Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Qué tal si le invitan a un recital de las obras de la cantautora chilena Violeta Parra y de nuestra Sylvia Rexach; qué tal si se entera de que se profundizará en sus composiciones menos conocidas y qué tal si la función es enmarcada en las Noches de Peña que periódicamente la agrupación Tepeu suele presentar en el café-teatro de la Fundación Nacional para la Cultura Popular en el Viejo San Juan.
Con semejantes detalles, no hay duda de que el amante promedio de la buena música haría lo imposible por presenciar el espectáculo. Anoche, pasando inadvertido por los medios que cubren cultura, no cupo un alma en el espacio de arte alternativa, localizado en la esquina de las calles del Cristo y la Fortaleza.
Hubo personas que no lograron acceso a la función “Homenaje a Sylvia Rexach y Violeta Parra” que, en el ambiente íntimo de la Fundación, confirmó que la actividad cultural de excelencia en el País no se detiene, en parte gracias a la visión y el compromiso de personalidades como de organizaciones como la Fundación, escenario de talentos artísticos genuinos que ordinariamente quizá no lograrían acceso a otros espacios para exponer su trabajo.
Nunca vimos tan llena la sala de esta institución cultural. Y es que Tepeu es respaldado por un público selecto que reconoce su valía y contribución a la escena musical local ya durante 45 años, que precisamente celebran con el lanzamiento del cd “Seguir latiendo”, uno de los álbumes más sobresalientes de 2019.

Los respalda una excelsa discografía y también la naturaleza de su taller: Tepeu es una agrupación familiar integrada por don Enrique Ríos Cortés, su esposa Mayra Celis Escribano y sus hijos Arturo Otlahui y Enrique Bayoán, un virtuoso guitarrista que prácticamente domina todos los géneros populares.
La función comenzó con don Enrique y su interpretación de “Casamiento de negros” de Violeta Parra, cuyo texto de modo sutil bien pudiera concebirse como una crítica a la discriminación racial.
“Se ha formado un casamiento
Todo cubierto de negro…
Negros novios y padrinos negora
Cuñados y suegros y el cura
Que los casó era
De los mismos negros”.
La presente coyuntura de resistencia social multitudinaria en Chile, contra las medidas neoliberales del presidente Sebastián Piñera, impartió mucha más actualidad a la trascendental e imperecedera obra de Violeta Parra, que no pocos conocen por sus clásicos “Gracias a la vida”, “Me gustan los estudiantes” y “Volver a los 17”, que no pasaron inadvertidas por Tepeu y sus invitados.

“Homenaje a Sylvia Rexach y Violeta Parra” colocó, frente a frente, a las heroínas de la poesía y la canción con conciencia, intercaladas en una función didáctica que discurrió musicalmente, durante la primera parte con Bayoán en la guitarra y Arturo en la percusión. Si bien los datos biográficos, la contextualización histórica y la relevancia de cada composición compartidos durante la puesta en escena ratificaron la misión educativa de la Fundación, artísticamente la experiencia fue igual de fascinante y complaciente.
Se debe reconocer la contribución al recital de la Asociación de Compositores y Editores de Música Latinoamericana (ACEMLA) por facilitar las licencias de ejecución pública del cancionero de Sylvia Rexach interpretado anoche en la Fundación.
Primero en la voz de Lío Villahermosa, un admirador, conocedor y estudioso de la obra de Sylvia, a quien saludamos y felicitamos porque, en ocasiones, al ser acompañado por Bayoán, parecía como si escucháramos a la propia compositora entonar las canciones del disco que grabó junto a Tuti Umpierre, editado por el ICP en la década de 1960. El registro, la entonación y el fraseo de Lío en “Novela de amor”, “Dios de oro”, “Otro camino”, “Senda de flores” e “Y entonces” refiere inevitablemente a la grabación aludida y confirma que Lío respeta su legado.
Miguel Diffoot, un polifacético artista respaldado por la Fundación, también recordó a Sylvia con melodías más conocidas como “Anochecer”, “Por siempre” y “Nuestra luna”, continuando con “A dónde vas, jilguerillo” y “Por qué los pobres no tienen”, ambas de Violeta, que ilustran la actualidad de su discurso en tiempos de la alzada chilena.
Entonces hizo su aparición la sorpresa de la velada: la cantautora Andrea Cruz, una voz extraordinaria, de perfección técnica, de un fraseo muy sugerente y expresivo, y muy hábil en la guitarra. Andrea, parte del nuevo movimiento de cantautores, honró la memoria de Violeta Parra con sus versiones de “Volver a los 17”, “Paloma ausente”, “Maldigo al alto cielo”, “Ausencia” y “Cantores que reflexionan”.

La Noche de Peña en honor de Sylvia y Violeta, voces latinoamericanas que convergen en la reverencia de sus discursos al Amor, finalizó con Tepeu, cuarteto integrado por la distinguida familia de Don Enrique, Mayra Celis, Bayoán y Arturo, con su pequeña hija Julia Telva aportando la inocencia de la música que la proyecta al mañana como heredera de una tradición forjada en torno al folclor sudamericano y la música puertorriqueña.
“Run run se fue pa’ el Norte”, “Me gustan los estudiantes”, “Gracias a la vida”, interpretada por Andrea y Mayra Celis, y un final de gran lustre con “Olas y arenas” de Sylvia, con Miguel, Andrea y Lío, sellaron la función.
A la petición de otra, complacieron al público con “Como la cigarra” de María Elena Walsh, popularizada por la inolvidable Mercedes Sosa, intérprete emblemática de la obra de Violeta.
Esta Noche de Peña de Tepeu fue una ofrenda de querencias hechas canciones y voces como un saludo sincero con la sonrisa de guitarra, charango, cajón y quena a dos grandes del pentagrama latinoamericano: nuestra perenne Sylvia Rexach y la siempre actual Violeta Parra.