Por Vicente Toledo Rohena
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Conexión de ritmos y armonías que convergen libremente. La bomba y el jazz entrelazan notas que alborotan el pentagrama y juntos, desatan melodías repletas de sentimientos. Una explosión de música que de forma libre transita por ambas vertientes; bomba, jazz, fuertes vivencias sonoras y naturalmente, de la vida.
Todas esas huellas marcan ‘Bámbula’, un extraordinario proyecto discográfico del bajista, compositor y arreglista Alex ‘Apolo’ Ayala. Trabajo que reúne toda una gama de experiencias familiares, ancestrales, musicales y de todo tipo, capaz de enriquecer el día a día, como persona.

“Podemos decir que el disco es la culminación de un proceso que comenzó hace casi tres años atrás con la muerte de mi madre en 2019. Luego nos atacó la pandemia… como residente en Nueva York, Estados Unidos, fue una dura experiencia la situación del asesinato de George Floyd… Un poco después, falleció mi abuela, y muchas cosas pasaron. Me reconecté con mi identidad afro-puertorriqueña y mi herencia familiar, todo eso hizo sentarme y escribir toda esta música. ‘Bámbula’ es producto de esa situación y experiencia personal”, explicó el músico boricua que reside en Nueva York hace casi nueve años.
Durante esta década en la llamada ‘Gran Manzana’, tocó con grandes y diversos exponentes en la música que ayudaron a seguir ese amplio y heterogéneo acervo cultural-artístico. Fue conectando una experiencia con otra, junto a figuras como Gilberto Santa Rosa, Luis ‘Perico’ Ortiz, Humberto Ramírez; hasta diferentes oportunidades en Nueva York con músicos como Ángel ‘Papo’ Vázquez, Ralph Irizarry, Flavio Silva, Antonio Hart, Michael Eckroth; y como director musical de los Pleneros de la 21, por mencionar algunos.
En ‘Bámbula’, Ayala enmarca un espacio bien particular, porque crea un ambiente donde el contrabajo realiza un trabajo exquisito, monumental y sobresaliente. Confecciona un cuarteto de contrabajo, batería, saxofón alto-soprano y barril de bomba, dejando fuera instrumentos de melodías y referencia armónica como puede ser el piano o la guitarra. Lo que obliga al bajista a un trabajo mayor y convertirse en voz y destaque en las piezas. Un llamado a la conexión y enlace del bajo como instrumento que lleve la voz cantante y mayor protagonismo.
“Trabajé esta confección del formato para obligarme a dejarme sentir más con mi instrumento. Este formato se presta mucho para eso… Otro elemento principal en el disco es el barril. Lleva lo que es melodía y ritmo. Quería darle protagonismo al ritmo con la batería y el barril de bomba. Por eso existe mucha conversación y espacio para batería y tambor… No quería que el barril se utilizara solo para buleo y marcar el ritmo de la bomba, sino que tuviera un papel más protagónico. Sacar al barril fuera de su zona. Colocarlo en otro plano, con un rol más protagónico y principal. En interacción rítmica. Sacar el barril de la bomba, y con el contrabajo conectar la melodía con la percusión. Un espacio libre… Ahí es donde entra el jazz. En esa libertad de la conexión, melodía, ritmo, y el contrabajo en enlace de unión”, explicó.

En la producción discográfica se destaca prácticamente el formato de cuarteto. Apolo Ayala (contrabajo-compositor y arreglista), Iván Renta (saxofón alto y soprano), Fernando García (batería) y Nelson Mateo González (barril de bomba). En el tema ‘Café y bomba eh’, participa en la parte vocal, Anna Louise Andersson –esposa de Ayala- exponente de jazz y música soul.
“A Iván la mayoría de la gente lo conoce por su exposición y excelencia en el saxofón tenor, pero en esta producción, lo puse a tocar saxofón alto. Cuando le hablé del proyecto, le comenté sobre el deseo de que utilizara el saxofón alto y me dijo que sí. Cuando terminamos de grabar me dio las gracias por traerlo de nuevo al saxofón alto. Es un saxofonista excelente. En cuanto al baterista Fernando García, tiene como líder varios discos donde trabajó los ritmos de bomba con jazz. Conoce muy bien el vocabulario de la bomba, barril y cómo enlazarlo con la batería y el jazz. Es un baterista extraordinario. Nelson Mateo se crio acá en Nueva York dentro de la tradición folklórica. Forma parte de uno de los principales percusionista de música puertorriqueña en esta ciudad y es un fenómeno en lo que hace. En resumen, todos somos músicos de jazz que podemos pasearnos por ambos estilos”, detalló el bajista boricua que cuenta con amplio trasfondo en el jazz, salsa y música latina.
Sobre su esposa, la cantante Anna Louise Andersson, expresó palabras de elogio por el trabajo en la pieza ‘Café y bomba eh’, donde ciertamente la atinada y refinada voz, adornó y cautivó con estilo personal y gran ‘feeling’.
“Es una cantante de jazz y soul, que no porque sea mi esposa, posee una melodiosa voz. Deseaba sacarla de la zona en que acostumbra cantar y llevarla hacía algo nuevo que no hubiera explorado. Ha tenido la oportunidad de compartir con músicos africanos por lo que adentrarse a la bomba con pizca de jazz, son pasos muy cercanos. Hay que dejar claro, que el tema era de gran reto, porque no hay piano ni guitarra. Está obligada a expresar más melodía sin referencia armónica. Es poseedora de una gran voz, entonación y afinación”, dijo Ayala.

El disco es una oda a la bomba. Cuenta con un interés ambicioso de mezclar bomba y jazz. La melodía brota y surge eficazmente de un estilo personal que imprime el bajista, donde emplea el contrabajo como un instrumento destacado; solista, en primera línea, prohibido a limitarse en acompañar. Sonido fuerte, protagónico que se deja sentir y marca territorio de liderazgo.
Inicia la producción con el tema que da nombre al proyecto, ‘Bámbula’. Canto de fuerza rítmica, donde del saque, deja claro el sabor que encierra el disco. Un canto a sus ancestros y como tal, evoca a su folklor. En ‘Jíbaro Negro’, se escuchan incluso, pizcas de entonaciones jíbaras por parte de Iván Renta (saxofón) quien luce colosal en todo el CD. Los imponentes espacios de expresión solistas de Ayala, Renta, García y Nelson Mateo son a través de toda la producción, un deleite que deja encendida la vena rítmica al terminar de disfrutar el disco.
Completan el proyecto discográfico, ‘Bozales’, donde sobresalen una vez más, los grandes solos; ‘Café y bomba eh’, que aunque brinda momento melodiosos y sutiles en la voz de Anna Louise, no da tregua a la fuerza del ritmo; ‘Matriarca’, pieza dedicada a su abuela, dotada de gran intensidad; la continuidad explosiva en el corte ‘Agosto’; ‘Ma: Bendición’, ofrenda a su progenitora que aflora sentimientos y agradecimiento por su vida; y el espectacular arreglo de ‘Las caras lindas’ –único corte del disco que no es de la autoría de Ayala, tema de Tite Curet Alonso- forman parte de un excelente proyecto cautivador, donde se alinea un sonido refrescante, libre y creativo; con la dosis de jazz y folklor.