Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Los eventos que se dieron el pasado verano en Puerto Rico sentaron una pauta, no solo en nuestro archipiélago, también en el mundo. Se cayó la fachada de manso cordero para dejar ver la verdadera esencia del DNA de nuestro pueblo, 50 a 50 búho y león. Sin importar colores, sabores, olores, los puertorriqueños nos tiramos a las calles, tocamos cacerolas, y, entre incontables manifestaciones, creativas, certeras y divertidas, logramos hacer un cambio en el destino de la nación sin que cayeran vidas durante los días de nuestra revolución. Las personas en el mundo que no sabían que Puerto Rico era parte del planeta, se enteraron, exactamente, de quiénes somos y otras naciones comenzaron a emularnos. Nunca le restaremos un ápice de mérito a lo que pasó.

Muchas de las manifestaciones, que incluyeron tierra, aire y mar, se hicieron con arte. No faltaron los artistas plásticos, los músicos, los cineastas, los performeros. La sátira política en el teatro es parte de nuestra tradición, y quien pega primero pega dos veces, dice el refrán. Esos deben haber sido los pensamientos del dramaturgo, director, actor y productor puertorriqueño, Carlos Vega, cuando concibió su obra “El chat combativo”.
Carlos Vega es un dramaturgo serio con sello propio. Su teatro trata temas cotidianos, pero expone asuntos y puntos de vista que otros dejan pasar, sin manipulaciones ni emociones desbocadas. Cada vez que vemos una obra de Vega, sentimos su sinceridad, y la comedia en su teatro, fluye en forma natural. “Nos partió por el medio”, “Quejas de cama” y “La casi casi Primera Dama”, son tres de sus títulos. Como él mismo informó en una entrevista para la Fundación Nacional para la Cultura Popular, tardó, más o menos, mes y medio, en dar a la luz “El chat combativo”, y decidió dar ese paso mientras era testigo directo de lo que pasó en el verano en nuestra ciudad capital. Carlos Vega, y su esposa, la actriz Naymed Calzada, son vecinos del Viejo San Juan. José Zorrilla escribió su Don Juan Tenorio en, más o menos, 20 días. Esa pieza sigue llenado teatros en todas partes del mundo, aún más de 100 años después. Sin lugar a dudas, es posible escribir una buena obra de teatro, y exitosa, además, en corto tiempo.
La noche del sábado 23 de noviembre, que fuimos a la sala René Marqués del Centro de Bellas Artes de Santurce a ver “El chat combativo”, el teatro se engalanaba con público muy nutrido y eufórico, muchos de ellos jóvenes. Es posible que para algunos, aquel fuera su primer encuentro con el teatro. Que una producción logre acomodarse en ese horizonte, es un mérito para destacar. La producción se esmeró para que el montaje tuviera buena escenografía, luces creativas, y hasta efectos especiales. Consideramos que “El chat combativo” es una producción exitosa con aciertos artísticos que, con cierta justicia, intentaremos enumerar, ya que sufrimos por ausencia de programa de mano, herramienta de rigor indispensable en la tradición teatral, para saber quién hizo qué.

Un programa de mano no es un gasto superfluo. Les rendimos justicia a los profesionales (para los artistas los créditos son esenciales) y le damos a la posteridad lo que le debemos: los nombres de los técnicos, los actores, los creativos, los relacionistas públicos, las personas a quienes agradecemos, unas notas del autor, del director y el productor, etc. De haber premios nacionales, como una vez los otorgaba el Círculo de Críticos, esta sería una falta imperdonable y tal vez, motivo para una descalificación. Les pedimos a los productores que cesen y desistan de esta práctica. Si no tienen los recursos económicos, pueden, por ejemplo, ofrecer una dirección cibernética donde se encuentre el programa de mano.
Nos enteramos en el intermedio quiénes hicieron el diseño de escenografía (¡Muy bien, Will Ortiz!), y el diseño y realización de luces (¡Precioso, Lynnette Salas!). Nos entristece no saber quiénes fueron los artistas y diseñadores que hicieron el vestuario, la utilería, las relaciones públicas, el sonido, los peinados, el maquillaje, porque tenemos mucho bueno que decir de todos. Fue un buen trabajo, armónico y prolijo. La producción (Glorimar Rodríguez para Molusco LLC) no escatimó.
Sabemos, que el director fue el propio dramaturgo, Carlos Vega, cuya propuesta clásica, de tráfico escénico preciso, con sorpresas inteligentes (nos inclinamos ante la trampa por donde entró y salió la mujer rubia), descansó en las actuaciones y en la conversación. Las palabras, de todo tipo y nivel, eran las dueñas y señoras del texto y el montaje comprendió que la acción ocurría fuera del escenario.

Sabemos, por supuesto, quiénes son los actores, profesionales talentosos y queridos del público, todos estuvieron a la altura de la calidad. Carlos Esteban Fonseca, Naymed Calzada, Carlos Vega y José Santana aportaron talento y picardía a sus personajes, muy bien definidos desde el libreto. Deseamos destacar a Albert Rodríguez y a Alejandro Gil, por ser “pícaros entre todas las naciones”. Disfrutamos las actuaciones.
Esta sátira política, inspirada en hechos reales, no debe tomarse como documento histórico, ya que, como el mismo autor lo explicara a los medios desde antes del estreno, es de ficción. Vega no tenía idea de lo que estaba pasando dentro del Palacio de Santa Catalina, mientras el perreo estaba encendido y había especial de marihuana frente a la Catedral. Pero imaginar tiene que haber sido divertido, de modo que el dramaturgo decidió explorar alternativas sobre los sucesos dentro de la Fortaleza, con tres miembros del gabinete del gobernador, protagonistas del famoso chat, una empleada de custodia, y un guardia, que esperaban en la antesala de la oficina del primer ejecutivo. El fuerte del texto son los personajes. Nos parecieron tan encantadores que nos dieron deseos de escoltarlos a la cárcel en una limosina llena de globos de helio y botellas de champagne. La voz del pueblo personificada por una mujer trabajadora fue un homenaje. Otro acierto en la pieza, que nos recordó a las comedias neoclásicas (de hecho, esta obra tiene unión de tiempo, espacio y acción), fueron las entradas y salidas a la oficina del gobernador, donde el mandatario, a quien nunca vimos, se debatía entre “ser y no ser”. El ambiente que no vimos, pero sentimos, de esa habitación, junto con el ambiente que no vimos, pero sentimos, del pueblo manifestándose en la calle, fueron fichas positivas en el contenido y la forma del libreto, que al autor aprovechó. No obstante, la dramaturgia de esta comedia todavía tiene mucho potencial. Debería, tal vez, el autor, hacerle cortes (muy pocos), revisar las repeticiones (unas cuantas), y considerar, en el desarrollo del “todo sinfónico”, que los “acentos rítmicos” de las escenas, corran en crescendo.
Felicitamos al dramaturgo, director y actor, y agradecemos su arrojo sincero. Felicitamos a la producción y agradecemos que se mantengan haciendo teatro, sobre todo, en estos momentos. Los abrazamos por eso. No dejen fuera el programa de mano en la próxima oportunidad.
“El chat combativo” subirá a escena el sábado 14 de diciembre al Teatro Yagüez, en Mayagüez y el sábado 21 de diciembre, se presentará en el Teatro La Perla, en Ponce. Todas las funciones comenzarán a las 8:30 de la noche. No se la pierdan. Se van a reír.