Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
La música es sonido.
Y si falla el audio de una presentación, deslucen el cantante y sus músicos.

Un concierto, a nivel de un escenario como el Coliseo de Puerto Rico José Miguel Agrelot, supone una propuesta integral en que el diseño de luces, la tecnología audiovisual, las graficas y los efectos especiales son indispensables pues abonan a la espectacularidad de una puesta en escena.
Pero, al final del día, la música apela al sentido de la audición. Es una experiencia sonora y si la mezcla, la amplificación y el volumen de los instrumentos no es adecuada sencillamente el acto de escuchar, que no es lo mismo que oír, puede resultar desagradable.
Eso fue lo que sucedió en la primera función del espectáculo “Legacy”, que esta noche regresa a escena en el Choliseo y que, como parte de su nueva gira, llevará a Marc Anthony a California, Florida, Texas, Nueva Jersey, Nueva York y otros estados.
Tal parece que faltó una prueba de sonido óptima. La orquesta que lo acompaña es de primera; los coristas también y él como protagonista, aunque se escuchó sin la potencia y brillantez de otras presentaciones, es un icono de la música contemporánea.

Si a lo señalado añadimos que, de por sí, el concepto de su legado musical, que promueve con el tour “Legacy”, implica una muestra de los más representativo de su carrera discográfica, pues entonces el concierto tampoco respondió a las expectativas de muchos de sus fans porque, por ejemplo, no incluyó nada de su mega producción “Marc Anthony” de 1999 que lo catapultó como baladista anglo, gracias a la popularidad de “When I Dream At Night”, “Am I The Only One”, “I Need To Know”, “You Sang To Me”, “Don’t Let Me Leave” y otros éxitos.
Mas, al final del día, la realidad es que Marc Anthony es Marc Anthony. El intérprete, exitoso tanto en la salsa como en el pop, y como vocalista igual de popular en baladas en español e inglés, abarrotó anoche el Choli con un breve recorrido por parte de lo más granado de su repertorio.
Y el público que desbordó el recinto, en su mayor parte féminas jóvenes y de mediana edad, cantó todas sus canciones. Una tras otra, en una expresión de cariño, respeto y admiración al artista, que ocasionalmente pausó sus interpretaciones para deleitarse con la deferencia de sus admiradores que, por lo observado, poco le importaron las deficiencias sonoras.
Así, a grandes rasgos, se trató de un concierto compartido en que resultó muy emocionante escuchar a la concurrencia tararear durante la primera parte del show los éxitos “Valió la pena”, “Y hubo alguien”, “Hasta ayer”, con un solo de guitarra eléctrica de su director musical Ángel Fernández, “Flor pálida” y “Contra la corriente”, con una descarga de timbales ovacionada por la multitud.

Un segmento dedicado a su disco de baladas “Iconos”, en que presenta nuevas versiones de los éxitos de Juan Gabriel, José Luis Perales y José José, estremeció el auditorio con la fuerza interpretativa y el fraseo desplegados en “Abrázame fuerte”, “Ahora quién” (del cd “Amar sin mentiras”) e “¿Y cómo es él?”.
La interpretación “Qué precio tiene el cielo” dio paso a un popurrí de los primeros éxitos salseros de su etapa con RMM Records, como “Te amaré”, “Palabras del alma” y “Si te vas”, estampadas en las producciones “Otra nota”, “Todo a su tiempo” y “Contra la corriente”.
Más adelante cantó su versión de “Mi gente”, de la banda sonora de la película “El cantante”, pero sin tan siquiera mencionar a la leyenda Héctor Lavoe.
La falsa salida se registró tras “Tu amor me hace bien” y de regreso, ascendiendo al escenario en una plataforma hidráulica, se despidió con “Preciosa”, que prácticamente le salvó la función, así como el fin de fiesta de “Vivir mi vida”.
En síntesis, Marc es Marc. Su mera presencia en los escenarios locales es una confirmación de su trascendencia como el cantante pop salsero más popular e impactante de su generación.
Confiamos que se mejore el sonido para que la multitud que esta noche desbordará el Choliseo se deleite con “Legacy” como tiene que ser porque la música, insistimos, es sobre todo una experiencia auditiva.