Por Ivonne Belén
El martes, 9 de enero de 2001, a quince minutos para la llegada de la medianoche, en el Hospital Oncológico de San Juan, muere el Poeta Edwin Reyes. Escribo este mensaje de amor 20 años después de ese impactante episodio que marca mi vida. Fue mucho lo que aprendí y crecí en el proceso de cuidarlo durante su enfermedad. El alacrán -como el Poeta nombraba al cáncer que le aquejaba- hizo sus estragos y venció. El Poeta ya estaba preparado para lo inevitable. Su proceso para el cambio de materia a espíritu fue muy intenso y a la vez hermoso. Aprecio haber sido testigo de ello. En el tiempo exacto de su partida, luego de haberle susurrado al oído: “Llegó el momento… busca la luz”, no me sentí devastada. Al contrario, sentí una paz muy grande. La misma paz que siento ahora, al momento en que escribo estas palabras.

Hoy sábado, 9 de enero de 2021, honro a quien merece que se le honre. El Poeta cumplió una gran misión en su vida al ofrecernos una obra excelsa, contundente, hermosa. En mí aflora el recuerdo de inolvidables y enriquecedoras conversaciones. Conversar con Edwin era un ejercicio alucinante. De igual manera, siento el claro convencimiento de que fue un compañero incondicional. El Poeta estuvo a mi lado en mis momentos de quebranto emocional. Era el más leal admirador de mi arte. En fin, siento muchos motivos para celebrar la vida del Poeta Edwin Reyes.
Celebro con regocijo al Poeta Edwin Reyes y les comparto uno de los más bellos poemas del poemario ‘El arpa imaginaria’: “La cueva del Monte Baldío”. Les presento también la imagen de una hermosa bandera puertorriqueña, con una flor de jazmín por estrella, diseñada, con amoroso empeño, por el pintor y escultor granadino, José Manuel Darro. Hasta a la España andaluza, cuna de Lorca, llegan sus versos. Así es la poesía, trasciende fronteras y tiempos.
Invito a sus amigos y a los admiradores de su obra, a que jamás olviden sus gestas creadoras ni su nobleza ni su espíritu combativo. El Poeta vive en el recuerdo de todos. Celebremos hoy los 20 años de su tránsito a la inmortalidad. No le olvidemos nunca: ¡la poesía no muere!
LA CUEVA DEL MONTE BALDÍO
truena la lluvia sobre el monte
la tarde percudida huele a tierra y a sombra
en la cueva del Monte Baldío
tú y yo somos dos niños guarecidos del mundo
sentados bajo la piedra protectora
sobre las hojas húmedas del tiempo
tomados de la mano contemplando el torrente
de la fuerza que baja sobre los recios árboles
sobre las guabas maternales
sobre los humildes cafetos
los velos sucesivos del agua
juntan en una sola nuestras soledades
en la oquedad remota del aguacero
palpitantes de amor y de frío
aguardando serenos el orden de la noche
mientras la lluvia sigue poderosa perenne
que llueva que llueva
la virgen de la cueva
hasta que de los niños sólo queda
un resplandor de corazón de ángel
mientras va amainando la lluvia
y con la noche
comienza a llegar desde el valle
el bramido profundo del río Toro Negro
la creciente arrastrando frutos bestias bayaos
estremeciendo el barrio donde una tarde maga
dos niños fascinados por la lluvia
se abrazaron por siempre
para que no cesara de llover
los pajaritos cantan
la virgen se levanta
que llueva que llueva…
de noche cuando llueve
en la cueva del Monte Baldío
resplandecen de amor las luciérnagas
EDWIN REYES
(2 de julio de 1944, Barrio Pozas de Ciales, Puerto Rico- 9 de enero de 2001, San Juan de Puerto Rico)
La autora es un trabajadora de la cultura cuya labor en el cine ha legado obras fílmicas de reconocimiento internacional como “Una pasión llamada Clara Lair” y “Julia… toda en mí”.