puerto Rico en varias ocasiones, y se sigue reponiendo.

El transformismo, arte, más viejo que la luz del día, ha prevalecido porque, siempre tiene casa llena. La misma casa llena que vimos el sábado 25 de junio, a las ocho de la noche, en el teatro Braulio Castillo de Bayamón, cuando fuimos a ver “Lentejuelas”, producción de Abilio Villareal para Telón Azul, Inc., en colaboración con Ángel Mánuel García para JOMS Events.

Julio Vizcarrondo, aquí junto a Ángel Mánuel, bordó un personaje “sumamente suyo”. en la producción que contó con libreto y dirección de Abilio Villareal. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Había algarabía en el público desde el camino del estacionamiento hasta el teatro. La algarabía no cesó. La música de fines de la década de 1970 y la década de 1980, nos llevaron a los tiempos de Bachelor, y a tantos recuerdos. Se nos iban los pies.

Aunque “Lentejuelas”, como espectáculo, se había llevado a escena años atrás, no tuvimos el privilegio de verlo. La reposición de esta ocasión, tuvo un libreto escrito por quien también dirigió, el productor Abilio Villareal. Villareal tejió una historia con personajes muy ricos y bien definidos.

La sinopsis, conforme el programa de mano (gracias por eso), se lee a continuación: “Tras la llegada de Bárbara Sotomayor, la nueva transformista que se une al grupo de talentos del club “Lentejuelas”, todas las demás se ponen un poco nerviosas y tensas por sus actitudes y lenguaje poco respetuoso. Esa noche especial por el aniversario del Club, surgen peleas y debates que sacan a la luz las historias y vivencias de cada una de las transformistas guiadas por la “Mother”, quien es la mayor de ellas y con más años de experiencia. A través de la pieza se pretende mostrar al público una cara más humana sobre el mundo del transformismo, su disciplina y sacrificios, el trabajo artístico, que realizan y lo que conlleva este arte”.

“Lentejuelas” como obra de teatro, se enriquece con la combinación de los mundos del camerino y la escena. Lo que ocurre tras bastidores, antes de subir el telón, coloca a las estrellas en el nivel de su humanidad, lo cual, en todos los casos, va desde la más sorprendente fragilidad a la valentía sin precedentes. Nos enteramos de los conflictos y la amistad entre ellos; de las relaciones románticas, casi siempre pasionales; de la incomprensión y rechazo familiar y social; de las injusticias laborales que tienen que enfrentar. Cada uno de los personajes siente que el camerino y el escenario, por más aterrador que pueda ser a veces, es la casa donde son aceptados y queridos. Los personajes de “Lentejuelas” son bellísimos.

Luis Fellicier dominó su representación de Annia, tanto en lo histriónico como en su desempeño como travesti. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

El autor debe, tal vez, revisar la construcción de las escenas y el fluir de diálogo, o las líneas, en el caso de los monólogos (los cuales tenían poderosos argumentos), porque resultaron predecibles y repetitivos, tanto en el texto como en la dirección. Esta última tuvo un patrón de conversación en segundo plano, antes de que cada uno de los actores, en turno correspondiente, tomara el primer plano, se tirara al piso a llorar su tragedia, y continuaran con el trabajo. Debe, de la misma manera, revisar también la duración de la obra y el orden de los acontecimientos para efectos de la línea de acción. Para efectos del público, eufóricamente frenético, lo anterior no importó.

El trabajo del director con los actores, y el trabajo de los actores, fue excelente. De la misma manera fue el concepto del montaje.

Aunque sabemos que, como en “La jaula de las locas” de 1973, lo que narra “Lentejuelas” tiene vigencia, la acciones y las maneras nos recordaban la década de 1980.

La obra tuvo un comienzo atractivo con la intervención de los bailarines, Luis Miguel Mejía, Giovanni Cortés, Héctor Claudio, guiados por la ágil creatividad del coreógrafo, Jay Emm, quien parecía haber obtenido su inspiración también en la década de 1980. ¡Bien!

