Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular
Los aplausos más fuertes y la ovación más prolongada de los conciertos celebrados al presente durante el Festival Casals 2018 se registraron la noche del pasado sábado 10 de marzo durante el debut del puertorriqueño Roselín Pabón.

Aun muchos no se explican cómo el director emérito de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico (OSPR) nunca había dirigido en el Festival Casals.
Y lo cierto es que si el director español Josep Pons no se hubiese enfermado la historia del sábado sería diferente. Pabón lo sustituyó a última hora, sin tiempo para que la Corporación de las Artes Musicales pudiera proceder con los cambios en el programa de mano, que no se limitaron solo a su participación, sino a la sustitución de la obra “Vistas al Mar” de Eduard Toldrá, cuyas partituras nunca llegaron a Puerto Rico, generalizándose que se perdieron en el camino.
El maestro Pabón, responsable entonces del programa sabatino, presentó en su lugar una obra de un compositor puertorriqueño: la adaptación para orquesta de la “Romanza para piano, Op. 29” de José Ignacio Quintón.
De ahí la importancia de que la prensa especializada, en su rol de documentar la historia como es, no pase inadvertida la cobertura del Festival Casals y otros eventos culturales que hoy día, lamentablemente, son ignorados por los medios corporativos, más por razones presupuestarias que por otras consideraciones.
El sábado fue la noche de Roselín Pabón en el Festival Casals, presenciado por un número mayor de espectadores, gracias a su esfuerzo promocional, aunque lejos de un lleno a capacidad.
Fue el concierto de Roselín Pabón. Y ocurre en 2018, cuando celebra 40 años con la OSPR y 60 en la música. Desde el podio, Pabón regaló una dirección perfecta en la versión orquestada de la obra de Quintón, demostrando su elevada estatura artística y su versatilidad musical, pues aventaja a muchos al conocer las grandes obras del repertorio clásico europeo y de los compositores caribeños y latinoamericanos, dominando incluso los estándares de la música popular del Siglo XX, una de las limitaciones de sus homólogos.

En el “Concierto en si menor para violonchelo y orquesta, Op. 104” de Antonin Dvorak entregó al público otra dirección maravillosa. El solista invitado, el chelista Johannes Moser, con su lenguaje corporal, comunicó sentirse muy complacido con la interpretación de la orquesta y la batuta manejada con precisión por el maestro Pabón.
La sección de cuerdas y maderas de la OSPR hizo las delicias de los presentes con la exuberante exposición del Allegro introductorio, caracterizado por su riqueza y belleza melódica.
El timbre de la OSPR; la textura lograda durante la lectura de su partitura; sus pasajes polifónicos; su dinámica; sus contrapuntos y el manejo de la modulación con esporádicos ‘in crescendo’ resultaron un regalo al sentido de la audición del espectador promedio.
Moser disfrutaba entró en acción en el segundo y tercer movimiento “Adagio ma non troppo” y “Allegro moderato”, demostrando que los laudos de la crítica internacional a su carrera, a pesar de su juventud, son más que merecidos.
Su técnica, su virtuosismo, su temperamento e intensidad y su sensibilidad melódica, amén de la estupenda dirección del maestro Pabón, redundaron en que esta conocida obra del repertorio erudito resultara una experiencia nueva para no pocos.
Pabón y Moser se estrecharon las manos mientras el público aplaudía fuertemente de pie, validando el soberano la magistral dirección del boricua que en definitiva se espera que sea mucho más visible en el Casals.

Moser quedó tan fascinando con la labor de Pabón y los profesores de la OSPR que regresó para obsequiarles el primer movimiento de una de las seis suites de Joan Sebastian Bach para chelo, incluso como un saludo espiritual a la memoria de don Pablo Casals.
La “Sinfonía número 4 en mi menor, Op. 98” de Johannes Brahms selló la inolvidable noche del maestro Pabón. A pocas butacas, observamos los gestos de complacencia del maestro Maximiano Valdés, director titular OSPR, durante la interpretación de esta obra, cuya dirección nuevamente fue infalible.
Pasajes, mágicos e hipnotizadores de la sección de cuerdas; la entrada precisa de solistas de las cuerdas y las secciones de viento madera y los metales, además de una grandilocuente lectura colectiva rubricaron con altos honores el debut de Roselín Pabón.
El Festival Casals 2018 finalizará el próximo sábado 17 con la “Sinfonía número 4” del boricua Roberto Sierra y la “Misa de réquiem en re menor, K. 626” de Wolfgang Amadeus Mozart.