Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Era El Dueño del Soneo.
El Cangri de la Salsa.
El Último Sonero.
Pero ante todos era “El Inigualable”: Carlos “Cano” Estremera.
Con su deceso esta tarde, a los 62 años, cumplidos el pasado 2 de septiembre, tiñe de luto no solo la salsa, sino la música popular en general.
Cano, que sintió que la muerte varias veces le susurró al oído, según dijo al locutor Marcos Rodríguez ‘El Cacique’ de La Z, murió por complicaciones de salud.
Se recordará que en noviembre de 2018 fue sometido a un trasplante de los pulmones en la Universidad de Pennsylvania en Filadelfia debido a un padecimiento de fibrosis pulmonar.
Nunca pudo volver a cantar y durante poco más de un año enfrentó serias recaídas, hasta su deceso en las primeras horas de la tarde de hoy, enlutando la salsa.

“Mi corazón está destrozado, no tengo consuelo”, escribió esta tarde su esposa Yamira Arce Estremera en Facebook.
De no mediar la pandemia del Covid-19, Cano sería despedido de este plano con todos los honores del Pueblo, pero al parecer no será así.
Uno de sus compañeros y amigos, su compadre Luisito Carrión, sin contener las lágrimas, expresó su dolor. “Me siento bien triste”, dijo esta tarde en La Z.
Luisito, quien lo sustituyó en la orquesta de Bobby Valentín, dijo que Cano, el Sonero era polémico, y Carlos, la persona, muy diferente.
De su controvertible personalidad, Carrión señaló que Cano “me decía que esto era por vender” y el que lo conocía se iba equivocar porque es un alma de Dios, un alma de pan.
“Lo que mi señora Jenny sabe del negocio se lo enseñó Cano Estremera, mi amigo, mi compadre”.
Luisito estuvo muy cerca de Cano y en ocasiones lo alentaba para que se aferrara a su esperanza por vivir. Pero hace poco lo vio mal. “De la forma que lo vi entubado le dije a Jesús que si se lo quería llevar se lo llevara porque era muy triste”.
En la última semana, según relato El Cacique esta tarde en su show por La Z, Cano había recaído. Los riñones estaban maltrechos, entre otras condiciones.
El locutor dijo que Cano se merecía una despedida masiva, pero por la situación de la pandemia parece que no será posible, se le escuchó decir con voz entrecortada.
Desde Nueva York, el trombonista y productor Ángel ‘Papo’ Vázquez recordó los años en que coincidieron en la orquesta de Valentín, a quien esta tarde le dejamos varios mensajes en gestión de una reacción.
“El Cano siempre fue bien chévere conmigo, siempre riéndonos y buen compañero”, sostuvo Papo.
Cano inició en la plena, muy cerca de los Pleneros del Quinto Olivo en el residencial Fray Bartolomé de las Casas en Barrio Obrero. Curiosamente terminó en la plena al grabar la canción “Los cobrones”, una crítica política a la Junta de Control Fiscal.
Con la Orquesta Mulence cantó un tiempo antes de incorporarse en 1979 a la orquesta de Bobby Valentín, en sustitución de Luigi Texidor. Con Valentín popularizó “La boda de ella”, “El muñeco de la ciudad”, “Canta mi gallo”, “Manuel García”, “El Caimán”, “El compromiso”, “Si me caso mejoro” y otras.
Tras su salida de la orquesta de Valentín, matizada por diferencias de negocios, Cano se lanzó como solista con el disco “El Niño de Oro”, en la que incluyó el éxito “Viernes social”.
En plena explosión de la salsa erótica y romántica, Cano produjo los álbumes independiente uno “Dueño del Soneo”, volumen uno y dos, y “Salvaje 88”. Con Combo Records grabó cuatro álbumes: “Cambio de sentido”, “Punto y aparte”, “Diferente” y “Ópera Ecua jey”, en tributo a Ismael Rivera.
Partidario de socializar las grabaciones de sus presentaciones en vivo, Cano Estremera fue el mejor vendedor en los mercados subterráneos del disco, al extremo de que los melómanos atesoran sus actuaciones en El Balcón del Zumbador, el Anfiteatro Tito Puente, Bellas Artes y en las plazas públicas del País.
Idolatrado en Perú, Ecuador y Colombia, Cano continuamente era solicitado en esos y otros mercados. También colaboró en discos de José M. Lugo, Sonora Ponceña y la Puerto Rican Masters y su tributo a Marvin Santiago, a quien consideró el sonero más versado, su más grande influencia y siempre humilde en sintonía con el pueblo.
Su regreso al mundo del entretenimiento era incierto. Primero, por los altibajos en su recuperación y, en los pasados ocho meses, por la pandemia del Covid-19.
Con el fallecimiento de Cano Estremera la salsa pierde a uno de sus soneros más deslumbrantes del género, con una capacidad de improvisación extraordinaria, dominio de la métrica del soneo y de un ingenio a la hora de hilvanar sus versos, con picardía y un gran sentido del humor, como su épico duelo al atardecer con José Alberto ‘El Canario’.
Descanse en paz, Cano Estremera.