Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
En vida, la divulgación y enseñanza del folclor fue el faro que guió al musicólogo, catedrático, músico e historiador Francisco López Cruz.

Murió en la Navidad de 1988 y al siguiente año se incorporó la Fundación Paquito López Inc., institución sin fines de lucro que desde entonces, entre otras funciones, se dedicó a educar y formar niños y jóvenes en el aprendizaje del cuatro, el tiple y la bordonúa, instrumentos de la orquesta típica criolla.
Ayer trascendió la triste noticia de la culminación de los cursos que durante casi tres décadas han ofrecido a precios razonables en el Cuartel de Ballajá en el Viejo San Juan.
La información fue divulgada por su presidente, Francisco Marrero, quien atribuye la funesta decisión a la crisis financiera que atraviesa el País, exacerbada desde la implantación de la Ley PROMESA por la Junta de Control Fiscal.
“En respuesta a las tendencias económicas, la Fundación ha implantado ajustes proactivos publicitarios, operacionales y organizativos para ser más eficientes y efectivos. Sin embargo, ante la matrícula baja actual, no hay posibilidad de continuar sosteniendo el programa de clases en el Cuartel de Ballajá”, explicó de inmediato en un comunicado circulado el lunes en el que expone que el contrato de arrendamiento vence en diciembre y, por motivos presupuestarios, no lo renovarán.

En declaraciones formuladas en el programa Prensa sin Censura, por la emisora digital Mixlr.com, Marrero reiteró que “el bolsillo de los puertorriqueños ya no está preparado para invertir en otras necesidades que no sean las de primera necesidad. Nuestros ingresos dependen principalmente de la matrícula y esta ha ido mermando, porque por todos estos años la Fundación ha dependido de la autogestión”.
Gracias a la Fundación Francisco López Cruz, la divulgación del cuatro puertorriqueño alcanzó niveles insospechados, logrando impactar a miles de niños y jóvenes de ambos sexos.
“En estos 30 años miles de estudiantes se han beneficiado de estas clases. Alrededor de 20 mil estudiantes han pasado por aquí desde 1990. Me atrevería a decir que desde 1980 se han beneficiado algunas 25 mil personas que al menos han tenido el cuatro en sus manos. Esto dio paso a un proceso de masificación de la enseñanza, como lo pensaron Paquito López Cruz y Ricardo Alegría”, señaló Marrero al mencionar que Quique Doménech, Luisito Sanz, Josean Filiberty, Yamaris Latorre y Carlitos Cabrera, al presente estudiante de Berklee, son solo algunas de las figuras que se beneficiaron de las clases de cuatro en el Cuartel de Ballajá.

El programa inició en el Instituto de Cultura Puertorriqueña y hasta 2003 utilizaron las instalaciones del Convento de los Dominicos y la propia sede del ICP.
“Cuando se comienza a construir la Galería Nacional en el convento, se hace la comunicación interagencial con la Oficina de Conservación Histórica para pasar al Cuartel de Ballajá”, aclaró.
El contrato vencerá el 31 de diciembre. Con la terminación de las clases, como daños colaterales, se anticipa una merma en la labor de los artesanos de cuatro que suplían el instrumento nacional que, de otro lado, compite con réplicas de pobre calidad manufacturadas en China, Japón y en países sudamericanos como Colombia y Ecuador.
“Somos como un barco que ha comenzado a hacer agua. Es una situación crítica porque el barco sufre averías. La forma segura es que los capitanes, es decir la dirección, lo lleven a puerto seguro para que sea reparado y rediseñado para poder salir en las nuevas aguas. Si nosotros intentamos seguir navegando, el barco va a zozobrar”.
La Fundación Francisco López Cruz es una institución sólida, prestigiosa y cuya valiosa contribución sociocultural es indiscutible. En situaciones como la que afronta, se espera un salvavidas de las instituciones culturales gubernamentales, como el ICP.
“Esta decisión fue tomada tan reciente como hace dos semanas. Vimos los números y supimos que iba a ser bien difícil. Las clases comenzaron a finales de agosto. La situación crítica nos revienta hace apenas unas semanas. La junta tomó la decisión de no renovar contrato en el Cuartel de Ballajá. No hemos salido despavoridos a tocar puertas. Si de esta conversación surgiera un acercamiento gubernamental o institucional estamos dispuestos a atender esas propuestas para poder salvar un programa tan excelente como este”, puntualizó Marrero al revelar que el arrendamiento del Cuartel de Ballajá les cuesta alrededor de $900 mensuales.