“A menos que veamos
las cosas con el corazón,
no veremos nada”. (Daisaku Ikeda)
Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Meses atrás, nos enteramos que, como parte de la celebración del centenario de Victoria Espinosa (1922-2022), se estaba escribiendo una obra titulada “Yo Victoria”, y que la misma presentaba, entre otras cosas, una biografía de la insigne teatrera. La puesta en escena había sido comisionada a la Dra. Anamín Santiago, por la Dra. Rosita Archevald de la Pontificia Universidad Católica de Ponce. Los actores serían los integrantes del Teatro Rodante Luis Torres Nadal en la universidad del sur. Después, nos enteramos que se trataba de una creación colectiva, donde los jóvenes actores tendrían la preciada oportunidad de aprender en el proceso sobre teatro de vanguardia, performance y otras disciplinas a las que no todos los estudiantes de academias de actuación tienen la fortuna de conocer y someterse. Lo cierto es que, estas experiencias son importantes en la formación de los actores, no solo para su carrera. Las mismas enriquecen el entendimiento histórico y el juicio estéticos de montajes que, no necesariamente son realistas. Es posible que la oportunidad de participar en forma activa de experiencia como esta, se de una sola vez en la vida actoral, y con toda seguridad esa única vez será en la academia. Hasta ahí, el proceso en el trabajo hacia el estreno de “Yo Victoria”, tiene todas las estrellas de una constelación. El realismo es solo una de las tantas consideraciones que los directores seleccionan para elaborar sus montajes, y a juzgar por las diversas y excelentes propuestas que hemos visto, el público aplaude lo que está bien hecho.

Por más que pudiéramos imaginar un montaje creativamente vanguardista (conocemos el trabajo de Santiago con sus estudiantes en la Universidad de Puerto Rico en Humacao), limitamos esa imaginación, y ni siquiera sospechamos lo que íbamos a ver el sábado 22 de mayo, a las ocho de la noche en el teatro Francisco Arriví, como parte de la aportación al Festival de Teatro Puertorriqueño e Internacional del Instituto de Cultura Puertorriqueña que hicieran las escuelas de actuación de distintas universidades en Puerto Rico. La iniciativa de incluir a los estudiantes universitarios en el festival, tiene nuestra admiración y solidaridad. Más aún, después de haber tenido un encuentro místico y mítico con la propuesta del Teatro Rodante Luis Torres Nadal.
Imposible ser objetivos con un trabajo que nos agarró hasta la potencialidad de eternidad, posible, únicamente, cuando todos y cada uno de los integrantes de un montaje (técnicos de planta incluidos) creen en lo que están haciendo y ponen en la intención todo el corazón. Lo anterior funciona como un espejo, el público responde con el mismo corazón. La visión se engrandece. Este profundo sentido de misión colectiva, es muy raro, y sumamente preciado, en el teatro.

Conforme se desprende del programa de mano (¡Alabanzas!), la directora-profesora asignó a sus actores-estudiantes, la lectura de las memorias de Victoria Espinosa, recopiladas en el libro “Lorca en mí-Yo en Lorca”, y les ofreció, (citamos del programa de mano), “las herramientas de la dramatología para poder entender a profundidad qué distingue una pieza dramática de los otros géneros literarios”. Estudiaron, además, “En defensa del performance” de Guillermo Gómez Peña. Después de la teoría y la práctica, los jóvenes construyeron a su propia Vicky, y de esa manera, un grupo de personas que nunca tuvo contacto con teatrera, creó a la Vicky que todos conocimos (sorprendente) y, ayudados por el trabajo de dramaturgista de Anamín Santiago (sobresaliente), pusieron a funcionar a nuestra Vicky en el escenario, ¡furiosa!, ¡regañona!, ¡comprometida!, ¡solidaria!, ¡viva!, ¡genial!
Mientras esperábamos, a que comenzara la obra, disfrutamos un montaje de fotos históricas donde apreciamos a Victoria Espinosa junto con maestros como Leopoldo Santiago Lavandero, Dean Zayas, y Rey Francisco Quiñones, entre otros. Después de la tercera llamada, vimos el vídeo del estreno que se dio el viernes 22 de abril en el teatro Monseñor Vicente Murga, de la danza “A Victoria”, obra musical comisionada por Rosita Archevald al maestro compositor ponceño Rubén Colón Tarrats. ¡Poderosa antesala para lo que nos esperaba! De inmediato, entraron los tambores en metamorfosis hacia la vanguardia y se asomaron los cuerpos danzantes de los jóvenes actores, hermosos, muy bien entrenados, en posesión de una ruta escénica excelentemente coreografiada, y nos colocamos en una dimensión donde el tiempo no muestra barreras. ¡Allí estaba Victoria Espinosa! Era ella quien dirigía, a través de la interdependencia existencial donde todos somos lo mismo. Actores, directora, diseñadores, realizadores, técnicos, ujieres, público, todos éramos Vicky. Fuimos la niña, la adolescente, la mujer negra. Fuimos la escuela. Fuimos los tambores afrocaribeños, el lenguaje arauak, la música de Wagner, vejigantes, soles truncos, marionetas, cátedra; adagios en rondo por Federico García Lorca, René Marqués, Francisco Arriví; interludios feministas en la defensa de la incomprendida directora y dramaturga Piri Fernández; oberturas de iracundos inventarios en el madrigal de la superficialidad teatral, de la traición a los ideales, de la desgarradora realidad colonial. ¡El teatro es un templo! ¡Los actores no se enferman, los actores se mueren! Son los aullidos vertiginosos de Victoria Espinosa que se sostienen de la vida en todos los teatros que pisó… y no pisó.

