Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Agosto de 2018 será recordado como un mes muy feliz para la música puertorriqueña.

Entonces, como parte de las atracciones del espectáculo “A las Puertas del Ocho Puertas”, la cantante Chabela Rodríguez, junto al inmenso pianista Carlos ‘Tato’ Santiago, desbordó en varias funciones el café-teatro de la Fundación Nacional para la Cultura Popular con el recital “Semillas de Nueva Canción”, la propuesta más taquillera de la referida serie de presentaciones que tuvo como protagonistas a intérpretes de su generación.
La música es la misma de siempre, pero se renueva con los años en las voces de los cantantes jóvenes que, en relevos artísticos lógicos, la acuñan y asumen para revestirla de nuevos matices y motivos.
La Nueva Canción no es cualquier canción. La poesía de denuncia sociopolítica; la canción de resistencia y el pregón de protesta se caracterizan por su poder emancipador de conciencias. Cualquier cantante no la puede interpretar porque, más allá de su entonación, es una canción que compromete; es un credo, una convicción.
La obra de los grandes como Mercedes Sosa, Serrat, Silvio y Roy Brown, por mencionar algunas leyendas de la Nueva Canción, trasciende y reafirma su credibilidad e impacto precisamente porque son la expresión de un estilo de vida cotidiano que se hace eco en posturas valientes en contra de las desigualdades sociales y la opresión provocados por los desgobiernos.

Son las voces que se inmortalizan entonando una Canción por aquellos que no tienen voz; por los amordazados del “establishment” político; es la expresión sincera de los juglares del pentagrama que promueven la justicia y con gallardía denuncian que en cada país el Sur también existe, máxima muy real en la presente emergencia sísmica que desplaza a miles de hermanos en Guayanilla y Guánica.
Chabela es una semilla emergente de la Nueva Canción. Experta en músico terapia, conoce muy bien el efecto del proceso de comunicación que se registra durante una canción entonada con sinceridad y sensibilidad.
Luego de la cobertura del recital presentado en agosto de 2018 en la Fundación, específicamente el 14 de agosto de ese año, reseñamos que Chabela llegó con una “canción para desalambrar”.
La reseña, reproducida en las notas discográficas de este cd, inicia con la metáfora de cómo Chabela con sus pies descalzos marcó el compás de cada interpretación y con su voz poderosa, cálida e imponente estremeció a su público.
A su lado, como en complicidad y en simbiosis absoluta, las manos de un maestro fuera de serie se deslizaban a sus anchas por las octavas del piano, con un torrente de acordes y arpegios impregnados de sentimiento y emotividad, aderezados ocasionalmente con colores del jazz y el tango.
Fue el culto de la cantora Chabela Rodríguez y el pianista Carlos “Tato” Santiago a la canción urgente e inteligente; a la poesía musical; a la nueva canción que no cambia con los tiempos; siempre renovada e innovadora que no tiene fecha de caducidad por la trascendencia de su esencia y contenido.
Al saque, en el muy esperado disco realizado en vivo en la Fundación y ya a su alcance aquí, Chabela establece su enorme estatura artística con el poema “Por qué cantamos” de Mario Benedetti, musicalizado por Alberto Favero.
El poema de Benedetti, reseñamos entonces, marcó la tónica del recital: la poesía como brújula. Con el comentario sociopolítico como norte; la justicia social y la emancipación nacional como faros, “Semillas de Nueva Canción” entraña un nostálgico recorrido por la esencia misma de la expresión. Un discurso contundente y actual, de luchas civiles contra dictaduras; de levantamientos de las clases oprimidas; de resistencia obrera, de irreverencia estudiantil.
Un discurso poético musical de indiscutible pertinencia ahora en 2020 que en cada letra y verso interpela y desafía a una reflexión sincera en Puerto Rico en tiempos de la opresión imperial y colonial que se revela en la junta de control fiscal, la corrupción gubernamental, la privatización indiscriminada e inescrupulosa del patrimonio nacional y un proceso de gentrificación en el Suroeste orquestado por los capitalistas del desastre.

El disco, con notas discográficas adicionales del conocedor Jorge H. Medina y una dedicatoria de la intérprete, incluye de Víctor Jara, “Te recuerdo Amanda”; de Daniel Viglietti, “A desalambrar”; de Roy Brown, “Sal a caminar”; de Silvio Rodríguez, “La maza”; de El Topo, “En las manos del campo” y “Antonia”; de María E. Walsh, “Como la cigarra” y del carioca Milton Nascimento, “María, María”.
La elocuencia poética y musical continúa con los textos “Casa abierta”, “Te quiero”, “Creceremos” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón” de Salvador Cardenal, Mario Benedetti, Amaury Pérez y Fito Páez, respectivamente.
Fue una noche inolvidable en que Chabela, cantora ecléctica que domina todos los géneros populares, se consagró como la voz de su generación que representa con autoridad y credibilidad el repertorio de los poetas y cantautores latinoamericanos y caribeños en que descansa la tradición trascendental de la nueva canción.
Si en el pasado las cantaron Danny, Lucecita, Mercedes, Soledad y Silvio, ahora las interpreta Chabela.
Perdurará la imagen de dos manos y dos pies desnudos. Un par sobre el teclado, desafiando y mutando a la canción. Esas manos tienen nombre: Tato Santiago.
Los pies descalzos sobre la balsámica y acariciante superficie del escenario del café-teatro de la Fundación Nacional para la Cultura Popular: los de Chabela.
Aquella inolvidable experiencia artístico-musical es documentada para la posteridad con el lanzamiento de “Semillas de Nueva Canción”.
El relevo ya se consumó. Puerto Rico, con mucha dignidad, aporta una voz poderosa a la canción de siempre. ¡Enhorabuena!