Por Alina Marrero
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

El pasado viernes 3 de mayo, asistimos al estreno de “La Charca”, adaptación y dirección de la novela de don Manuel Zeno Gandía por el dramaturgo puertorriqueño, Roberto Ramos-Perea, en una producción del Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño (CADAP). Esta puesta en escena, no solo forma parte de la edición #41 del Festival de Teatro Puertorriqueño del Ateneo, sino que, este año, por primera vez, también forma parte del Festival de Teatro Puertorriqueño auspiciado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP). Debido a la acrecentada crisis económica, el ICP presenta en conjunto el Festival de Teatro Puertorriqueño y el Internacional. La fusión con CADAP para el Festival de Teatro Puertorriqueño, es justa y acertada. Los festivales que año tras año presenta el Ateneo, con sus disciplinados y talentosos estudiantes, ofrecen importantes obras de dramaturgos puertorriqueños, algunas raras e inéditas, las cuales no se presentan de otra manera. Las mismas, son libres de costo para el público en general.
Hubo casa llena el día del estreno, y asimismo en todas las funciones del pasado fin de semana. Al entrar en la sala, la escenografía nos agarró con intriga. Nos preguntamos, cómo habrá hecho el director para convencer al público de una topografía vertical en un espacio indudablemente horizontal con elementos mínimos. Mientras observábamos detenidamente todo lo que había en el escenario, acariciado por el especial de luces del “pre set”, pensamos en los personajes de la novela y las situaciones inmorales, de pobreza extrema, enfermedad, corrupción, traición y ausencia de educación y acción que enfrentan. Era un reto descomunal.

Manuel Zeno Gandía (1855-1930), estudió medicina en España y ejerció profesión en Ponce. Su primera pasión fue la poesía, pero se destacó como novelista, cuentista, periodista, historiógrafo y dramaturgo. De las innumerables cosas que podríamos decir sobre este autor, nos limitaremos a señalar que “La Charca” (1984), junto con “Garduña” (1896), “El negocio” (1922), “Redendores” (1925) y Nueva York (inconclusa), pertenecen al ciclo “Crónicas de un mundo enfermo”, de este autor.
Se ha dicho que “La Charca” responde a las cualidades de una novela propia del naturalismo. Por otro lado, se ha dicho que esta novela, asignatura de rigor en nuestras escuelas, tiene influencias naturalistas en forma superficial con una mirada crítica sobre la realidad de nuestra tierra, la cual no responde al naturalismo en el sentido fundamental de la definición. No correremos las cortinas de esas ventanas.

“La Charca”, al igual que “Garduña”, fue concebida y publicada antes del cambio de soberanía en 1898. De manera que, “ese mundo enfermo”, es, indiscriminadamente, colonial. Para Roberto Ramos-Perea, adaptador y director, ese mundo no solo está enfermo, sino que sostiene con insistencia la enfermedad. Tragedia trimegista (citamos mal a Baudelaire). Para enfatizarlo, Roberto utilizó en su adaptación recursos de la tragedia griega: la caracterización de los personajes desde una perspectiva clásica y un coro de mujeres. Tal como en las tragedias griegas (bacantes, euménides, troyanas), el coro expone y comentaba el discurso que Zeno Gandía le otorga a la narración y a personajes como Juan del Salto y los comentarios como dardos certeros de Roberto Ramos-Perea. La descripción del paisaje estuvo ausente. El autor cerró filas con la miseria puertorriqueña. Esa vanguardia clásica, en el texto y en el montaje, enfatizó el enfoque sin distracciones. Los dioses escapados del inframundo, cansados de accionar sin haber accionado, no reparan en panorama de mar a lo lejos y nubes que casi pueden tocar. Al igual que cuando lo aplaudimos por la misma razón en su versión de la obra de Alejandro Dumas, hijo, “La dama de las camelias”, la adaptación de “La Charca” de Ramos-Perea aporta con estética atrevida, mientras camina junto con el autor, sin alterar su ruta ni su intención.

La puesta en escena de “La Charca” es una producción de grado de la clase Básica 2019, aunque entre los actores se destacan estudiantes del avanzado, del taller, de la compañía. Con el programa de Actor Residente, el cual comenzó a funcionar el año pasado, los estudiantes se nutren de la experiencia de un profesional.
Angela Mari, Actriz Residente 2019 de CADAP, hizo gala de la fuerza de su voz, su emotividad, su veracidad y su dominio escénico en su encarnación de Leandra. ¡Estupenda! Miosotti Cortés, intérprete de Silvina que alterna su participación con Nitziel Díaz, fue convincente, fiel al personaje con mucha sinceridad. Lo mismo podemos decir de José “Chema” Urrutia como Gaspar, Carlos Mercado como Ciro, Jesús Sánchez Ramírez como Deblás, y Rubén Ramírez como Andújar. Christian Ruiz sobresalió como Marcelo, mantuvo su personaje en un nivel de sinceridad e ingenuidad conmovedora. Steven Rivera (Inés Mercante), Edris Mayol (prostituta y coro), Elisa Falcón (coro), Margie Mulero (coro) y Janisse Hernández (coro) cumplieron con efectividad.
Desde el final del primer acto, estábamos convencidos de que no hicieron falta las montañas, ni la tienda, ni los personajes excluidos, ni aun la putrefacta charca que da nombre a la novela. CAPAD, que funciona, prácticamente sin dinero y no cobra taquilla, nos sorprende cada vez. Nada, por minimalismo extremo, ha sido tan acertado. En este universo de presencias en otra dimensión, la iluminación (Jesús Aguad) algunos elementos, la utilería (Basilia Encarnación) , y el vestuario (Ana María Marrero Sicardo) componen la escenografía. El vestuario, muy de acuerdo con la época y la condición social, lució colores pasteles. El uso del rojo desafío, estuvo destinado exclusivamente a un pedazo de tela amarrado en la cintura de Silvina, la camisa de Deblás en la escena de su muerte, y la amapola en el pelo de la prostituta. Muy bien.

Entre otros aciertos: El sonido estuvo a cargo de Hugo Sebastián. La música, original de Aidita Encarnación, fue cortesía de la compañía Teatro Latino y Contraparte Inc. Abdel Cortés fungió como gerente de sala. La publicidad estuvo a cargo de (Chema), Nitziel Díaz y Millie Rivera Urrutia. La productora ejecutiva fue Belkis Colón. Agradecemos, aplaudimos y vitoreamos al Conservatorio de Arte Dramático del Ateneo Puertorriqueño. ¡Bravo!
“Garduña” de Manuel Zeno Gandía, adaptación de Miguel Bosques y “Corrupción” de Carlos Canales, serán las próximas dos producciones del Festival de Teatro Puertorriqueño en el Ateneo.
Recomendamos “La Charca” para público en general, sobre todo a nuestros jóvenes. La producción continua en cartelera este y el próximo fines de semana, con funciones viernes y sábado a las 8:30 pm y los domingos a las 4:30 pm. Las presentaciones son libres de costo, pero se aceptan aportaciones voluntarias.