“Yo Victoria” es una lección magistral de las técnicas de Victoria como profesora, y la creatividad sin paralelos como directora; es un grito que denuncia la profanación del teatro y la injusticia social.
Dairón Santos Sánchez (Victoria furia, Victoria maestra), Rosario María Esmurria Torres (actriz, Titiritera-Victoria), Danelle Marie Bonilla Ramos, (Coreuta 1, Bernarda Alba, Ancestra 5), Bridggit Syephanie Cortés David (Parca cantora, Inés la fea, Ancestra 4), Ethan Quiñones Rivera (Vejigante 1, Hombre 2), Roxelis Montes Franqui (Rosita, Adela, Bailarina), Melanie Girón Mejías (Titiritera-Rosita), Roberto Andrés Rodríguez (Vejigante 2, Titiritero- don Perlimplín), Gretchen Marie Pacheco Cordero (Ancestra 3), Abrianna Rodríguez Kelsey (Ancestra 2), Zenón Lee Hernández Hernández (Arlequín, Hombre 3), Jordamis Molina González (Coreuta 3, Hombre 1), Luz Marie Meléndez Lugo (Coreuta 2, Ancestra), Yarizobeida Díaz Colón (Vejigante 3),Nateishka Vargas Lozada (Don Perlimplín), Nitmar Krystal González Figueroa (Ujier); Elenco: Ludines, Sombras de actores, Figuras del friso griego, Ancestros de luz; actores integrantes del Teatro Rodante Luis Torres Nadal de la Pontificia Universidad Católica de Ponce: ¡Mil veces bravo!
Sebastián Esteban Reyes Arbolay (tramoya), Daniel G. Morales Cruz (diseño de luces), Wilmes Andrés Rivera Narváez (asistente de luces), Elenco (vestuario), Ethan Quiñones Rivera (capas de los vejigantes), Magerly Arroyo Toucet (asistente en costura), Anamín Santiago (diseño de sonido), Carlos Iván Falto (técnico de sonido), Angel Rosa González (técnico de sonido), Elenco (utilería), Angel M Agosto (elementos escenográficos), Magerly Arroyo Toucet (asistente de dirección y regidora de escena): ¡Muy bien!

Deseamos destacar a Rosita Archevald, como la voz de Victoria (llegamos a pensar que era Vicky quien estaba al micrófono), a Dairón Santos Sánchez como la figura de Victoria en escena (llegamos a pensar que era Vicky quien estaba en el escenario), y a las equilibradas voces de Carlos Javier Santos (Voz 1) y Anamín Santiago (Voz 2).
Laureles de oro para Anamín Santiago como profesora, directora y dramaturgista, y para Rosita Archevald (Oficina de Extensión Cultural PUCPR), por la producción general.
Cuando finalizó la obra, el público estaba eufórico. Marcos Carlos Cintrón, director del Programa Artes Escénico Musicales en Instituto de Cultura Puertorriqueña, subió al escenario y dijo unas palabras de felicitación. Una vez finalizadas, le otorgó un afiche del Festival a la directora Anamín Santiago.
Los méritos de esta puesta en escena apuntan en todas las direcciones. Se trata de un montaje muy cuidado, y bellísimo, que compite con la mejor puesta en escena profesional. Se trata de difusión histórica. Se trata de justicia para Victoria. Se trata de un precedente que debe ser emulado en los departamentos de drama de las universidades y academias de actuación. “Yo Victoria” es una producción que enorgullece a Puerto Rico, y sería una representación perfecta en cualquier festival internacional. Esperamos ver este título en muchas carteleras.
Con la comisión de una obra musical (la danza A Victoria de Rubén Colón Tarrats), y una obra de teatro (Yo Victoria del colectivo Teatro Rodante Luis Torres Nadal y Anamín Santiago) como homenaje a Victoria Espinosa, la Pontificia Universidad Católica de Ponce, se pone a la vanguardia de la originalidad en la celebración del centenario de la maestra infinita.
