Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
El mundo clásico perdió al genio Krzysztof Penderecki en la cuaresma de 2020, justo al inicio de la pandemia de Covid-19.
Murió tres años después de que el maestro polaco engalanara el Festival Casals con la sublime y espiritual lectura e interpretación de la partitura de su monumental obra “Credo”, grabada decenas de veces e interpretada centenares de ocasiones en los festivales internacionales de música académica.
Perdura el recuerdo de la cuaresma de 2017, meses antes de la pesadilla del huracán María, con Penderecki en el podio dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, al Coro de Niños de San Juan, a la Coral Filarmónica de San Juan, a los solistas Iwona Hossa, Karolina Sikora, Agnieska Rehlis, Rafat Bartminski, Tomasz Konieczny y a un conjunto de metales.
El polaco Penderecki, que se desempeñó como director artístico del Festival Casals entre 1993 y 2002, aun no ha recibido cristiana sepultura. Mas hoy martes 29 de marzo sus cenizas serán depositadas en la Catedral de Cracovia.
El sábado, en el concierto “Homenaje a Penderecki”, el director titular de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico aludió al fenecido como “uno de los grandes últimos compositores universales”.
Y el saludo de Puerto Rico, aunque el programa incluyó al final la Sinfonía Número 5 en mi menor Opus 64 del ruso Piotr IIich Tchaikovsky, consistió del estreno de la obra “In Memoriam Krzysztof Penderecki”, comisionada al boricua Alberto Rodríguez.
Resultó el tributo más sentido que Puerto Rico, a solicitud del director titular de la Orquesta Sinfónica, Maximiano Valdés, le pudo rendir a Penderecki.
En sus tres movimientos (“Deciso”, el adagio “Treno por las víctimas del Covid” y “Vivace”) la Orquesta se emplea hipnotizante, poderosa y extasiante, atrapando al espectador con su partitura lúgubre, nostálgica y melancólica.
In crescendo, la Orquesta traduce el tributo en negación, ira ante la súbita muerte de un hombre saludable, tensión, luto, duelo y una reprochable aceptación ante la pérdida del maestro, mediante un equilibrio hermoso entre metales y cuerdas, con participación prominente de la percusión sinfónica y preludios orantes en flauta y piccolo, con recurrentes compases de silencios elocuentes a pesar de su misteriosa abstracción.
Nuestro Luis Miguel Rojas, chelista de la Orquesta Sinfónica, fue el solista de la obra “Largo para Chelo y Orquesta” del fenecido Penderecki.
¡Otro deleite para el alma! ¡Música para la contemplación! Rojas demostró su virtuosismo y técnica, rebasando a veces la escritura para enriquecer su interpretación con sus emociones y sentimientos. Evidente por demás resultó su familiaridad con la partitura de Penderecki.
En sus partes “Adagio molto sostenuto”, “Andante con moto” y “Adagio” se escucharon chelos en exquisitos contrapuntos, balance entre metales y maderas, coloridos pasajes de cuerdas y el arrollador equilibrio sonoro de una Orquesta dirigida infaliblemente por el maestro Valdés.
Tras dos años de encierros por la emergencia de la pandemia del Covid-19, ya la administración del Centro de Bellas Artes de Puerto Rico no exige pruebas de vacunación, resultados negativos de 48 horas ni distanciamiento físico. Solo el uso de mascarillas, que algunos músicos de la Sinfónica aun usan y otros no.
La asistencia fue muy pobre y, como suele suceder en los eventos de la Orquesta Sinfónica, consistió de adultos mayores de ambos géneros, que no se quitaron las mascarillas, pero que sin duda alguna oxigenaron sus almas con el grandilocuente estreno del réquiem a Penderecki.