‘Eter’: producción cuidada y sin errores

Los actores Julio Ramos y Marian Pabón, quienes se presentan hoy en el Teatro América de Vega Baja, son el uno para el otro en esta importante pieza.
Marian Pabón y Julio Ramos protagonizan la obra que ha recibido elogios por parte de la prensa especializada. (Foto Javier del Valle)

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Una mujer de 59 años cuida a su esposo, de 57, ex guardia penal, ahora en silla de ruedas debido a un accidente de tránsito. Tienen 35 años de casados. Ella es delgada, de constitución frágil, él es alto y pesado, pero eso no le impide a la mujer cargarlo para vestirlo, bañarlo, moverlo de posición, o cualquier asunto que tenga que ver con la rutina de un parapléjico. Ella luce amorosa, él, callado, con cierta amargura en toda su figura, suponemos que por su condición. Por la ausencia de ingresos, se mantienen con el seguro social de incapacidad que él recibe, viven en la pobreza. Hasta ahí, podría tratarse de una pareja que se acompañan el uno al otro mientras hacen del camino de penurias, uno de solidaridad y unión.

El párrafo anterior define la sensación que provoca la obra “Eter” de Marian Pabón, los primeros cinco minutos de duración. No obstante, algo hay que inquieta, y muy posiblemente ese algo nos ha venido inquietando desde que tuvimos nuestro primer encuentro, primero con el título, y después, con la promoción, que recuerda los azules de Pablo Picasso en su periodo adolorido.

La producción que hoy llega a Vega Baja, forma parte del Festival de Teatro Puertorriqueño e Internacional del Instituto de Cultura. (Foto Javier del Valle)

Conforme el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la palabra éter tiene los siguientes significados: “1. m. poét. Esfera aparente que rodea a la Tierra. 2. m. Líquido transparente, inflamable y volátil, de olor penetrante y sabor dulzón, obtenido al calentar a elevada temperatura una mezcla de alcohol etílico y ácido sulfúrico, y empleado en medicina como antiespasmódico y anestésico. 3. m. Fís. Fluido sutil, invisible, imponderable y elástico que se suponía que llenaba todo el espacio y, por su movimiento vibratorio, transmitía la luz, el calor y otras formas de energía. 4. m. Quím. Compuesto químico que resulta de la unión de dos moléculas de alcohol con pérdida de una molécula de agua”.

Por las definiciones de la palabra y el azul de las promociones, que se repitió en el pre set de luces, antes de empezar la función, tuvimos la impresión que se trataba de una historia de horror. No nos equivocamos. La historia es aterradora.

Vamos a entendernos. Hay historias reales de asesinos en serie y reyes que empalaban gente a capricho. Hay historias de holocaustos y genocidios. Pero la historia que abraza “Eter” sucede todos los días con personas que vemos por ahí. Algunas de esas personas son parientes, o amigos, o nosotros mismos. Y porque viene sucediendo desde hace demasiado tiempo, muchas personas – demasiadas personas – viven en la creencia de que esa es la ley de la vida, y la fomentan, y la justifican.

La violencia de género, tanto pasiva como activa, campea por su respeto en todos los estratos sociales, en todas las edades, en todos los países del mundo. Se asoma cuando le reímos las gracias al nene que tiene muchas novias; cobra fuerza cuando un padre le dice a la hija que es una puerca que no sirve para nada a solas o delante de los demás; se apodera de nuestra estupidez cuando le prohibimos cosas a nuestras parejas y no detenemos la injusticia desde la primera vez. Hasta que un día, la casa se convierte en un campo de batalla donde los golpes pueden sustituirse por armas de fuego, y la violencia cobra vidas. Lo que es inmoral de estas situaciones, es la indiferencia de las personas que son testigos. Comentarios como: “Si te pega es porque algo malo tienes que estar haciendo” son los golpes más violentos que una persona maltratada puede recibir.

