Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Hacía tiempo que no se presenciaba un espectáculo de los quilates de “Felices días: Danzas para mi Pueblo… El Concierto”, celebrado el sábado en la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes de Puerto Rico.

La Voz Nacional, Danny Rivera regresó al escenario más prestigioso del País con un recital cuya puesta en escena depositó en las manos de su inseparable amiga y experimentada productora Angie García.
La primera impresión, con el programa de mano entregado a cada espectador, anticipó una presentación memorable. Y así fue porque, aparte del mítico cantor de la Patria, la producción reunió a otros veteranos talentos, como el maestro Quique Talavera y el luminotécnico Quique Benet.
Cultivar la danza es resistencia y afirmación nacional, en una coyuntura en que la cultura es la munición más poderosa para defender e intentar rescatar la Patria del secuestro a que la exponen la clase política, la junta y el capital financiero.
El concierto “Danzas para mi Pueblo”, dedicado a las madres, fue estructurado en torno al cancionero de la producción discográfica homónima, lanzada por Danny en 1981. Ese disco se había agotado y el sábado estuvo disponible en una nueva edición, como parte de la documentación del magistral trabajo realizado por el cantante junto a los maestros arreglistas Pedro Rivera Toledo, Wisón Torres Jr., Rucco Gandía, José Pujals y Raymond Torres.

Fue un espectáculo inolvidable, de gran lustre, excelencia, elegancia, finura y musicalidad. Las imágenes del fotoperiodista Mike Navarro así lo sustentan.
Música, teatro, poesía e imágenes, como la Monoestrellada, Lolita Lebrón, los paisajes de nuestros recursos naturales y de Doña Celina, la mamá de Andy Montañez, a quien Danny invitó al concierto y le dedicó una de sus interpretaciones.
El sábado la danza puertorriqueña fue la protagonista de la función, hábilmente representada por la actriz cubana Dolores Pedro, cuyas esporádicas apariciones complementaron un libreto hilvanado sin excesos y muy didáctico.
La danza festiva y alegre; romántica, introspectiva y patriótica, renovada ingeniosamente en ocasiones por el maestro Talavera, incorporándola a otros géneros como el blues y la música afrocaribeña, con una orquestación de metales y el teclado de Harry Aponte, supuesto a recrear –no lo logró del todo- los violines de los arreglos originales.
Aunque tal vez no falte un purista que afirme que el maestro Talavera no honró la estructura original de paseo-temas-coda y el tresillo que distingue su ritmo, lo cierto es que los tiempos cambian y se puede experimentar, respetando las melodías originales de los grandes clásicos de Manuel G. Tavárez, Luis R. Miranda, Ángel Mislán y Juan Morel Campos, entre otros.

Es el caso de “Felices días” de Morel Campos, con el trompetista Humberto Ramírez en sus dos versiones, gustando mucho la segunda en jazz, tipo ‘big band’.
Esta fiesta dedicada a la danza fue un buen pretexto para celebrar la idiosincrasia y acervo cultural. Y Danny, generoso y caballeroso como es, se rodeó de una serie de invitados especiales que contribuyeron con su arte a que “Felices días: Danzas para mi pueblo” sea recordado como el mejor espectáculo presentado en años recientes en Bellas Artes.
Maestros como el pianista Alfonso Fuentes, las cantantes-coristas Yanira Torres y Carmen Rodríguez, además de los virtuosos del güiro Emma Colón Zayas y Cándido Reyes, cuyo intercambio de solos en “Danza del güiro” fue verdaderamente espectacular, sostuvieron la producción que se mantuvo ‘in crescendo’ hasta el final.
Incluso hubo otros invitados como el joven concertista de la guitarra clásica y cultor de la danza Hermelindo Ruiz Mestre, quien abrió el concierto con “El Coquí” de José Ignacio Quintón y más adelante acompañó a Danny en “Verde luz” de El Topo.
Igualmente, Danny recibió a la joven pianista Carmen Noemí, que lo acompañó en la sublime y hermosa danza de su autoría “Mujer de alborada”. Su hermana Mayi Marrero escribió la enternecedora letra exclusivamente para Danny.

También los presentes se deleitaron con la emotiva interpretación que Chucho Avellanet presentó de “Tú y yo” de Mislán.
¿Momentos memorables?
Realmente uno: el concierto en su totalidad, de principio a fin. Si se insistiese, pues habría que destacar a la concurrencia tarareando la letra de “Mis amores” de Simón Madera; la interpretación armonizada a dos voces con Carmen Rodríguez de “Alondras en el bosque” de Luis R. Miranda y las danzas “Añoranzas” de Rafi Escudero, “Tú vives en mi pensamiento” de Eladio Torres y “Lolita” de Vitín Calderón, inspirada en la gesta de la patriota Lolita Lebrón.
“Felices días: Danzas para mi Pueblo” fue un espectáculo que no pocos quisieron que finalizara. Fue como contemplar a la Patria emancipada, libre y feliz. Una velada oportuna para reafirmar la identidad boricua. Un concierto para recordar la riqueza del pentagrama nacional. Un espectáculo que será digno de reposiciones en escenarios como el Teatro de la Universidad, el Tapia o La Perla en Ponce. Un concierto en el que Danny Rivera y sus amigos recordaron que los mayores recursos de Borinquen son la gente y el arte.