Por Eva Cristina Vásquez*
Los días 12 y 14 de mayo de 2022 se presentó el estreno mundial de la obra “Buckle-Up”, escrita por la dramaturga puertorriqueña Adriana Pantoja. El escenario fue el teatro del Centro Cultural Julia de Burgos, en el corazón de El Barrio (Spanish Harlem, Nueva York). La obra formó parte de la séptima edición del Festival de Artes LGBTQ+, Fuerza Fest, producido por Hispanic Federation. Vimos la función del sábado 14 de mayo.
“Buckle-Up” es una aguda y refrescante comedia de errores interpretada por dos pares de actores. Willie Denton y Omarjadhir Flores les dan vida a los personajes Iván Cantera y Denis Villar, respectivamente. Un segundo par de actores está compuesto por los intérpretes de lenguaje de señas (LSPR) José W. Santiago (Iván Cantera) e Ismael Joel Sánchez (Denis Villar y Paquito). El uso del lenguaje de señas en la puesta en escena de Cuarzo Blanco Inc. (compañía productora de la pieza, igualmente capitaneada por Pantoja, desde 1989) no solo permite la inclusión del público sordo puertorriqueño, sino que también añade una importante propuesta estética, muy deleitable y liberadora. De esta propuesta se desprende la sensación de haber presenciado dos historias en una; o un cuento en dos bandas.

El texto presenta una historia bien redondeada. Iván Cantera, profesor universitario ya jubilado, se encuentra celebrando su cumpleaños número 70. A pesar de parecer estar conforme con la comodidad de su casa, está muy solo. Su amigo Paquito, interpretado por Miguel Diffoot (voz en off), sorprende a Iván con el regalo de una membresía en Buckle-Up, una aplicación para hacer citas, equivalente a otras como Tinder o Manhunt. Lleno de dudas, Iván acoge el reto de asumir la personalidad de su perfil cibernético.
Y, desde ese momento, nos toca “abrocharnos los cinturones” para acompañarlo a él y al galán de su cita en un recorrido de montaña rusa, el cual pone de manifiesto lo difícil de crear vínculos en los tiempos modernos. La obra explora desde la dificultad de conocer gente a través de aplicaciones de citas, hasta la deshonestidad en perfiles, pasando por temas más profundos como la soledad que permea en todas las generaciones de personas en edad de relacionarse sexual y/o afectivamente. Además, la trama nos informa y/o recuerda nuevos retos como lo es utilizar fármacos para concretar las citas a ciegas, tanto para estimular la sexualidad como para evitar las enfermedades por transmisión sexual.
Desde el comienzo de la trama se ve el tema del edadismo, el cual condena a la soledad a aquellos que se han quedado atrás con la tecnología. El prejuicio por edad se extiende a la negación de la sexualidad y sensualidad de los adultos mayores, aparentemente fuera de forma en el arte de conquistar. El tema se agudiza cuando Denis, el compañero de cita de Iván, resulta ser mucho más joven que él.

No obstante, la energía desenfrenada de Denis, paliada en encuentros puramente sexuales con otros usuarios de la aplicación, no lo hace sentirse menos solo. La brecha generacional reclama el centro de la temática de la pieza, a la vez que expone los puntos de unión entre ambas soledades. Descubrimos cómo los seres humanos nos acercamos más entre nosotros en la medida en que nos permitimos el tiempo para hablar y escuchar; cómo las que parecen historias truncas encuentran su continuidad; y cómo la empatía nos salva de nuestros miedos y prejuicios.
El texto de Adriana Pantoja resulta ágil y conmovedor. Sobre todo, es un texto muy al día con los tiempos en que vivimos. Es especialmente refrescante en este momento en que comenzamos a relacionarnos cara a cara, luego de dos años de pandemia, en los que hemos perdido la costumbre de lidiar con la presencia de otros.
Las interpretaciones de Willie Denton y Omarjadhir Flores son delicadas y justamente respetuosas al humanizar a estos personajes con sutilezas que superan la frialdad de un encuentro casi anónimo. Ambos actores se compenetraron y encontraron el corazón de estos seres, en medio del absurdo, sin caer en la caricatura. Hacen, de los personajes, gente a quien conocemos y con quienes nos podemos identificar. Y surge la interrogante: ¿cuán normales se han hecho estas aplicaciones, sus riesgos, peligros y sorpresas?
José W. Santiago e Ismael Joel Sánchez también merecen reconocimiento por sus actuaciones. No solo interpretaban en señas, sino que actuaban, siendo motivo de muchas risas que nos liberaban del texto reconocible, pero refundiéndolo en el gesto. La fuerza del lenguaje en señas, significativo del lenguaje gestual que nos distingue a los puertorriqueños, fue muy apreciada por el público.

Nos parecieron fabulosos los momentos en que la dirección de Adriana Pantoja permitió la interacción entre los actores y los intérpretes en señas. Creemos que estas interacciones se deberían potenciar. No obstante, la historia contada en dos bandas también nos pareció muy divertida e intrigante; pero no queríamos perdernos ni una palabra ni un solo gesto de ninguno de los cuatro actores.
El resto de los elementos de producción de la pieza: diseño del vestuario, por Edgardo Cortés; diseño de iluminación, por Eduardo Bobrén; y diseño de escenografía, por José Luis Gutiérrez, todos aportaron a nuestro disfrute del ambiente y de los personajes. Especialmente, disfrutamos del diseño del sonido, por Chenan Martínez, otro personaje dentro de la pieza.
Buckle-Up fue una grata y divertidísima sorpresa. ¡Qué viva la inclusión en todas sus manifestaciones!
*Eva Cristina Vásquez es miembro fundador de Teatro Círculo (Nueva York) y profesora de español, teatro y estudios puertorriqueños en York College (CUNY)