Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
La llegada de la estrella hollywoodense, el boricua Benicio del Toro al Parque Histórico Cueva María de la Cruz pasó inadvertida por los medios de la Nación.

Manejando su vehículo, sin guardaespaldas ni un séquito de publicistas y camarógrafos, el laureado actor puertorriqueño de fama internacional llegó en silencio junto a su amigo Tony González para intercambiar impresiones con los estudiantes de cuarto y quinto grado de la Escuela Elemental Urbana de Guaynabo.
De inmediato, la profesora de inglés, Mónica Cruz, gestionó el saludo con el niño Kenny González, cuyo abuelo Tony es muy amigo de Benicio, a quien invitaron para completar una tarea académica.
Muy complaciente y visiblemente contento por su encuentro con las niñas y niños, Benicio inició la interacción, prolongada por casi 40 minutos.
“¿En qué grado están ustedes? ¿Les gusta leer?”, preguntó Benicio, pasando a narrar su desarrollo en el séptimo arte, revelando que en sus años en el nivel primario no le gustaba leer.
“Cuando decidí ser actor, me di cuenta de que tenía que leer. Le cogí el gustito a leer porque cuando uno lee dentro de la cabeza uno está haciendo sus propias películas. Por eso les recomiendo que lean. Bueno, hagan preguntas difíciles”.
Le preguntaron cómo conoció a Kenny y si fue difícil ser actor. “Fue difícil”, le respondió a Jay Louis.
“Pero lo importante es que te guste lo que estás haciendo. Si te gusta, nada es difícil”.

También le preguntaron si ha conocido muchos actores. El actor galardonado con el Oscar en 2000 por su rol en “Traffic” y con el Premio Goya en 2009 por su papel protagónico en “Che”, rodada en su mayor parte en Puerto Rico, mencionó el nombre de Raúl Juliá.
“Le di la mano a Raúl Juliá. Fue un actor puertorriqueño muy famoso, antes que yo”, respondió a la vez que les preguntó si podían mencionar los nombres de otros actores, a lo que respondieron con alusiones a filmes como “Thor” y “Hulk”.
“A Mark Ruffalo lo conozco. Estudiamos juntos. Porque la actuación hay que estudiarla”, dijo al enumerar algunas de las películas en que ha participado en su exitosa carrera.
“En una película está el guionista, el que escribe el cuento, y está el director, que se encarga de decirle a los actores por dónde van a entrar. También está el director de fotografía, que es el que filma… Hay muchas cosas. No solo es el actor. Está el que edita y el que hace la música, que está todo el tiempo, detrás del diálogo”.
Hubo un momento en que, con su simpatía, accesibilidad y sentido del humor, Benicio hasta emitió el sonido gutural de su papel en “The Wolfman”.
Luego la maestra Mónica Cruz le preguntó cuán importante es saber inglés. Benicio dijo que el aprendizaje del idioma será muy provechoso en su futuro desarrollo profesional.

“Es importante en Hollywood. La suerte que tengo es que yo domino el inglés y el español. Por eso he podido tener una carrera en países en que se habla español y también en Hollywood, Estados Unidos”.
Cruz sugirió que alguno de los estudiantes articulara unas palabras en inglés y, por unanimidad, todos corearon repetidamente el nombre de “Kenny”.
“My name is Kenny González and this is my friend Benicio del Toro”, comentó, aplaudido por sus compañeros.
La experiencia de Benicio con los estudiantes, aunque informal, ciertamente será recordada como un taller de cine de gran impacto sociocultural.
El primerísimo actor compartió detalles de sus incursiones en estudios y escenarios de Londres, Francia, España, México, Bolivia, Puerto Rico y otros países. Despertó curiosidad su intervención en “The Last Jedi” de la saga Stars Wars.
A la pregunta si, aparte de actor, se hubiera dedicado a otra profesión, Benicio reveló que siente fascinación por el arte. “Me hubiera gustado ser pintor. También me gusta mucho la música. Aunque no toco instrumentos, me hubiera gustado tal vez ser productor. Pero en el cine hay muchos trabajos. Cuando piensen en el cine recuerden que hay trabajo en fotografía, iluminación, edición,
maquillaje… Hay mucho trabajo”, explicó al sorprenderlos con la confesión de que comenzó a actuar a los 19 años, aunque entonces era muy tímido, lo cual superó desde el arte de la actuación o representación fílmica de distintos personajes.
“Me di cuenta que como actor uno se puede expresar. Es una manera de decir cosas que se sienten y piensan”, acotó al añadir que participó como extra en “La Gran Fiesta”, estelarizada en 1995 por Daniel Lugo y Cordelia González, con la actuación especial de Raúl Juliá y dirigida por Marco Zurinaga, sin tan siquiera aparecer en los créditos.

La visita de los estudiantes de la Escuela Elemental Urbana de Guaynabo fue posible a la gestión de las maestras Wilmari Carlo, Raquel Rodríguez y Mónica Cruz, como parte del programa académico “De Puerto Rico pa’l Mundo” que llegó a Loíza como complemento a las nociones que los niños adquieren sobre la cultura de los vejigantes y la bomba puertorriqueña.
“Conocer la trayectoria de Benicio del Toro como actor me llena de orgullo. Sin embargo, hoy ese orgullo se convierte en admiración y respeto. Haber llegado personal y desinteresadamente a un grupo de estudiantes para aconsejarles y guiarlos por el camino del bien a través de sus experiencias es realmente el mejor papel que cualquier actor pueda regalar a sus seguidores. Estamos muy orgullosos de nuestra comunidad escolar. Hacemos un llamado a detener las escuelas Charters y seguir promoviendo la educación pública digna de todos los puertorriqueños”, señaló a este medio la profesora Mónica Cruz.
Benicio, quien recibió una réplica en miniatura de la bandera loiceña de manos de la alcaldesa Julia Nazario Fuentes, se marchó muy contento de su encuentro con los estudiantes en el Parque Histórico Cueva María de la Cruz.
Se retrató con los niños y hasta bailó un poco de bomba al toque del barril del folclorista Marcos Peñaloza.
El viernes 12 de abril de 2019 se confirmó que la grandeza de Benicio del Toro trasciende el séptimo arte. “Trabajo con Benicio. Es mi amigo. Su calidad de persona es inmensa. Él no solo respeta a los niños, sino que los quiere. Tiene una hija de siete años. Siempre ha sido bien pro niños. No le molesta dar su tiempo. Él tenía que estar en un lugar a las 12:30 p.m. y ha dejado eso para estar aquí”, dijo Tony González, abuelo de Kenny, motor, junto a la maestra Mónica Cruz, de un encuentro inolvidable que también confirma que otro Puerto Rico es posible.