Por Jorge Antares
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
“El teatro es en vivo para que el público se lo disfrute, se ría o llore en cada presentación…no se graba, no se repite”, así lo aclara el propio Ivan Olmo, director de la pieza teatral “Moulin Rouge” que se presentó durante el mes de mayo en Teatro en 15, un concepto en el que puedes disfrutar de varias obras cortas en funciones intercaladas. Así las presentaciones de este memorable montaje quedaron en la memoria colectiva de aquell@s que pudimos presenciar alguna de las funciones.

“Moulin Rouge” recrea la clásica historia de un poeta y escritor “Christian” (Martín Alicea) que se enamora de una cortesana “Gatine” (Melanie Marantes) que conoce a través de sus presentaciones musicales. Él, bohemio y romántico. Ella, un tanto fría y calculadora. Pero el amor… oh, el amor todo lo puede y muy pronto (bueno, solo eran 15 minutos) florece una relación que nos lleva a un desenlace inesperado.
Tanto Ivan Olmo, que también fungió como “Harold”, un presentador y manejador de la artista, como Melanie y Martín estuvieron excelentes en sus personajes llevando al público a transportarse a la experiencia de disfrutar de un musical en un pequeño espacio de unos 175 pies cuadrados. La ambientación del espacio fue muy inspiradora. El vestuario tenía glamour y estaba acorde con los personajes y su contexto en escena, al igual que la utilería, todo muy bien cuidado e inspirado en la primera mitad del siglo XX.
Las voces de Martín y de Melanie contaron con la proyección y la fuerza que el espacio requería, muy bien afinadas y con matices trabajados cuidadosamente. Las armonías en los duetos y el balance entre la música y las voces… perfecto. La coreografía en varias piezas fluía con energía y elegancia, mientras los actores se desplazaban de un lado al otro de la sala. El drama que vivieron los personajes principales “Christian” y “Gatine” como parte de la historia estuvo trabajado con esmero por parte de sus intérpretes con mucha naturalidad y sin recurrir al melodrama. El beso apasionado marco un momento climático en la pieza.
El sonido a cargo de Daniel Coss fue un apoyo controlado y práctico para los actores. La iluminación a cargo de Fernando Jiménez también ejerció una función clave en la trama, tanto en sus colores como en su intensidad, manteniendo una ambientación tenue pero bien enfocada en las áreas de actuación. No podemos pasar por alto la creatividad y fantástico uso del espacio y las coreografías del director Olmo, que nos hizo sentir que formábamos parte de la historia, tod@s allí como testigos silentes.
En resumen, ‘Moulin Rouge” fue un espectáculo sumamente teatral que nos marcó con su historia en solo 15 minutos. ¡Bravo!