Albert en el recuerdo

El paso del artista por el mundo de la actuación quedó marcado en las vivencias de aquellos que le conocieron.
El actor Albert Rodríguez en ocasión de ser reconocido por el Círculo de Críticos de Teatro. (Foto suministrada)

Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

“Una noticia ha golpeado justo en el centro-centro de los escenarios puertorriqueños. El compañero actor y amigo, Albert Rodríguez se despidió de su existencia en la mañana de hoy. Tenía 58 años de puro talento, ingenio y chispa. Era querido de todos en Puerto Rico. Se destacó en el teatro tanto como en televisión. A principios de la década de 1990, fue vicepresidente la Junta del Colegio de Actores de Puerto Rico, desde donde dejó su huella de militancia incondicional. Albert nació el 7 de noviembre en Añasco, donde los dioses mueren. Gracias por tantas horas alegres, Albert, actor excepcional, gran profesional, amigo querido. Puerto Rico te aplaude de pie. Abrazos y consuelo para tus familiares y amigos”. Así leía el mensaje que el Colegio de Actores de Puerto Rico envió a su matrícula, la mañana del lunes 15 de marzo, cuando no emperrábamos en no creer la noticia, que ya era oficial. Por todas partes ondeaban las manifestaciones espontáneas de quienes conocimos y atesoramos a Albert. Vimos compañeros retorcerse de llanto y gritar. El dolor, todavía es inmenso. Nadie esperaba la partida del amigo, quien, tenía tanto para dar.

Todos conocen los trabajos que hizo Albert en las producciones de televisión de Sunshine Logroño, desde los inicios de “El condominio”, hasta el sol de ayer, cuando trabajaba en el programa Remix, en WAPA TV. Se habla de Agatha y del Dr.Aguelles como si fueran los vecinos del lado del público televidente. Esos fueron sus más recientes esfuerzos y los tenemos muy presentes. Últimamente, Albert lucía un abundante pelo llenito de canas. Pero esa abundante cabellera, una vez fue casi negra.

Conocí a Albert en 1982, cuando él daba sus primeros pasos en el mundo teatral profesional, en la lectura de “La resentida” de Enrique Laguerre, producida por Ubaldo Santiago y dirigida por Chavito Marrero. Aunque el personaje tenía poca participación, Albert sobresalió por su natural carisma y su voz de privilegio. Era un cantante arrullador. “La resentida” fue el punto de partida para la amistad. Éramos jóvenes y teníamos sueños. Unidos, muchas veces por las tensiones de los ensayos, nos íbamos a “compartir las penas” en La Nueva Fortuna, cuando el negocio estaba al lado del teatro Sylvia Rexach. Íbamos a cenar en grupo después de las funciones, y, cuando no estábamos trabajando en alguna producción, estábamos pendientes los unos de los otros, para decidir en dónde íbamos a “parisear”. El joven Albert era muy inteligente y, aún más, muy agudo. Sus afilados comentarios sobre los últimos incidentes del ambiente, eran certeros y arrancaban risas en los camerinos, antes de una función. Albert observaba con detenimiento a cada persona que tenía delante, y después, la imitaba a la perfección. Con él, aprendí que todos podemos ser caricaturas.

Nuestro amigo, no solo era talentoso, también era estudioso y sumamente responsable, por lo que los productores de teatro no tardaron en considerarlo como actor para sus proyectos. Fue en el estreno de “El bosque encantado” de Mirelsa Modesti, producción de Genie Montalvo, la primera vez que lo dirigí. Hizo una jirafa sin cuello conmovedora. Con esa obra, comenzó el inventario de animales que Albert interpretó para los niños. Fue el encantador camello de “Aladino”, adaptación de Myrna Casas para Producciones Cisne. Fue uno de los actores que interpretó el unicornio blanco de mi obra “La ciudad fantástica”, producida por Yiyi Vilella. Una noche que le di pon a su casa, me dijo: “Alina, todos los personajes que me dan, son animales”. Aunque lo dijo en broma, el mensaje llegó, así que escribí para él el Villano de “Popeye en Puerto Rico”, donde se destacó, conforme una crítica, como “el mejor villano de todos los tiempos”.

Albert hizo un personaje de una sola línea en “La charca”, adaptación de Miguel Bosques y Victoria Espinosa para la producción de Reto, Inc., que subió a escena en el Teatro Tapia en 1985. En el estreno, la sola línea que dijo Albert arrancó tantas carcajadas, que terminó como doble del protagonista. Hizo muchas funciones para estudiantes. “La charca”, se presentó todos los días de un solo mes, a veces, con dos funciones diarias. Durante ese tiempo, no faltaba el hojaldre, delicia típica de Añasco, con el cual Albert nos convidaba cada vez que iba y regresaba de su pueblo natal.

¡Cuántas vivencias! Todavía están vivas las tantas anécdotas de la gira de “El gran circo eucraniano” de Myrna Casas, donde él interpretábamos personajes que eran hermanos. ¡Cuánto nos divertimos por los pueblos de la Isla, en Miami y en Nueva York, entre 1988 y 1989!

Con el tiempo, comenzamos a trabajar en proyectos donde no coincidíamos, y ya no nos vimos con la misma frecuencia. Cuando me enteré que Albert incursionaba en la dirección escénica, en 1991, fui a ver su trabajo en el musical infantil “Los tres osos” de Aleyda Morales. Fue un trabajo redondo y muy creativo.

No volví a trabajar con Albert Rodríguez. No obstante, siempre que nos veíamos formábamos una fiesta bien alborotosa. Yo vi su carrera crecer. Aquel jovencito que interpretó un personaje de pocas líneas en 1982, llegó a ser un actor reconocido y mimado. Fundó, junto con Deddie Romero, en 2012, National Talent Academy, lo cual lo hizo vivir con una nueva profunda satisfacción. Albert, también se envolvió en actividades sociales altruistas y, muchas veces, levantó su voz a favor de la clase artística de nuestra nación.

En una entrevista de radio que Albert concediera hace menos de un año, le preguntaron cómo se sentiría si muriera en aquellos mismos momentos. Nuestro amigo dijo que se iría sin un solo remordimiento, sin una sola frustración, porque había logrado cosas, más allá de lo soñado. Ser actor, es una perfecta labor social cuya misión principal es alegrar las vidas de los demás. Además de la felicidad que le proporciona a una persona hacer lo que le encanta todos los días, la felicidad más grande de Albert Rodríguez, quien llegó a definirse a sí mismo como terco, amable y humilde, tenía una relación de amor con lo que estaba logrando con sus estudiantes. Los artistas y los educadores siempre estarán por ahí. Los primeros, dejan sus leyendas en los teatros y siguen viviendo en los trabajos que hicieron en cine, televisión y radio. Los segundos se mantienen en la descendencia de sus estudiantes. La estrella de un artista, quien también es maestro, tiene una estela infinita.

Sepelio y homenaje para Albert Rodríguez

El sepelio de Albert Rodríguez será hoy jueves 18 de marzo, en el Teatro Braulio Castillo de Bayamón. Por motivos de la pandemia, la ceremonia será íntima, y se limitará a sus compañeros de la clase artística, sus estudiantes y su familia. A las seis de la tarde, Albert será traslado a su adorado Añasco.

National Talent Academy invita a todos los artistas y al público en general, a un homenaje muy especial para Albert Rodríguez, este sábado 21 de marzo, a las ocho y media de la noche, en las facilidades del plantel en el barrio Víctor Rojas. Se develará una pintura de la bandera de Puerto Rico con el rostro del actor, director y amigo. Se debe confirmar la asistencia al teléfono 787- 816-2000.

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