De Utuado a Chicago en ‘Luna de cristal’

Por Roberto Alexander Pérez
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

La pieza teatral puertorriqueña “Luna de cristal”, de la escritora, directora y productora Adriana Pantoja, ha sido seleccionada para representar a nuestro País en el Festival Destinos. Éste es un Festival Internacional de Teatro, con sede en la Ciudad de Chicago, que en octubre de 2018 celebra su segunda edición. Chicago Latino Theater Alliance (CLATA) construyó este programa, el cual busca, a un nivel más destacado, llevar el teatro latino a la comunidad local.

Los actores Willie Denton, Eyra Aguero y Omar Torres protagonizan la obra que hoy estrena en en el Teatro Steppenwolf de Chicago. (Foto Adriana Pantoja)

La referida producción dramática de Cuarzo Blanco, Inc. resulta ser una acertada elección de parte de los organizadores de este festival, quienes vieron la pieza el pasado marzo en Puerto Rico. Cuarzo Blanco, Inc. ha sabido deleitarnos por años, tanto en sus escritos como en sus puestas en escena, con textos llenos de simbolismos, romance, melodías y poesía, además de temáticas fuertes, en ocasiones poco abordadas, tanto en la sociedad como en el ámbito teatral. En el caso de “Luna de cristal”, algunos de los temas trabajados son la violencia sexual y el incesto en Puerto Rico.

La dirección de “Luna de cristal” es de Adriana Pantoja, una muy ágil, dinámica y ambiciosa. En su puesta del pasado marzo, supo sacarle provecho al máximo a la totalidad del espacio de la sala. Fue una puesta en escena muy bien planificada, la cual logró envolver a la audiencia y despertar la sensibilidad que el tema requería. Pantoja capitanea Cuarzo Blanco, Inc. desde 1989, teniendo a su haber 39 producciones teatrales de nueva creación, en sus 29 años de existencia. Para la compañía, este viaje a Chicago significa su decimosexto esfuerzo internacional dentro de su trayectoria artística.

“Luna de cristal” es un seminario de cómo presentar el horror con belleza y sutileza; un espectáculo que ni le falta ni le sobra; y que posee los elementos justos para crear una atmósfera tan frágil como el cristal y tan misteriosa como la luna misma. Es una combinación de crudos y realistas parlamentos, de la boca de personajes que no son ni buenos ni malos, solo seres humanos verosímiles, excelentemente construidos. Y, poco a poco, a través de sus palabras, nos vamos adentrando en los secretos de la familia Balmoral.

La producción de Cuazro Blanco estrenó el pasado marzo en Puerto Rico. (Foto Cristina Martínez Mattei)

Jesús es el padre, un ex alcohólico, discapacitado, diabético, convertido a la religión y atormentado por el recuerdo de su fallecida esposa y sus espejos o reflejos, los cuales “lo persiguen por todas partes”. Andrea es la hija, quien está a cargo de su padre enfermo. En su estreno de marzo 2018, ambos personajes fueron interpretados con gran fuerza, verdad y absoluto dominio escénico por Willie Denton y Eyra Agüero, respectivamente.

El hijo varón se llama Andrés, un joven un poco infantil, lleno de inculcadas culpas, desconectado de la realidad y, en apariencia, homosexual, dato que se deja en la ambigüedad pero se intuye. Es la supuesta orientación sexual de Andrés la que desata el conflicto entre un padre homofóbico, ahora religioso; y una hermana sobreprotectora, servil y sometida a los deseos de su padre. El personaje de Andrés Balmoral fue concebido con increíble naturalidad y presencia escénica por Omar Torres Molina, con quien se tuvo la oportunidad de conversar sobre su proceso de análisis y ejecución del personaje.

Aunque el actor establece, de antemano, tener muy poco en común con su personaje, reconoce que comparten el sentido de la honestidad. Reconoce, además, que la vida de este personaje ha sido de muchos golpes. Y aunque Omar tuvo sus conflictos de niño por su timidez -y, en aquel entonces, también por su gordura-, ha tenido una vida que le ha permitido ser quien es. Aunque el texto no especifica la orientación sexual del personaje de Andrés -movida que, según la autora, se ha hecho a propósito para que sea el público el que lo descubra o lo infiera-, el actor le fue creando su propio cuento, en el proceso de construcción del personaje.

El actor interpreta el personaje de un niño reprimido. (Foto Cristina Martínez Mattei)

Torres entiende que su personaje fue un niño muy reprimido; y su homosexualidad va del libertinaje a la represión. La dificultad es mantener tres mundos: ser de una forma ante el padre, ser de otra ante la hermana y una tercera en sus conversaciones telefónicas. O sea que, según el histrión, Andrés estaba todo el tiempo jugando a ser otro y a ser él al mismo tiempo. Desde un inicio, se podría pensar que el personaje es abiertamente gay con su hermana; pero, realmente, se cohíbe por haber estado reprimido por años. No obstante, toma la decisión de hacer algo con lo que se siente cómodo: vestirse de Jessica Rabbit para una fiesta de Halloween, una forma, según él, de decirle al mundo aquí estoy y éste soy yo.

