Pilar Quintana y la narración del lado oscuro

La escritora colombiana afirma que con la ficción ‘una se atreve hacer lo que en la vida real no se atreve’.
La autora colombiana Pilar Quintana presentó su ponencia ayer en el Primer Encuentro Internacional de Autores que se celebra en el Centro de Bellas Artes de Caguas. (Foto FB/Graciela Rodríguez Martinó)

Por Luis Echevarría
Para Fundación Nacional de la Cultura Popular

Pilar Quintana toma asiento en el medio del escenario y comienza a leer: “Narro sobre mi vida que comienza en una zona rural de Colombia. Vivía en la selva, un lugar donde casi llovía todos los días; a veces siete días seguidos… Mi primera novela fue de ficción de un personaje que se llamaba Pilar Quintana que tenía 28 años y trabaja como ‘copywriter’ en una agencia de publicidad. Cali era su ciudad. El tono y la estructura son de novela. Al terminarla hice siete copias y las envié a las siete editoriales que encontré en el directorio telefónico. Una de esas editoriales envió de vuelta a casa de mi madre el libro pues no estaba interesado y mi madre lo leyó y me dijo: ‘Esto es lo que uno no debe contar a nadie’”.

La escritora colombiana, que ayer presentó su ponencia en el Primer Congreso Internacional de Escritores que se celebra en el Centro de Bellas Artes de Caguas, le dio acceso al público al mundo que ella quiso construir desde las letras. Un mundo de sombras y frustraciones ante el cual se presentó lejos del acostumbrado esquema social.

“Con la ficción puedo decir todo lo que quiero. Escribir es mi manera de entender el mundo. Escribo para explicarlo”, afirmó la escritora.

La autora de “Los abismos” expuso un puñado de vivencias que ha canalizado a través de la literatura. (Foto Luis Echevarría para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Como un pase de lectura ligera entre diversos capítulos que componen su fructífera labor literaria, hizo referencia de otra de sus novelas sobre un crimen perfecto en donde la selva se encargaba de devorar el cuerpo del marido de esta mujer que lo asesina. “Esto me pasaba por la cabeza cada vez que peleaba con mi marido. En la ficción una puede ser mala, puta, loca, todo lo que uno no se atreve en la vida real. Es un teatro en la cual represento mi lado obscuro”.

Tras ocho años de matrimonio “en la selva”, un salto al norte la llevó a Iowa… con su marido. En un cambio de ambiente – dentro de un mundo aislado-, una voz interior le advertía que las cosas en su matrimonio no iban bien. Ahí supo lo que era la “violación de espacio”. “Él juntaba tanto su cara a la mía que sentía mi espacio violado. Me gritaba, si quería irme me cerraba la salida, me agarraba y me estrellaba a la pared. Pensaba si aquello era normal, qué hacían todas las parejas cuando peleaban. Trataba de trabajar en una novela, pero no iba para ninguna parte”. Y era obvio. Abordar el tema del espionaje de una agente de la OEA en una nueva propuesta novelesca, estaba muy distante de lo que era su propio drama.

Entonces volvió a su casa en la selva. “Yo, que me creía tan valiente, que desafiaba a mi familia y las convenciones sociales, era una mujer maltratada e indefensa, una víctima”.

La violencia la encontró y tuvo que salir huyendo ante el temor de que su compañero de vida la atacara. “Solo pude llevarme mi computador y una maleta”.

Ya cumplía los 39 años, y sin una casa editorial que le publicara sus trabajos, sintió que el mundo le caía encima.

“Colombia, es un país en guerra. Nuestra violencia es tan larga y prevalente que ocupa nuestro centro. Es la propagandista de titulares: ‘Así eran los campos de concentración que la FARC utilizaba para los secuestrados’. Era una violencia tan horrenda que nos olvidamos de las otras violencias. La que ocurren a puertas cerradas, que no son visibles, las que nos mantienen serviles y calladas. Esa era la violencia de la que yo podía y quería hablar: la violencia original. Mientras tanto, ya era una mujer de cuarenta y tanto que se sentía acabada. Me enamoré de un escritor. Decidí vivir juntos y me embaracé. Comencé una nueva novela de exploración sicológica sobre una mujer que conoce a un asesino que había matado a su hermano con un machete y el alcohol era la chispa que prendía la violencia; una que conocía, que la tenía adentro”, apuntó.

La escritora intercambió impresiones con el público asistente y firmó libros en la Sala Carmita Jiménez. (Foto Luis Echevarría para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

La autora que en su niñez leía clásicos de la literatura colombiana, que también devoraba algunas obras franceses e inglesas, que identificaba a “Cumbres Borrascosas” de Emily Brontë como uno de sus libros favoritos y que destacaba como su libro predilecto “Crónica de una muerte anunciada” de Gabriel García Márquez, entendió que la literatura estaba hecha para gente como ella.

“Escribí mi primera ficción cuando estaba en primaria. Se trataba de un payaso que tenía la cara pintada de besos, pero estaba muy triste pues había sufrido una serie de tragedias. Se le había muerto su mamá, se quemó su casa y las cosas más horribles que podía imaginar una niña de siete años. Era sorprendente que esa niña a esa edad ya sabía la diferencia que había entre la máscara y el interior. En mis ponencias explico mis novelas en momentos como una mujer adulta y una niña a la vez”.

Tal y como lo ha vivido – y aprendido –el éxito de la ficción es saberse poner en el lugar del otro. O como bien ella misma dice: “es hacer el ejercicio de agacharte para ver todo a través de esos ojos”.

Con sus vivencias y observaciones, la mirada de Pilar Quintana ya nos ha entregado cinco novelas y un libro de cuentos. Los títulos de por sí, son más que reveladores: “Caperucita se come al lobo”, “Coleccionistas de polvos raros” (merecedor en España del Premio de Novela La Mar de Letras), “La perra”, traducida en 18 idiomas (finalista del Premio Nacional de Novela y del National Book Award en EE.UU.) y otros aciertos en el mundo internacional de las letras. Junto a ellos aparece entonces el más reciente, “Los abismos”, galardonado con el Premio Alfaguara de Novela en 2021 y que ya está en vías de ser traducida a múltiples idiomas.

“Como escritora me gusta narrar lo que me prohibieron. Mi madre me decía eso no la habla una señorita de su casa, esto te da mucho material para narrar. Cuando comencé a publicar en el año 2000 había un ‘boom’ de escritoras (cuyas obras) se identificaban como literatura femenina. El feminismo ha sido fundamental en mi construcción como escritora”, concluyó en su ponencia ante el público que asistió ayer al Primer Congreso Internacional de Escritores que se celebra en el Centro de Bellas Artes de Caguas.

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