Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Fue una velada amena, íntima y emotiva.
Perfecta para una noche lluviosa en el Viejo San Juan.
La poesía de los grandes, sin pretensiones de grandilocuencias vocales e interpretativas, se desnudó en la voz de Miguel Diffoot y en la guitarra, sencilla, precisa y correcta, de Jomel Rivera.
A los grandes, como José de Diego, Miguel Hernández, El Topo y José Martí, se les canta con reverencia y admiración. Ese fue el saldo de la premier del disco “Cantar de poetas” que Diffoot estrenó el sábado en el café-teatro de la Fundación Nacional para la Cultura Popular, en la continuación de la serie “A las Puertas del Ocho Puertas”.
El disco, una producción de la Fundación, fue interpretado casi en su totalidad, causando muy buena impresión por la iniciativa de documentar poemas como “Menos tu vientre” (Miguel Hernández), “Amor niño” (José de Diego), “La niña de Guatemala” (José Martí), “Hay un país en el mundo” (Pedro Mir), “El pozo” (Luis Palés Matos), “Caja de música” (Jorge Luis Borges), “Pequeño vals vienés” (Federico García Lorca), “Es tan poco” (Mario Benedetti) y “Las manos del campo” (Antonio Cabán Vale “El Topo”), entre otros.

Fue un arrullo; un repertorio acariciante, una experiencia musical enternecedora. Voces como la de Miguel Diffoot, al margen del ‘mainstream’ y las tendencias del mundo del espectáculo, también merecen y necesitan ser escuchadas.
En la noche del sábado, el polifacético artista, intercaló anécdotas sobre los poemas musicalizados, no pocos muy conocidos, otros en sus arreglos originales, que transitan entre la canción de arte, la trova, la cadencia brasileña y, a veces sugerida, la clave afroantillana.
El selecto público, en su mayor parte amigos de Miguel y compañeros del arte como la primerísima actriz Luz María Rondón, Chabela Rodríguez, Bayoán Ríos Escribano, Georgina Borri, Iván Martínez, José Caro, Allan Rivera, Provi Seín, Laura Isabel Cabrera, Yara Meléndez, Laura Elena Surillo, Carlos Marcos Cintrón, Joselo Arroyo y Julio Enrique Court, se deleitó con la función, estructurada en dos partes.
Afinado y con una brillante proyección vocal, Miguel y Jomel tejieron e hilvanaron imágenes sobre la duda veraz de la pasión, la experiencia del primer amor, la desilusión, la desarticulación nacional, la desesperanza y la urgente reconstrucción a que la Patria convoca a sus hijos, uniendo sus manos, entre otros temas.

Histrión al fin, Miguel hizo galas de buen anfitrión, acudiendo coloquialmente al humor, con suma naturalidad, consciente tal vez de la cercanía de sus amigos.
El disco “Cantar de poetas”, provisto de una literatura extraordinaria, cumple además con una función didáctica al sintetizar la gesta de los vates y contextualizar, aparte de los versos de cada poema, su obra en la contemporaneidad.
El estreno de “Cantar de poetas”, ideal para una copa de vino en medio de la penumbra de una noche lluviosa y solitaria, no hubiese hallado mejor escenario que el de la Fundación Nacional para la Cultura Popular.
Miguel Diffoot y su acompañante Jomel Rivera fueron objeto del aplauso solidario de los amantes de la buena poesía caribeña, latinoamericana e hispanoamericana. No solo por su reconocimiento a los grandes, sino por su sensible exposición a los versos de vates menos conocidos, como Ángel Antonio Ruiz Laboy, cuyo “Desplume de lo triste”, con su arreglo en bossa nova, es una ventana a la belleza.
“Cantar de poetas” es un recital para el alma que, inevitablemente, se anhelará volver a escuchar. El disco, providencialmente, ya es el camino.