Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Fue una serenata folclórica a la Patria.
Una ofrenda de seises y aguinaldos y un rosal de guarachas jíbaras, danzas, pasillos, marumbas y pasodobles a la Nación.
La décima campesina, en la tradición de Vicente Martínez Espinel; la decimilla del aguinaldo; el bolero a dos voces; la trova y el son fueron los resortes que durante tres horas mantuvieron a raya, quietecitos en sus butacas a pleno deleite, a los parroquianos que el pasado fin de semana desbordaron el Teatro Tapia en ocasión del concierto “Mapeyé: con el corazón abierto 40 años de trayectoria musical”.
Un concierto para recordar.
Memorable por demás porque, aunque representó la celebración de su 40 aniversario, realmente fue un arrullo a Puerto Rico.
La Orquesta Criolla Nacional, con el Rey del Cuatro, Edwin Colón Zayas, en sus arreglos y dirección, protagonizó un concierto vespertino inolvidable, de exquisita y diversa musicalidad, oportuno para apreciar y degustar la riqueza de nuestro folclor campesino.
No es una hipérbole hablar de Orquesta Criolla Nacional. Lo es en su género. Orquesta porque son cuatro cuatros y una guitarra.
El de Edwin, el de Modesto Nieves, que en ocasiones tocó el venezolano, el de Joe Torres y el de Tony, en una proyección de distintos registros y matices con la base armónica provista con precisión por el guitarrista Carlos Martínez.
Experiencia musical que sin exagerar a veces hasta emula la sonoridad de una rondalla, con un ritmo sólido marcado por Gilberto Ortiz en el güiro y Edgardo Aponte en el bongó.
Es Criolla porque su especialidad es el folclor y la música puertorriqueña. Y es Nacional porque en su corazón palpita la identidad boricua.
En la función del domingo su fundador y director don Tony Rivera cantó y tocó como nunca. Cuidado que fue un espectáculo extenso, pero rebosante de emociones y sentimientos.
En el primer segmento interpretó en un seis de Andino los versos en décimas de la “Glosa XII” de Andrés Castro Ríos.
Apreciar el virtuosismo de sus músicos, con sus invitados y cofundadores Neftalí Ortiz y Modesto Nieves, desde el cuatro venezolano, fue un lujo.
La marumba “Palo de pan”, el vals “Recuerdos de Versalles”, el pasillo “María del Mar” y el pasodoble “La Peña de la seda” honran y sustentan con creces el apelativo de Orquesta Criolla Nacional.
El segmento de los trovadores descansó en su mayor parte en la elocuente musa del cantor y poeta de Aguas Buenas, don Isidro Fernández, cuya interpretación de la decimilla del aguinaldo “Soy puertorriqueño” fue un noble piropo a la idiosincrasia boricua.
El joven Christian Pagán igualmente estuvo inmenso durante la interpretación del aguinaldo cagüeño “De amistades buenas”…
Y una amiga incondicional de Mapeyé es Chabela Rodríguez, de registro y entonación avasalladores que enterneció a los presentes con el aguinaldo lamento “Canto ancestral” de Tony Rivera y la guaracha jíbara “Ven conmigo a la montaña” de El Topo.
No pudo faltar el Cantor Nacional, Danny Rivera, quien en tributo a la fenecida Brunilda García evocó con “Viequenza” las luchas de Mapeyé pa’ sacar con música a la marina de Vieques. El dúo de Danny con Tony en “Desde que te fuiste” de Don Felo fue de hermosura y nostalgia acariciantes.
De la parte reservada a los talentos jóvenes apadrinados por Tony cabe destacar el dúo de Christian Pagán con su mentor en “Idilio” de Titi Amadeo.
Transición feliz para la trova cubana con Héctor Rafael Payán con “El son nunca muere” y las travesuras de “El calderito de tostar café” del Compay Segundo.
El romanticismo y la grandilocuencia vocal e interpretativa de Aníbal Ayala se impuso en los estándares “Romance” de Rafael Hernández, “Anochecer” de Sylvia Rexach y el clásico “Venus” a dos voces con Tony.
Su nieta Adriana Cristina entregó una inocente versión de “Gracias a la vida” de Violeta Parra, ideal para el cierre de Mapeyé y el Coro Nacional de Puerto Rico con las danzas “Añoranza” de Rafy Escudero y “Verde luz” de El Topo.
No podemos olvidar que en ocasiones, en los segmentos en que se evocó el son, Mapeyé fue reforzado por el bajista Neftalí Ortiz hijo, el saxofonista Ricardo Pons y el trompetista Nicolás Santiago.
Asimismo se debe reconocer la excelencia de la labor de Quique Benet en el diseño de luces y en las gráficas; el programa de mano que entregó la producción de Mariana Reyes Angleró y el propio Tony y la acogedora, amena y didáctica animación de Roxana Badillo.
Mapeyé, no hay duda, llegó al Teatro Tapia con el corazón abierto y lo repartió en cada interpretación de su fantástica y espectacular puesta en escena, merecedora de una documentación para la historia en cedé o devedé.
¡Enhorabuena!