Otro de los muchos temas que aborda la obra es el rechazo de un padre hacia su hijo, experiencia personal que, de acuerdo a los expertos, tiene un efecto devastador en la vida de un niño. “Para poder uno salir a flote de la situación que sea, uno tiene que ser honesto consigo mismo y, ante todo, saber quién eres. Nadie tiene porqué echarse cargas ajenas. La felicidad es individual y, para poder sobrevivir, hay que estar en paz con uno. Para sobrevivir al rechazo de otra persona, uno tiene que estar bien claro de lo que uno es y de lo que es capaz. Como actor, hay que aprender a entender al otro y eso uno puede aplicarlo a la vida. ¿Que yo haría si estuviera en esa situación? Eso solamente se puede lograr a través de la inteligencia emocional”.

La pasión de Omar por el arte es innata. Con tan solo cinco años, el actor convocaba a su familia a presenciar obras y actos de magia. Reconoce que sus inclinaciones artísticas le han sido heredadas: su familia tiene vena artística, pero ninguno llegó a ejercer el oficio profesionalmente. Una vez fue creciendo, prosperaban sus participaciones en dramas escolares. Según él, fue en la escuela intermedia donde realmente creó conciencia de su pasión por el teatro.

Torres Molina, aquí junto a la veterana actriz Luz María Rondón, formó parte del elenco de “Sueño eterno” en 2013. (Foto Nydia Meléndez)

Cuando cursaba sus últimos años de escuela superior, viajaba todas las tardes desde su natal Utuado para tomar talleres en la Escuela Especializada en Bellas Artes, de Arecibo. Luego, comenzó sus estudios universitarios en el Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico, pero decidió cambiarse a la Facultad de Comunicaciones. Completó sus estudios en Periodismo, con una segunda concentración en Drama. Admite que ese cambio obedeció a una gran curiosidad por la búsqueda de la verdad, además de su deseo de contar con una profesión adicional.

Aunque considera que hizo muy pocos trabajos periodísticos, cabe destacar sus artículos para la sección En Punto de El Nuevo Día, sus talleres de redacción en el Taller de Fotoperiodismo y sus reseñas de teatro para Radio Universidad. Más adelante, su estancia en el Ateneo Puertorriqueño redundó en tiempos de bonanza para el joven artista. Allí comenzó a actuar y a escribir sus primeras piezas. Es ahí donde produce, dirige, escribe y actúa en sus primeras obras: “Inopia” y “Estridente Silencio”. Y, entonces, surge su compañía Anilom Inc.

Torres trabajó como técnico en el Teatro de la Universidad de Puerto Rico. Recalcó en entrevista sobre la importancia de trabajar en todas las áreas del teatro, para así poder entender la complejidad del trabajo de los compañeros. Por otra parte, ocupó la posición de Presidente del Colegio de Actores de Teatro de Puerto Rico, motivado por conseguir un bien común, la unión del gremio, herramientas laborales adicionales y un mayor respeto por este oficio.

El actor utuadueño también trabajó en la producción “Mural Espejo” en 2015 y 2018. (Foto Cristina Martínez Mattei)

Nos encontramos, sin duda, ante un noble y versátil obrero del arte; “un jibaro del campo” como él se describe; quien, sin conocer a nadie, fue educándose y laborando poco a poco, conociendo a la gente. “Literalmente, vengo de abajo, del bache”, comenta entre risas. Y, de repente, un día decidió “producir y vivir de esto”.

Si bien es cierto que produce más de lo que escribe y actúa más de lo que dirige, todo tiene una justificación y una razón de ser. Puede cómodamente producir y actuar, mas no desea repetir la “locura de joven” de actuar y dirigir al mismo tiempo, considerando que el actor necesita tener una mirada externa. Cuando un artista dirige y actúa al mismo tiempo, está muy consciente de los que está pasando a su alrededor. Desvincular, entonces, al actor de la dirección, para él es casi imposible.

Ante el cuestionamiento de por qué no escribe más, el artista manifiesta que “Me cuesta sentarme a escribir, porque me llegan demasiadas ideas y no logro concretizarlas. Cuando logro sentarme a escribir es porque mi cerebro permitió que todas las ideas lleguen hacia un solo objetivo”.

El actor ha tenido la oportunidad de trabajar para Adriana Pantoja y Cuarzo Blanco en cuatro montajes diferentes: “Sueño Eterno” (2013), “Los Justos” (2014), “Mural Espejo” (2015-2018) y, ahora, “Luna de Cristal” (2018). Sobre su reincidencia, se le preguntó a Torres, de manera jocosa, si se sentía a gusto y cómodo trabajando con Pantoja. “A gusto sí, cómodo no. Son textos que te demandan como actor y te solicitan estar en un estado de alerta. Adriana trabaja mucho (con) la parte que la gente no quiere ver del ser humano. Eso te obliga a adentrarte en lugares oscuros, drenantes. Simplemente, sientes que te estás metiendo en un lugar del que no sabes si vas a salir vivo”.

Rumbo a experimentar nuevas fases y destinos, Omar Torres, junto a Willie Denton, Eyra Agüero, Adriana Pantoja y Chenan Martínez (compositor y sonidista de la pieza) viajarán hacia esta nueva aventura. Y así, “Luna de cristal” se presentará bajo Destinos Chicago International Latino Theater Festival, desde hoy al domingo 14 de octubre, en Steppenwolf Theatre.

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