Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El pasado viernes, a las siete de la noche, en el teatro Monseñor Vicente Murga de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico, recinto de Ponce, se dio un evento histórico de suma importancia: el estreno mundial de una obra musical dedicada a Victoria Espinosa, y comisionada por la gestora cultural, profesora universitaria, productora teatral, dramaturga, actriz, ensayista y administradora del Teatro Monseñor Vicente Murga y la Sala de Teatro Experimental de PUCPR, Rosita Archevald.
De todos los homenajes que se le han hecho a Victoria Espinosa, este es el único que envuelve la comisión de una obra musical, específicamente, una danza. Que surja una danza para nuestra gloria, desde la Cuidad Señorial, cuna de Juan Morell Campos, uno de los mejores compositores de danza que ha dado a luz nuestro archipiélago, eleva la celebración a niveles míticos. Ponce no podía hacerlo mejor.
Conversamos con Rosita sobre la obra que comisionó, y sin poder ocultar la emoción por participar en las celebraciones del centenario de quien todos los teatreros llamamos maestra, nos dijo: “El profesor Rubén Colón Tarrats fue director del coro de PUCPR, y ahora está retirado. Él es un extraordinario compositor de danzas, y un excelente arreglista. Además, es mi amigo. Cuando le pedí que compusiera una obra musical en honor a Victoria, se sintió sumamente honrado, porque, no solo sabe quién fue nuestra maestra, también la conoció. En el proceso creativo de la pieza, el maestro y yo nos comunicamos muchísimo. Compartimos nuestro sentir para Victoria, nos hicimos preguntas el uno al otro. Un día me leyó la letra, que también es de él, y a mí me encantó. Me dijo que haría un arreglo para piano y coro, pero no me permitió ir a los ensayos hasta el lunes de la semana del estreno, porque quería que fuera una sorpresa. La sorpresa fue tan feliz que me hizo llorar”.
Comentó Rosita que, en el coro, compuesto por exalumnos de la universidad, la mayoría integrantes de la Coral Municipal de Ponce, algunos conocían a Victoria y otros no, de modo que el proceso artístico se convirtió también en un proceso educativo, y esa fue la mejor manera de enaltecer a Espinosa, quien, además de ser directora, era educadora. Cuando llegó el día del estreno, la profesora Archevald no tenía ningún interés en ocultar lo emocionada que no había dejado de estar, algo que compartía con todas las personas que se dieron cita en el teatro Teatro Monseñor Vicente Murga. Se respiraba satisfacción y felicidad. El ambiente era ideal.
Al empezar el acto protocolar, la profesora Lisette Rodríguez, de la Facultad de Teatro y Arte Escénica, dio la bienvenida a nombre de la Oficina de Extensión Cultural y el Programa de Extensión Cultural de Artes Escénicas. En sus palabras, reconoció la presencia del presidente de PUCPR, Dr. Jorge Iván Arocho y su esposa la profesora Angie Hernández; la licenciada Liza Riesta, ayudante del Presidente; la Dra. Myriam López, vice presidenta de Asuntos Estudiantiles; la profesora Wanda Soto vice presidenta asociada de Asuntos Estudiantiles; el profesor José Vidal Martínez, presidente de la Junta del Colegio de Actores de Puerto Rico; el licenciado Daniel del Valle, tesorero de la Junta del Colegio de Actores de Puerto Rico; los productores Jhosean Calderas y Gabriel Santana de Escena Latina, Inc.; la profesora Johanna Ferrán y los integrantes del Teatro Rodante del municipio de Bayamón, el cual dirige; y la Dra. Anamín Santiago.
Después de la bienvenida, hizo su entrada el Coro de la PUCPR, a la batuta del maestro Hugo Adames, director de la agrupación musical. Después de deleitarnos con dos interpretaciones contemporáneas bellísimas, el coro dio paso al Dr. Jorge Iván Vélez Arocho, presidente de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico. “Victoria Espinosa es una figura excepcional en la vida de nuestro pueblo. Victoria es teatro, pero más importante, Victoria es identidad, Puerto Rico, nación, nuestra patria. Honramos el centenario de una persona que representa los más altos valores de nuestra nación”, manifestó Vélez en su saludo protocolar, uniéndose a la consigna de emoción de la noche.
El presidente del Colegio de Actores de Puerto Rico, José Vidal Martínez, firme, emotivo, sincero, efectivo, pero con nudos en la garganta, expresó: “Victoria es fundadora de nuestro colegio, la única agrupación en Puerto Rico que ampara a nuestra clase profesional. Cuando hay necesidad, ahí está el colegio. Cuando hay que defender la justicia, ahí está el Colegio, en el Senado, en la Corte, donde sea. Esa es la herencia que Victoria nos dejó. Ella está viva en nuestro recuerdo porque fue una fajona. Por sus manos pasaron muchos actores, mientras ellos vivan, ella vive”.
