Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Es el fan más fiel de Rubén Blades en Puerto Rico.
Desde Aguadilla, se las ingenia para trasladarse a San Juan a disfrutar de los conciertos del cantautor y actor panameño, aguardando hasta tarde en la noche para que su ídolo plasmara su firma en unas maracas o la carátula de uno de sus discos.

Su nombre es Julio César Vale, pero identifica su apellido como “Blades”. Y de seguro es el coleccionista que más recortes de periódicos, fotos, vídeos, discos, libros, camisetas y películas conserva del creador de “Pedro Navaja”.
Julio César es de los fanáticos que está consciente de que en 2018 se conmemoran los 40 años del lanzamiento de “Siembra” y lamenta el distanciamiento entre Rubén y el maestro Willie Colón.
Pero eso no es razón para dejar de admirar y reconocer su legado. Su interés por la música de Rubén surge tras el lanzamiento del disco “Antecedente”. Distribuido por Elektra a finales de la década de 1980, específicamente en 1988, Julio fue de los salseros que disfrutó de los cortes “Juana Mayo”, “Plaza Herrera”, “Patria” y “Contrabando”.
“Mi mamá y mi papá escuchaban su música. Yo la comencé a comprar con mi dinero cuando sale ‘Antecedente’ y lo que hice fue descubrirlo hacia el pasado, comprando y escuchando ‘Metiendo mano’, ‘Siembra’ y ‘Canciones del solar de los aburridos’ [los tres con Willie Colón]. Socios me dicen que grabó con Barretto y por ahí descubro ‘Salsa Suite’ con Larry Harlow, en una fascinante travesía salsera”, recordó Julio, que entonces tendría 12 años.
Las letras de sus composiciones son el gancho que al presente lo consolidan como un fan incondicional del intérprete de “Plástico”. Lo que el propio Rubén, en las notas de “Maestra Vida”, describe como “Salsa Focila”, folclor de ciudad latina.
“La música de Rubén me llenó. Había mucho merengue y mucha música pop en los 80. Rubén propone un discurso de contenido social utilizando la salsa como una fuente de comunicación de un mensaje. No es solo para bailar, sino para que la gente entienda los casos de ‘El Padre Antonio’, el éxito ‘Siembra’ y el mismo ‘Pedro Navaja’. Así empecé a buscar las ediciones de Vea y TV-Guía, y todos los programas de radio y televisión grabados”.

Sus discos favoritos son “Siembra”, con Willie Colón, y “Buscando América” con Seis del Solar. El primer concierto de Blades presenciado por Julio César Vale se celebró el 3 de julio de 1994 en la Sala de Festivales del Centro de Bellas Artes de Santurce: la despedida de Son del Solar, que siguió al concierto con Willie Colón en el Estadio Hiram Bithorn en 1993.
A pesar de su reverencia, Julio no lo imita, aunque a veces emula su maraqueo, que se caracteriza por chocar las maracas en clave, creando efectos de percusión.
Su encuentro con su ídolo ocurrió el 27 de agosto de 1994 después de un concierto en el Coliseo Roberto Clemente, amenizado también por el Apollo Sound de Roberto Roena.
“Cuando el show acabó tenía la carátula del disco ‘Amor y control’ con un bolígrafo y me acerqué al área del camerino. Una muchacha del staff me dijo que Rubén estaba reunido con Tito Allen y cuando me escuchó dijo que yo pasara. Me firmó el disco y me preguntó de dónde era. Cuando le dije que era de Aguadilla se sorprendió porque sabía que era distante. Fue muy amable. Me habló del disco que al año siguiente haría con Willie Colón. Esa noche me sentí feliz porque conocí a mi ídolo”.
Su admiración por Blades es tan singular que Julio ha cultivado una sincera amistad con algunos de sus músicos, como Arturo Ortiz, a quien describe como “mi sicólogo personal”, y Eddie Montalvo, oriundo de Aguadilla y quien le encomienda el mantenimiento de un terreno que heredó de sus padres.
“Tuve una decepción de amor y el primer consejo que Arturo me dio es que debía pasar la página y superarme porque la vida no termina con una ruptura con la persona que tuviste. Me dijo que todo obra para bien y que aunque hay puertas que se cierran, se abren otras. Y sobre todo el gran consejo que me dio es que a veces perdiendo se gana. Gracias a Dios me recuperé y todo se acabó. Desconocía de esa faceta de Arturo: además de músico, sicólogo”.

En 1998, al año siguiente del concierto en que Blades fue abucheado durante la presentación de “La rosa de los vientos”, regresó con Willie Colón a Bayamón, una producción del fenecido productor José Pabón. “Jamás olvidaré su amabilidad, cuando me dijo que me retratara con mi mamá y con él. Ahí me firmó el disco ‘Tras la tormenta’. Esa noche Rubén cantó con unas gafitas y le dije que estaban chévere. Él se las quitó y me las puso y me dijo que eran espejuelos. Rubén fue muy bueno conmigo. Todo un caballero”, señala Julio César, que incluso atesora las colaboraciones discográficas de Blades con Los Rabanes, Sting, Son Miserables, Calle 13, Luis Enrique, Gilbertito y Tito Nieves, entre otros.
“La marca de Rubén es increíble. Es un pregón de justicia social. Es un granito de arena para que el mundo sea mejor. Cuando pasó María, días después escuché ‘Patria’ y rompí a llorar. ¿Me comprendes?”