En su propuesta, Marian Pabón no descuidó un eslabón del círculo del maltrato, por más insignificante y desapercibido. La autora supo poner la línea: “Perdón, no lo vuelo a hacer más”, en la boca del agresor la cantidad perpetua de veces que la realidad define. Salir del maltrato cuesta tanto dolor como el maltrato, ese asunto tuvo toda su consideración. Los sentimientos de miedo y de culpa que hemos aprendido de los roles, que aun en el siglo 21, continúan pasando de generación en generación, por las razones que sean, no merecen nuestros juicios, sino toda nuestra compasión. Bastaría con detenerlos, en la medida que podemos, en nuestro ambiente inmediato, y participar en forma activa como ciudadanos conscientes cuando una situación merece una contundente acción.

La denuncia que la dramaturga hace en este texto está desarrollada con una sensibilidad fuera de serie, y una humanidad tan unificadora, que hasta la maldad más prominente se puede conmover. La construcción dramática de la historia es sensacional. Nos vamos enterando lo que ha pasado con la pareja desde el momento en el cual se conocieron hasta el presente, por el espacio de una hora, y es precisamente la duración de esta obra, uno de los tantos logros sorprendentes de esta puesta en escena, producida por De la Legua, Inc., que formó parte del Festival de Teatro Puertorriqueño e Internacional que auspicia el Instituto de Cultura Puertorriqueña, y que vimos el viernes 12 de mayo, a las ocho y media de la noche, en el Teatro Victoria Espinosa.

Encontramos una producción cuidada y sin errores desde el momento que entramos a la sala. La escenografía (Julio Ramos), primer encuentro del público en un montaje de teatro de proscenio sin telón, con la cercanía de la vanguardia, personificaba una cocina comedor de una casa o apartamento de clase pobre. Las luces (Jorge Ramírez), lograron efectos cinematográficos con especiales en el montaje teatral. Utilería, vestuario, maquillaje, sin créditos en el programa de mano, guardaron complicidad con el universo retorcido de Sole y Azael, tal como sucede la vida real. La música, original de Brenda Hopkins fue oportuna y bellísima.

La dirección, creativa, inteligente, poderosa, nos atrapó en crescendo. Las composiciones, el tráfico escénico, como un ballet de lo cotidiano tan acertado, desembocaron en excelencia. ¡Aplausos y laureles para Julio Ramos!

Marian Pabón, actriz de extensa trayectoria y gran talento, que domina la comedia tanto como el drama, nos presentó una de sus mejores actuaciones, sino la mejor. Le creímos hasta los pensamientos. La dirección la movió hacia unas transiciones drásticas, a veces del llanto desesperado a una escena casual, las cuales dominó con envidiable maestría. Pabón nos conmovió hasta el llanto, nos involucró en la acción. ¡Brava!

Julio Ramos, actor que deseamos ver más en nuestros escenarios, se convirtió, totalmente, en Azael hasta el punto de odiarlo. El dominio del cuerpo y de la voz, los gestos, los silencios, Ramos puso al servicio de aquel monstruo todo cuanto tiene encima. Corazón, convicción, entrega, compenetración, empatía, cada uno de los actores sobresalió por muchos méritos, los dos juntos fueron una explosión. Julio Ramos y Marian Pabón fueron el uno para el otro en escena.

La charla con el público después de la función, enriqueció la noche. Llanto, revelaciones, confesiones, opiniones, las personas abrieron sus corazones. La conversación giró en torno a la realidad de la violencia en nuestra sociedad, y al trabajo de los artistas. La producción contó esa noche, y en todas las funciones, con la presencia y orientación de La Casa Protegida Julia de Burgos, entidad que ampara a mujeres víctimas de maltrato.

Deseamos volver a felicitar a Marian Pabón, por el estreno de una obra que estaba preparada desde 2019 y la pandemia detuvo. Celebramos que al fin se pudiera estrenar. Marian aporta con su éxito otra estrella a la dramaturgia puertorriqueña, la cual no carece de nada.

Completaron el equipo de sueño, Aurelio Lima, José Manuel Díaz (pintura telón de piso escenográfico); Edgardo Soto (regidor y co director), Javier del Valle (fotos y arte promocional); y Andrés Santiago (programa de mano, promoción y redes). Por cierto, ¡gracias por el programa de mano, Andrés!

“Éter” se presentará mañana sábado, 21 de mayo, en el Teatro América de Vega Baja. Si no la pudieron ver, no se pierdan la oportunidad.

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