Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Pocas veces se conjugan en un cantautor los recursos y atributos artísticos que convergen en el joven Luis Rodríguez Sánchez.

Con estudios graduados en Composición, con un absoluto dominio de las expresiones de la música popular y clásica; con un vasto conocimiento del folclor; polifacético instrumentista, de una sensibilidad extraordinaria para el cultivo de la poesía, Luis es otro de los artistas emergentes de la escena contemporánea que, en el pase de batón que actualmente se registra, ya se impone como un referente para la presente y futuras generaciones.
Si a lo reseñado se le añaden su familiaridad con la literatura hispanoamericana, sus preocupaciones sociales, su compromiso cultural y su bagaje artístico, que incluye su desarrollo en Taller Ce, su conexión con la herencia afrocaribeña y su aportación a proyectos como Iyawó, entonces no debe sorprender la excelencia de su nuevo disco “Amor(es)”, que acaba de lanzar junto a su colectivo Sachii.
Esta producción independiente no es para escucharse de una sola sentada. Es una propuesta en la que, durante cada audición, descubrirá nuevos lenguajes y expresiones por su riqueza en metáforas tanto líricas como musicales.
El motor del cd que nos ocupa, y que le invitamos a descubrir, es el Amor. El amor como adicción, quimera, obstinación, vicio, costumbre, musa, miedo y libertad.
El amor como tentación, resorte, compromiso político, identidad, pretexto, sueño y resolución de vida. El amor, como Amor, sin más y con demasiado.
“La soledad es un viaje hacia adentro donde el amor se proyecta en espejos”, es una de las líneas de “Yo que te quise tanto”, composición que inicia la secuencia, comparable con una pintura al óleo, que desafía los sentidos, hasta el punto en que con un poquitín de sensibilidad e imaginación se puede hasta oler y tocar la nostalgia por el ser amado ausente.
El maridaje de instrumentos folclóricos, populares y clásicos; hermanados en arreglos y orquestaciones de una belleza e ingenio sin precedentes en la música producida en Puerto Rico, es la brújula de la primera mitad de la secuencia que se nutre de “Yo que te quise tanto”, “Más que dos”, “Sube” y “Alucinación”, esta con una alusión al paradigma revolucionario del Che.
Es una denuncia contundente y honesta que afirma, como conciencia que canta: “nos quieren distantes/como planeta como sin luna que ver/Nos quieren sin sueños/sin la alegría de sentirnos vivos para florecer”.
Texto que da paso a las décimas de “Hombre sin suelo”, de la escritora Mayra Santos-Febres, de reafirmación nacional que implícitamente enfoca los desplantes sicológicos y sociales del colonialismo, en un arreglo en que el cuatro puertorriqueño y el violín acortan fronteras e integran horizontes.
Las vulnerabilidades humanas y fragilidades existenciales se revelan elocuentemente en “Caí” y “Por más que me advirtieron”, esta una cumbia, pegajosa por demás, como el estribillo “Sube”, que convence de la facilidad del compositor de concebir estribillos y melodías atractivas y melosas.
No podemos ignorar el ingenio de Luis al componer música mucho más íntima e introspectiva, como la balada, mejor canción de arte, “Unicornia”, interpretación a pura guitarra y violín, que evidencia la influencia de Silvio en su desarrollo musical.
La obra cumbre de la secuencia, conforme a nuestro criterio, es precisamente la canción homónima de “Amor(es)”, de un movimiento rítmico mucho más libre. La orquestación, la armonización de voces y el clímax que alcanza la sección de violines son una experiencia auditiva elevada, gratificante… Como un viaje por el confín del amor.
El ritmo de guaguancó en “Si te vas”, en el marco de un arreglo para guitarras, violines y otros instrumentos de cuerda, es otra maravilla, en que Luis desboca su ingenio como compositor. Lo que en términos de experimentación e innovación logró el colectivo Editus de Rubén Blades en “Tiempos” y “Mundo”, Luis y la banda Sachii lo amplían en “Amor(es)”.
Una muestra de dos interpretaciones en vivo (“No paro” y “Ha llegado el momento”, de un aire típico) son oportunas para apreciar la excelencia del trabajo de Luis en el escenario, que para él es como un templo y es donde se prueban los talentos auténticos.
Como así de genuina es su sabia musical y espiritual al abordar al poeta Francisco Matos Paoli a ritmo de bomba en los versos de “Raíz y ala”, finalizando así una expedición profunda por la entraña musical del Amor, que según revelan Luis Rodríguez Sánchez y Sachii es y siempre será.
El disco “Amor(es)” se consigue en la tiendita de la Fundación Nacional para la Cultura Popular en el Viejo San Juan.