Celeste cierre del Casals

Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Tocar el Cielo; participar de la apacible libertad de la eternidad, fue posible el sábado en la clausura del Festival Casals durante la interpretación de la sublime “Sinfonía número 3 en re menor” de Gustav Mahler.

Los talentos nacionales cerraron con broche de oro la más concurrida velada del Festival Casals durante este año. (Foto Jaime Torres Torres para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Esta pieza marcó hace diez años el debut de Maximiano Valdés como director titular de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. Y una década después, la Orquesta, a su más alto nivel, articuló una versión sublime, grandilocuente y memorable.

La Sala de Festivales Antonio Paoli congregó la asistencia más nutrida de la sexagésimo tercera edición del Casals, cerrando con broche de oro el evento más importante de la música académica en Puerto Rico y el Caribe.

A través de sus seis movimientos, la Orquesta Sinfónica se proyectó inmensa, en cohesión y balance perfectos, brillando con virtuosismo supremo los profesores de las cuerdas, vientos madera y metales.

La experiencia, de carácter divino si se quiere, tocó profundo y conmovió a cada espectador. Mahler, cómo versan los comentarios del programa de mano, propuso una oda sinfónica a la Creación de la Madre Naturaleza y su ente más sagrado: el hombre.

Así, desde el primer movimiento (Kraftig, entschieden) participamos de una composición monumental y pletórica de imágenes que propicia que los presentes construyan e hilvanen mentalmente paisajes, caminos, luces y maravillas de la vida que es don de Dios, como el mismo arte.

Uno de los momentos cumbres de la noche se marcó con la participación de la mezzosoprano Odemaris Ortiz. (Foto Jaime Torres Torres para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

Con el concertino Omar Velázquez como resorte o preludio de la majestuosidad interpretativa de la Orquesta, el primer movimiento se distingue por su riqueza polifónica y el dramatismo y el suspenso del milagro de la Creación, recreando las maderas efectos de sonidos de especies de la fauna animal, como las aves.

Una marcha de repente nos sorprende divagando entre senderos terrenales y celestes, en un viaje audaz y vital.

El segundo movimiento (Tempo di minueto: sehr massig) presenta a la sección de cuerdas (violines, violas, violonchelos y contrabajos) en pasajes polifónicos exuberantes y de gran hermosura. El tercero (Comodo, scherzandl) alterna dos tríos, con el clarín como protagonista de interludios muy gráficos, que propician una interpretación colectiva a veces íntima, elocuente y en otras ocasiones tensa, logradas gracias a la lectura y al deslumbrante fraseo de su densa partitura.

El cuarto movimiento (Sehr langsam, misterioso) es posiblemente uno de los momentos culminantes de la obra por la diversidad de voces en el escenario. La sensible y poderosa mezzosoprano Odemaris Ortiz, la Coral Filarmónica de San Juan, el Coro Juvenil de Puerto Rico y el Coro de Niños de la Escuela Preparatoria del Conservatorio de Música, dirigidos por Carmen Acevedo y Jo-Anne Herrero, elevan la pieza a una impredecible e inalcanzable latitud espiritual y reverente que subyuga al espectador promedio y lo trasciende a la contemplación enternecedora de la inconmensurable belleza y bondad que se le atribuye a Dios.

Las voces juveniles brillaron en la interpretación del cuarto movimiento (Sehr langsam, misterioso). (Foto Jaime Torres Torres para Fundación Nacional para la Cultura Popular)

La quinta parte (Lustig im Tempo und keck im Ausdruck) se recordará en parte por el lirismo y los acentos reverentes de las cuerdas, concluyendo la obra con un Adagio exuberante y regio, que provoca una ovación de pie de un soberano que durante alrededor de 90 minutos sí demostró, con silencio, reverencia y sensibilidad, apreciar la cultura de la música clásica.

Así, por todo lo alto, descendió el telón de la sexagésimo tercera edición del Festival Casals, evento que este año no registró su mayor asistencia, pero cuya excelencia fue evidente jornada tras jornada.

Y qué bueno que finalizó con talentos del patio que en tiempos de crisis financiera demostraron que pueden sostener este evento con un óptimo nivel de calidad musical e interpretativa.

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