Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
En fechas pasadas, literalmente, celebramos las nominaciones al Grammy Latino de los álbumes “Fase dos” de Juan Pablo Díaz, “Mind Of A Master” de Bobby Valentín y “Mi Luz Mayor” de Eddie Palmieri, de lo más sobresaliente producido en las postrimerías de la segunda década del tercer milenio.
De la misma manera lamentamos los resultados de la votación: ninguno resultó premiado con el fonógrafo dorado, aunque coparon las posiciones de honor en la lista de los álbumes más sobresalientes de 2016 y 2018 en la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
El aprendizaje: no hubo los suficientes socios boricuas [y en 2020 tampoco los hay] en la Academia Latina de la Grabación para respaldarlos con sus votos.
Así que, aunque de cuando en vez algún boricua es reconocido, lo importante –a pesar de que hay clásicos irrepetibles como “Mi Luz Mayor” dignos de un Grammy Latino honorario- es pensar que las nominaciones aparecerán en sus resumés como una distinción y eso, pues, es (parece que para no pocos) suficiente.
Con eso en perspectiva, es menester una mirada a la vigésimo primera ceremonia del Grammy Latino que el mes entrante se celebrará en Miami, Florida.
Los reguetoneros y traperos boricuas, como Bad Bunny, Ozuna y Daddy Yankee, copan las nominaciones en las categorías urbanas y nuestra Kany García aparece como finalista en varios rubros.
El apartado de la salsa, sin embargo, lo dominan los artistas boricuas. Más que un análisis de posibilidades, es motivo de celebración que sean reconocidos por sus trabajos Víctor Manuelle, Tito Rojas, Luisito Ayala y Charlie Cruz.
El quinto finalista es el Grupo Niche de Colombia, con su álbum “40”. Y en Colombia, particularmente en Cali, son muchos los socios votantes del Latin Grammy…
Pero acá ya brindamos, como si se alzaran con el preciado y codiciado fonógrafo de oro, por Don Luisito Ayala, que aparece nominado junto a su orquesta Puerto Rican Power con el cd “40 años de Power”.
Es una banda que, contra viento y marea, se ha mantenido a flote, a pesar de que antes de la pandemia la industria no la consideraba entre sus favoritas, aunque sí el soberano sudamericano.
Muestra de perseverancia, a pesar de que tampoco figura en el selecto núcleo de los solistas salseros, es el naguabeño Charlie Cruz, que ya debe acumular al menos 20 años de carrera. Su disco “Tentaciones, Vol I” es su carta de presentación.
Otro artista muy querido es Tito Rojas, cuya producción “Un gallo para la historia” se coló en la rumba del ‘Latin Grammy” y es un reconocimiento merecido a su trayectoria, que incluyó capítulos formales con BorinCuba de Justo Betancourt, La Internacional de Pedro Conga y la propia Puerto Rican Power.
Como quinto finalista, Víctor Manuelle con “Memorias de Navidad”, el disco más vendido en las festividades de 2019, una producción de cinco estrellas, respaldada por un extraordinario especial de televisión, editado en DVD, y una contribución a la cultura salsera navideña que en 2019 lo admite al selecto círculo de los clásicos de Cheo, Maelo, Colón-Lavoe y la Ponceña.
En síntesis, puede que alguno gane o no, pero lo trascendental es que sus nominaciones confirman que, aunque tímidamente, Puerto Rico aún tiene la llave de la salsa.