Unidos en una Canción

Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Fue una tarde de afirmación de la identidad boricua con un espectáculo por partida doble: la presentación de José González y Criollo Clásico y el Atardecer Navideño con Danny Rivera.

José González ofreció un concierto junto a Criollo Clásico. (Foto Javier Santiago / Fundación Nacional para la Cultura Popular)

El inmueble de la Fundación Nacional para la Cultura Popular, testigo el verano pasado de la resistencia del Pueblo y sus luchas contra el fracasado gobierno de Ricardo Rosselló, se impone como un signo insobornable de la conciencia cultural y artística de Puerto Rico.

Se sabe que el dinero, en un sistema que se rige por el capital, es necesario para promover proyectos. Puede sobrar, mas si faltan los principios de la solidaridad y subsidiaridad no se avanza mucho y menos si a los artistas les falta compromiso.

Precisamente, el celo de personalidades de la clase artística, como Danny Rivera, es lo que -a pesar del tsunami financiero que se nos viene encima- perpetúa la trinchera de la Fundación. Eso fue evidente la tarde del pasado domingo 29. La gente, incluido el turismo procedente de otras latitudes, reconoce la valía de este lugar y lo respeta como un aposento de la cultura.

Para empezar, la presentación de José González y Criollo Clásico fue muy concurrida. José, guitarrista y cuatrista, compositor, cantante, arreglista y productor muy ducho, regaló no solo buena música, sino el paradigma de una familia unida, pues sus hijos René y Ahmed González se han desarrollado en la música justo a su lado y dominan varios instrumentos, como la flauta, la guitarra y la percusión.

Fue un recital muy ameno estructurado en dos partes que, con lo buen conversador que es José, entretuvo a los presentes entre música intercalada con anécdotas de su trayectoria. Con la Monoestrellada negra y blanca, símbolo de resistencia contra la opresión, Criollo Clásico hizo Patria con un repertorio orientado al jazz contemporáneo y su fusión con ritmos latinoamericanos y folclóricos, en una dinámica en que Ahmed desplegó su talento en la flauta.

“British Invasion” fue oportuna para exponer su conocimiento del rock y la influencia de Los Beatles en su formación inicial, que de hecho reconoció ayer con su versión de “Here Comes The Sun”.

De la guitarra acústica, José dobló al cuatro para interpretar piezas como “Mariandá”, que invitaron a los presentes a palmar sus manos y repetir el estribillo del seis. El concierto, a medida que se desarrolló, enfocó en el repertorio navideño que Criollo Clásico y la Banda Criolla han acumulado a través de los años.

“Cantar del Niño Rey”, incluida en el disco “Feliz Navidad boricua”, la jocosa “Llamada a Santa Claus” y el mosaico de “El jolgorio”, “El burrito de Belén” y de plenas tradicionales redondearon la excelente participación de Criollo Clásico Trío.

Al finalizar, a eso de las 5:15 p.m., no cabía un alma en la esquina de la Calle Fortaleza con la del Cristo, justo al pie de los balcones de la Fundación, donde Danny ameniza su “Atardecer Navideño”.

Nunca vimos esta celebración tan concurrida como el domingo. Esta vez, en lugar de que una multitud repitiera la consigna ‘Ricky renuncia’, tararearon felices los éxitos del Cantante Nacional, Danny Rivera.

Con la espontaneidad que lo caracteriza, Danny se asomó al balcón para entonar ‘a capella’ unos versos inspirados en la Patria, que invitó a que la masa humana entonara con él.

Mi linda Borinquen
El pueblo está reunido
Y se siente el sentido
De amarte más y más…

Se unieron sus músicos y de ahí pasó a entonar “En mi Viejo San Juan”, que el mar de gente cantó con el artista.

Por la próxima hora, Cantante y Pueblo fueron Uno en una sola alma. Danny invitó a escuchar con el corazón, consciente de que al superar la asistencia de Atardeceres previos era necesario un sistema de amplificación más potente.

Se escucharon villancicos tradicionales y éxitos como “Alegoría”, “El coquí”, “El cardenalito” y “Paz en la tierra”, pero sobre todo se sintió el abrazo cariñoso del cantor nacional que, a pesar de sus compromisos, cada diciembre reserva una fecha para cantar desde los balcones de la Fundación.
Ayer, incluso, muchos recibieron gracias de su espiritualidad pues durante una emergencia con uno de los presentes y ante la ausencia de un médico, Danny exhortó a que extendieran las manos y repitieran un mantra sanador.

Fue un momento de hermandad y solidaridad muy espontáneo que confirma cuan profundo el artista ha calado en Puerto Rico.

Oscureció y, poco a poco, la gente, sonriente, se dispersó por los alrededores del Viejo San Juan, permaneciendo en la esquina de la Calle Fortaleza la buena vibra de un genuino cantor de pueblo.

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