“¿Qué fuerza es más poderosa que el amor?” (Igor Stravinsky)
Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Hablar sobre una compositora de música clásica no es algo ordinario. Si hacemos un ejercicio de memoria, es posible que no recordemos ni siquiera a ninguna del pasado entre los artistas que hicieron una diferencia. Sin embargo, las hubo, muchas, y muy buenas. Lo cierto es que las mujeres en el campo del arte, aun en el siglo 21, estamos luchando para prevalecer en un mundo donde todavía se confía más en los hombres. Sabemos que hubo mujeres compositoras (Leonor de Aquitania (S 12), Francesca Caccini (S 16), Clara Josephine Wieck de Schumann (S 19), Teresa Carreño (S 19 y 20) y Berthe di Vito Delvaux (Siglo 20 y 21), por mencionar solo cinco) en muchos países, en tiempos pasados y contemporáneos. Juana Inés de la Cruz, por ejemplo, en el siglo 17 en México, compuso música, y sabemos, gracias a investigadores como Guillermo Schmithubber de la Mora, cómo fue tratada. Hablar de Juana Inés de la Cruz como compositora, aun en nuestros días es extraordinario. Cuánto más extraordinario resulta hablar sobre una compositora puertorriqueña de música clásica. Sin embargo, en estos momentos, se está hablando mucho sobre la joven puertorriqueña Johanny Navarro. Sus trabajos de música clásica contemporánea han sido estrenados en y fuera de Puerto Rico con éxito y elogios de la crítica.
Vayamos a los más recientes. Su ópera “Frenesí”, producida por Teatro de la Ópera a la batuta de Roselyn Pabón, se presentó el pasado 25 de mayo en el Cuartel de Ballajá ante el insistente aplauso de más de mil personas. Después de llegar de Estados Unidos con motivo de su participación en la actividad “Mujeres en Puerto Rico durante la Primera Guerra Mundial”, presentación musical y diálogo, el 7 de junio en Lovinger Theater de Lehman College en Nueva York, partirá en pocos días a Torre del Lago, Toscano, Italia, para participar del prestigioso Festival Puccini que se celebra todos los años desde 1930.
Podemos tener encuentros estupendos con la brillante carrera de Navarro, en su dirección cibernética oficial y en distintas entrevistas en los principales periódicos y revistas del País y el extranjero, donde se manifiestan, entre otras cosas relativas a su carrera, su estilo de fusión de música clásica con ritmos caribeños, y sus procesos con la música, entre otros puntos importantes e interesantes. Nosotros deseábamos acercarnos al ser humano, qué inquietudes, determinaciones y misiones ha grabado nuestra joven en su corazón. Por eso, antes de nuestro encuentro real con ella, acudimos a un encuentro virtual, común a gran parte de la población mundial, al “libro de los rostros (cito a Albert Rodríguez)”: Facebook.

Lo primero que llamó nuestra atención en su perfil fue algo que identificó nuestra afinidad y solidaridad con ella: cuatro citas de tres grandes artistas de todos los tiempos (el compositor alemán Ludwin Van Beethoven, el compositor ruso Igor Stravinsky, el poeta inglés Percy Bysshe Shelly) y un prócer puertorriqueño (Eugenio María de Hostos). A manera de epígrafe, incluimos al principio de este artículo, la cita de Stravinsky. Para entender un poco más la profundidad de Johanny, compartiremos a continuación, la cita de Eugenio María de Hostos: “Más alta que la verdad, objeto de la razón, está la justicia, objeto de la conciencia. Más alto que el sabio vive el justo; más alta que la ciencia, es la moral. Si somos racionales es para que seamos responsables”.
Johanny Navarro nació en Bayamón, el 19 de octubre de 1992. En 2010 se graduó con honores de la Escuela Libre de Música en San Juan. En 2015, se graduó de Composición Musical, en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, bajo la tutela de Armando Ramírez. Estudió en el Benjamin T. Rome School of Music de la Catholic University of America en Washington D.C. con el Dr. Andrew Simpson, donde fue premiada con una beca. Su obra musical se ha presentado en Puerto Rico, Cuba, México, Estados Unidos, Francia, Italia y España. Entre sus trabajos sobresale la ópera, el ballet, obras para coro y orquesta, obras para coro y orquesta completa, obras para violines y orquesta de cuerdas, composiciones para arpa y chelo, tríos de piano, cuarteto de trombones, voces y orquesta de cámara, solos de instrumentos, arreglos y orquestaciones.