Ramón E. Torres cumplió con su personaje “Pepper” quien lucha contra la marginalidad. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Una agradable sorpresa resulto ser la actriz María del Carmen, como la madre de Pepper, quien estuvo ubicada en el público. Con su única línea: “Hijo, estoy aquí”, nos regaló un momento, que, aunque breve, muy conmovedor.

Pepper, enfermo de SIDA, rechazado por su familia y, contra viento y marea, tratando de abrirse paso en la vida, estuvo muy bien interpretada por Ramón E. Torres. De la misma manera logró sus intervenciones en escena como travesti.

La terrible e inescrupulosa Bárbara, joven y arrogante, robó las miradas por su belleza como mujer. Fue hasta doloroso admitir que se trataba del actor Joel Manuel Berríos, y no de una verdadera, talentosa y odiosa actriz. Berríos lució convincente y certero. ¡Muy bien!

Luis Felicier brilló refulgentemente como Annia. Dominó con profundidad sus escenas dialogadas, y tocó las estrellas como travesti en escena, con una combinación victoriosa de sensibilidad y simpatía. ¡Aplausos para Luis Felicier! Todavía nos preguntamos dónde el actor guarda las descomunales caderas de Annia, cuando camina por ahí.

Como Miguel, el inescrupuloso administrador sin corazón, Ángel Mánuel nos conmovió y nos sorprendió positivamente. El personaje no se trata del villano cliché. Miguel, casado y con hijos, vive perdidamente enamorado de Annia, y desplaza su cobardía hacia su comportamiento hostil. Ángel Mánuel no soltó las riendas de Miguel, ni en los crueles cinismos de macharrán de closet, ni en la catarsis.

María del Carmen fue una sorpresa grata en este montaje. (Foto Alina Marrero para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Julio Vizcarrondo, hermosísimo, como Mariconchi y La Bichi, dejó estelas de cola de cometa en el escenario y en todos los que tuvimos la alegría de ver sus interpretaciones. Vizcarrondo posee talento como actor, desde ahí, en combinación con disciplina, creó una gracia de mujer, muy especial, candorosamente suya. Daba gusto escucharlo hablar y verlo mover un cuerpo de muchas libras que lució más etéreo que la pluma que vuela de escena en escena en la película “Forrest Gumb”. ¡Cautivador!

Joselo Arroyo se apoderó de La Mother como la diosa que le da a Zeus un golpe de estado y convierte el Olimpo en un estremecedor escenario. Bordó el personaje con profundidad, pasión natural y con envidiable seguridad. Era, verdaderamente, la madre de la profesión y la protectora de su gremio en aquel espacio. Nos dejó boquiabiertos como travesti y como actor. ¡Bravo! ¡Laureles de oro para Joselo Arroyo!

Las luces (Deyaneira Rivera Morales), la escenografía y utilería (Richard Arroyo), el sonido (Chenan Martínez), el maquillaje (Laura Guillén, Ashany Vega & Gabriella Guillén); el maquillista (Rubb Alexander), el vestuario (sin crédito en el programa), todos esos fundamentales elementos, vitales en una obra de teatro como “Lentejuelas”, funcionaron para que el espectáculo luciera todas sus dimensiones.

Completan el equipo de “Lentejuelas”: Janette Rivera (asistente de dirección); Mánuel Ramos (Asistente en cabina); Jenifer Saleme (asistente de backstage); Rosa Sarmiento (asistente de Joselo Arroyo); Gerardine Pacheco (asistente de Luis Felicier); Edwin Pérez (asistente de Joel Berríos); Luis López (asistente de Julio Vizcarrondo); Ángel Vázquez (asistente de Ramón Torres); Carlos Narváez (asistente de Ángel Mánuel); Gabriel Villafañe (diseño y programa de mano); Rafie Echevarría y AM García (coordinación de medios).

Al final de la función del sábado, y en presencia de un público que se negaba a dejar de vitorear, la producción le hizo un reconocimiento a quien ha sido artista del transformismo por más de 30 años, Cappuccinno (Carmelo Torres).
Felicitamos a los productores por el orgullo y corazón que desembocó en el éxito de “Lentejuelas”. Esperamos la reposición y la próxima producción.

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