Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Oscuridad.
Un solar baldío; algunos arbustos al fondo; en las inmediaciones una enorme edificación cuyas paredes son lienzo de arte urbano; por piso, gravilla, tierra y piedra; por butacas, las sillas plegadizas de cada asistente.

En el centro una hoguera con un caldero y un mejunje de conjuros; en la atmosfera el olor del hechizo. Como techo, las constelaciones avistadas del sistema solar del que pende la Tierra. Y en la acústica, el arrullo de un concierto tenue de coquíes…
Canvas, marco y escenario perfecto para el concierto “Galactic Colony” que la cantautora y actriz Lizbeth Román presentó el pasado fin de semana en un solar de la Calle Hoare en Santurce.
En el corazón del barrio, cerca de Tras Talleres, La Colectora y otras comunidades pobres de la 23 Abajo, Lizbeth aterrizó con una presentación concebida como parte de su nueva propuesta musical en proceso y que, gracias a los donativos de su fanaticada fiel, a finales de 2019 debe alcanzar feliz término en su primer disco de estudio.
Liz, quien viene de una brillante intervención en el concierto de Kany García y de un show en el Teatro Shorty Castro, es una artista emergente que ejemplifica con creces lo que se espera de un cantautor en el Puerto Rico colonial del tercer milenio.
Teatrera, poeta, guitarrista, compositora de una exquisita sensibilidad y musicalidad, en la obra de la multifacética Lizbeth Román se revelan y rebelan discursos a favor de la emancipación de la mujer; la definición política de Puerto Rico; la justicia social y los enredos en las relaciones de pareja.

El ‘set list’ fue selecto: “Soy pan, soy paz, soy más”, del repertorio del cantautor Piero, confirma la sensibilidad y compromiso social de Liz.
Su “Bolero saltarín” afirma su versatilidad como intérprete y su ingenio al cantarle al amor y las relaciones desde una perspectiva más llana y realista.
La musicalización de “Yo te adoro”, del poeta Charles Baudelaire, sustenta el bagaje intelectual de la joven cantautora que hipnotiza a su público con un ‘flow’, a juicio de este periodista, sin precedentes en la escena alternativa y con un fraseo muy original e innovador.
La velada a la luz de las estrellas incluyó sus éxitos “Pom pom”, “Tuki tuki”, “Me voy”, “Quédate con to” y “La bruja”, entre otros.

Su taller de experimentación musical con sus Duendes Invisibles la orienta por una refrescante fusión del rock, la trova, el hip-hop, el reggae, el bolero y la cadencia carioca. La musicalidad de los Duendes, que encabeza en la guitarra acústica e integran Aníbal Vidal Quintero en el teclado, Patillaz Sr. Langosta en la guitarra eléctrica y Enrique Chávez en la percusión, es fenomenal.
Los elementos teatrales son el secreto de que sus presentaciones rompan esquemas en la industria. No hay límites ni murallas para Lizbeth. Sea desde el escenario de un teatro como el Shorty Castro; desde la espaciosa tarima de un ‘venue’ como el Choli o desde un solar al aire libre en Santurce la artista se apodera y empodera sin más artillería que su musa musical.
En la iluminación y manejo del espacio natural ideado por Juan Fernando Morales el transformista April Carrión inició el concierto con su rutina histriónica mientras se escuchaba la canción “Camino sola”, lo nuevo de Liz y oportuna para ambientar la propuesta de su Colonia Galáctica, a cuyo elenco se incorporó Jeanne D’ Arc Casas.
Si se la perdió, sepa que la polifacética Lizbeth Román engalanará el próximo sábado la tarima del Festival Claridad.