Antes de concluir sus palabras, Martínez dio las gracias a la Dra. Anamín Santiago por la iniciativa, y la acción, de reunir los grupos que celebran el centenario de la maestra durante todo el año, en todo Puerto Rico.
En la semblanza de la maestra, Anamín Santiago destacó el momento en el cual conoció a Espinosa: “Ella ofrecía el curso de actuación. Empezaba en enero y terminaba en diciembre. El curso estaba lleno de gente de otras concentraciones. Había personas graduadas que pedían readmisión, solo para estar con ella”. En su discurso, señaló Santiago que es “importante defender la figura a quien ‘historisaciones’ malintencionadas han querido borrar su gesta teatral política y apropiarse de sus estrenos mundiales y representaciones e innovaciones teatrales”, y concluyó: “A nosotros y nosotras nos traspasó el corazón con su pedagogía, su solidaridad, su tesón, el desprendimiento por su país, por su arte. Nos toca defenderla y posicionarla como merece”.
Una vez finalizada la semblanza, hicieron entrada las 15 voces que formaron el coro que interpretaría la obra musical “A Victoria”, acompañados al piano por el profesor Josué de Jesús Valentín. Junto a ellos, hizo su entrada el compositor, Rubén Colón Tarrats, quien también fue el director del esperado estreno de la noche. Lo demás fue sublime.
El piano impuso un comentario en breves, pero resueltos acordes, y las voces, nereidas inmortales, ampararon la eternidad de una épica, que al inquieto son de ritmos muy nuestros desenfrenó la victoria para Victoria, en una danza que paralizó de belleza la vida. De repente, la ruta tomó la forma de la linda y fuerte voz de Ivette Pérez Matos, profesora de la Universidad Interamericana y esposa del maestro Colón Tarrats, quien, en su prosa recitó algunos nombres de obras dirigidas por la maestra: “El público”, “Yerma”, “El amor del don Perlimplín con Belisa en su jardín”, “Los títeres de Cachiporra”, “Teatro breve”, “La zapatera prodigiosa”, “Los soles truncos”, “Sacrificio en el Monte Moriah”, “Areyto pesaroso”, “Isla Terrazo”, “La charca”, “El beso de la mujer araña”, y “Así que pasen cinco años”. No había finalizado Pérez Matos de pasar la revista de su breve selección de inventario, cuando las primeras dos notas de la Borinqueña arrastraron al calderón con las voces, declarando la metamorfosis de danza a himno. Con heroicidad, el coro se dividió en dos partes para dejar un espacio en el medio que la voz de su llamada hizo aparecer la foto de la maestra en el ciclorama, con sus brazos extendidos en la glorificación de su nombre: Victoria. El público adoptó ese nombre y el aplauso intenso no se dejó esperar. ¡Bravo, maestro Colón Tarrats! ¡¡¡Bellísimo!!!
“¿Qué se puede decir después de esto?”, expresó Lisette Rodríguez antes de presentar a la profesora Rosita Archevald, quien, si había hecho un intento por no esconder la emoción, las lágrimas corrieron por el mismo respeto.
“Estoy muy emocionada”, fue lo primero que dijo antes de agradecer al Colegio de Actores de Puerto Rico y al Comité organizador del centenario por haber incluido a la universidad que representa en la celebración del centenario de Victoria Espinosa. Archevald agradeció al compositor, que aceptó el reto y salió de su retiro, así también a su esposa por la lectura que hizo. “La generación de ahora la debe conocer y siempre se debe celebrar la vida de ella”, dijo sobre Victoria Espinosa Rosita Archevald antes de llamar al Presidente de la Pontificia Universidad Católica, Jorge Iván Pérez Arocho, para que, junto con el maestro compositor Rubén Colón Tarrats le hicieran entrega de la partitura, como regalo de la PUCPR, al Colegio de Actores de Puerto Rico.
José Vidal Martínez subió al escenario a recibir el premio, acompañado de Jhosean Calderas, Gabriel Santana, Johanna Ferrán y Anamín Santiago. Después de la entrega del valioso documento histórico, se hicieron las fotos conmemorativas.
El inigualable evento en el teatro Monseñor Vicente Murga cerró con unas palabras de Profesora Lisette Rodríguez: “Agradecemos a todas las personas que hicieron posible este acto de celebración por los cien años de Victoria Espinosa, la oficina de prensa, el personal del teatro Monseñor Vicente Murga, al departamento de planta física, la facultad del programa de teatro y artes escénicas, al colegio de artes humanidades. Buenas noches. Seguimos celebrando”. Nos hacemos eco de su oración final: “¡Qué viva Victoria Espinosa!” Añadimos: ¡Gracias, Rosita Archevald!