Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Todos los discos de Choco Orta son buenos.
“30 años repartiendo sabor”, seguro que se debe aclarar, es el mejor.
En años recientes los lanzamientos de salseras boricuas han sido limitados. Distingo el debut de Yanni Mercedes de la mano de Eric Figueroa; un cd de Yolanda Rivera que apenas trascendió por su pobre promoción y ahora lo nuevo de Choco, una producción insuperable que ocupará un sitial de honor, si se quiere, al lado de los mejores discos de La Lupe y Celia Cruz.

La Choco rumbera; la sonera, la compositora, la guarachera; la romántica; la del discurso social… Un disco que en 2018 resulta una agradable y memorable propuesta que confirma lo mucho que la mujer, de tú a tú con el varón, puede aportar a la cultura salsera cuando tiene mano libre en asuntos de producción.
“30 años repartiendo sabor”, un concepto completito de la Chocolocochón, está hecho a la medida del bailador. La orquestación de trombones, con sus moñas y solos como el que se escucha en la composición “Te perdí la fe” de Johnny Ortiz, está a su nivel.
El sonido cambia en “El amor es libre”, que incorpora trompetas en un arreglo de Carlos Ortiz, en cuyo coro escuchamos a Gilbertito Santa Rosa. El dúo con Maelo Ruiz, a manera de una conversación, enfoca una situación que enfrentan no pocas damas: su atracción hacia el mismo sexo y la urgencia de que la sociedad se eduque y respete la orientación sexual de las personas.
En “Mi Buenaventura”, dedicada al puerto de Colombia, nación que la idolatra, incorpora a la combinación de trompetas y trombones un saxofón barítono que le imparte pesadez a la orquestación, con solos de trompeta y varios compases en cumbia.
En la onda de la salsa romántica, Choco canta con Herman Olivera en la composición de la cantautora dominicana Alicia Baroni, titulada “Otro amor” y con un arreglo de Mauricio Silva que descansa en los trombones.
En “Severa”, un éxito popularizado por Ismael Rivera, Choco presenta otra perspectiva que reivindica los soneos originales que a nuestro juicio mancillan la imagen de la mujer, pero Choco aclara que verdaderamente Severa no tenía la cara como una pantera. Todo lo contrario: es una mujer hermosa e inteligente.
Cuando parecía que el sabor se impondría en la secuencia, repentinamente sorprende con una soberbia versión del clásico del bolero “Miénteme” de Armando Domínguez, popularizado por Amparo Montes, Lupita Palomera, Olga Guillot, Los Tres Diamantes y otros. Este acercamiento merece considerarse entre los mejores cinco de la historia.
La guaracha “Se que tú”, de Tito Contreras, es otra agradable sorpresa. Choco, junto a José Alberto “El Canario”, recuerda el éxito que Celia Cruz y Justo Betancourt grabaron en el elepé “Recordando el ayer” con Johnny Pacheco y Papo Lucca. Esta versión es digna de divulgación en la radio salsera local e internacional.
El disco termina como comienza: con la fuerza de la salsa bailable. Si al saque la artista afirma su compromiso con el swing y el masacote al interpretar “30 años de sentimiento y sabor”, en el cierre despliega su dominio del soneo y la improvisación con su feroz ataque al montuno en “Canta Choco canta”, un son con voces femeninas en el coro y un tres cubano bien afincao del veteranísimo Charlie Rodríguez.
Confieso que lo nuevo de Choco Orta ya es uno de los discos que suelo escuchar con regularidad. A la altura del séptimo mes de 2018, la producción, definitivamente, merecerá ser considerada entre lo más sobresaliente del año.
“30 años repartiendo sabor”, con arreglos de Mauricio Silva, Carlos Ortiz, José Enrique Corrales, Luis Ortiz y Rey Montesinos, es un disco de matiz feminista que entraña un canto sincero a la mujer; promueve la equidad de género y combate el machismo.
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