Después de presentarnos, conversamos un rato sobre música. Nos contó cómo la clase de componer para arpa con Elisa Torres la enamoró del instrumento, y compuso “Suite bombástica” para arpa y chelo, que estrenó en México y la grabó para su disco recientemente. Hablamos también sobre Jean Sibelius, ya que ofrece un taller sobre este compositor finlandés. “Me enamoré de Sibelius por su ‘Segunda Sinfonía en Re Mayor’. Me encanta la sonoridad orquestal, suena grande”, aclaró la compositora. Entre los compositores preferidos de Johanny hay una diversidad marcada: “Me gustan demasiado el compositor Italiano Giacomo Puccini, el compositor ruso Igor Stravinsky, el compositor inglés Gustav Holst, la compositora francesa Lili Boulanger, el compositor argentino Alberto Ginacera y el compositor y cantautor puertorriqueño Danny García”.
Con evidente sinceridad, Johanny expresa el sentir propio de una artista de su generación. La forma que tiene un artista para darse a conocer hoy día es bien diferente. Los jóvenes de este momento enfrentan grandes retos. En el pasado, aunque no era fácil, la necesaria promoción de un artista, descansaba totalmente en otros profesionales como relacionistas públicos, agentes y promotores. Estos profesionales todavía hacen una labor importante, pero han tenido que adaptarse al internet, que cambió los vehículos. Los vídeos virales han hecho estrellas de personas comunes y corrientes. Algunas de estas personas carecen de talento. Pero grupos de innegable talento y creatividad, como The Piano Guys, se dieron a conocer por su propia iniciativa en internet y alcanzaron fama y fortuna. Los jóvenes tienen que ser muy ágiles y emprendedores para darse a conocer, mientras crean su arte. Básicamente, tienen que hacerlo todo a la vez. Johanny reconoce que, a veces, esto puede ser tedioso: “Hay que vender la música para que las personas conozcan el contenido. Me gusta hacerlo todo, pero en verdad es mucho trabajo. Hay que moverse. Las oportunidades no son fáciles de conseguir. Yo vivo lo que vive todo el mundo en Puerto Rico y hago arte. Nuestro arte, el que se hace ahora, se tiene que validar”.
La compositora entiende que ella tiene otro reto para enfrentar: “Soy mujer. A esto se añade que soy negra. Yo quisiera hablar sobre esto. Necesitamos foros donde podamos conversar las cosas de las cuales no se habla. Conozco unas cuantas compositoras que son muy buenas, sin embargo, raras veces se presentan sus obras. Los músicos nos tenemos que comunicar, hablar sobre el latino, la mujer, el prejuicio racial y de género, prejuicio hacia la música contemporánea, hacia los compositores que la trabajan. No obstante, tengo cosas buenas que decir. Mis maestros confiaron en mí. Los músicos confían en mí. Al público de todas las edades le gusta lo que hago. Yo comparto mi impresión de las cosas con el público a través de mi trabajo. Las personas entienden desde el corazón, sin necesidad de palabras. Esa es la grandeza de la música”.

Johanny nació y creció en un ambiente musical. Es hija de Manolo Navarro, pianista profesional. Relató que en su casa la música era la orden del día y que creció conociendo los géneros musicales. De hecho, ella es la mayor de tres hermanos y todos son músicos. Orlan Navarro Huertas toca la guitarra y Emanuel Navarro Huertas es percusionista. La madre, Lillian Huertas, es enfermera, y aunque deseaba que sus hijos tomaran otra profesión, los apoya. Por insistencias de la mamá los niños tuvieron muchas experiencias enriquecedoras en otros ámbitos, como los deportes. “Yo misma consideré hacer carrera en el campo de la ciencia, pero cuando estaba en cuarto año de escuela superior, y tomé la clase de Armonía, me di cuenta de que yo era compositora. Yo tocaba piano, guitarra y saxofón. El cambio de ejecutar a componer implica un cambio de pensamiento al cual estuve y estoy dispuesta. Tenía 17 años cuando compuse mi primera pieza. La trabajé con mi profesor Armando Ramírez”.
Johanny posee un ímpetu de conciencia el cual convierte en determinación. Nos dijo: “La música clásica de los últimos 30 años tiene poca exposición. Hay que abrir convocatorias. Hay que crear los espacios a través de las oportunidades. ¿Se necesita presupuesto? Vamos a levantarlo. Vamos a buscar la forma de hacerlo. Hay que evolucionar el arte”.
Le preguntamos si piensa establecerse fuera de Puerto Rico para darle impulso a su carrera, a lo que respondió con un rotundo no: “Muchas personas me lo han sugerido. Cuando terminé de estudiar en Washington DC los profesores me aconsejaron que no regresara. Pero eso nunca lo consideré. Mi sueño es vivir de la composición y hacerlo en Puerto Rico”.
Entre tantas quejas y comentarios negativos, casi fatalistas, que escuchamos a diario, jóvenes como Johanny Navarro se deciden por la acción. Fue una bocanada esperanzadora de aire fresco conversar con ella, quien apenas comienza a alcanzar sus estrellas, y a bordar con ellas su propia constelación. Para finalizar, nos dijo con firmeza que va a seguir sus sueños, sin importar qué, hasta el final, y que desea que los jóvenes en Puerto Rico hagan lo mismo.