Joel canta a Mozart en el Casals

Por Jaime Torres Torres
Para Fundación Nacional para la Cultura Popular

Su triunfo en Operalia, prestigioso concurso de cantantes líricos producido por el legendario Plácido Domingo, ha proyectado a nuestro Joel Prieto como uno de los tenores más respetados de su generación.

Mañana, en la clausura del Festival Casals 2018, cantará la “Misa de Requiem en re menor K. 626” de Wolfgang A. Mozart en la Sala Antonio Paoli del Centro de Bellas Artes de Santurce, acompañado por la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico (OSPR), junto a un elenco de primerísimas voces boricuas, como la soprano Zulimar López y la mezzosoprano Celia Sotomayor.

Joel, nacido en España y criado en Puerto Rico, regresa precedido por loas de la crítica mundial. Los roles de este joven tenor, que se considera boricua, han sido elogiados por medios internacionales como Parterre, Bachtrack, Opera Today, Wall Street Journal, The Telegraph, The New York Times, Le Telégramme y The Huffington Post, entre otros.
Tras su llegada de Alemania, esta tarde lo entrevistamos en primicia para PRPOP, revista digital de la Fundación Nacional para la Cultura Popular.

Jaime Torres Torres: ¿Qué tienes que decir de Puerto Rico en términos de tu desarrollo como cantante lírico?
Joel Prieto: [Expresión de gozo] “Puerto Rico ha sido todo para mí. Nací en Madrid, pero soy cayeyano. Desde los tres años me crié en Cayey. Realmente toda mi formación de ser humano y como artista ha sido en Puerto Rico. Mi formación musical empezó en el Coro de Niños de San Juan, como a los cinco ó seis años. Estuve en la Escuela Central de Artes Visuales y en el Conservatorio de Música de Puerto Rico. La parte puertorriqueña es dominante en mi vida y también la ayuda que Puerto Rico me brindó para irme del país porque antes de ser estudiante en Nueva York, en Manhattan School Of Music, los puertorriqueños me ayudaron dándome el empujón. Ese amor y ese apoyo fue el impulso grande para salir de Puerto Rico hacia Nueva York para estudiar esta carrera”.

JTT: ¿Qué significado tiene hoy día, en tu carrera, el nombre del tenor Plácido Domingo?
JP: [Expresión de sorpresa] “Vamos a decir que Plácido no solo fue mi ejemplo artístico, sino de calidad humana, como ser humano. Ese hombre lo conocí en una producción antes de hacer Operalia, que hice un papel pequeño en la zarzuela ‘Luisa Fernanda’. Y me di cuenta rapidísimo de cómo este hombre incluye a toda la producción, no solo para que él brille, sino para que todos brillemos. Esparcía la luz a todo el mundo para que se realizara el nivel de la producción. Ahí me di cuenta muy rápido de que el camino de esta carrera no puede ser egoísta, sino que se puede utilizar de una manera humana. Cuando tuve la oportunidad de Operalia, me di cuenta que este hombre era como un museo, que pasaba información a las nuevas generaciones. Era como entregando la batuta. Su bondad y espíritu dadivoso fue lo que más me llamó la atención. Hace diez años, cuando gané Operalia, fue un cambio para mí porque me di cuenta del tipo de artistas que quería ser. Y el ejemplo de Plácido Domingo está ahí número uno”.

JTT: Te pregunto con mucha empatía y respeto, ¿el espaldarazo de don Plácido supone alguna presión adicional o responsabilidad mayor en tu carrera?
JP: [tono de sorpresa] “Definitivamente. Hace diez años, cuando gané Operalia, fue como una bendición y a la misma vez me presentó una presión muy grande porque en ese momento tenía 26 años y ahora tengo 36. Estaba en los comienzos de mi carrera internacional. Ya llevaba dos años cantando en la Ópera de Berlín, pero estaba más o menos protegido por ese teatro. Con Operalia comenzó a despuntar mi carrera internacional y al ganar el premio llevaba el peso porque fue un salto muy grande y llegué a algo que no pensaba llegar. Me acostumbré un poco a llevar ese premio encima y los contratos que salieron a raíz del premio. Fueron años en que me tuve que reajustar a esta nueva vida: la de viajar y debutar en teatros súper importantes de muchísima historia por donde han pasado los mayores nombres de este tipo de arte. Fueron dos años donde la presión fue extremadamente grande por la responsabilidad que sentía que llevaba, pero me lo disfruté mucho. Y me di cuenta de que somos artistas que nunca acabamos de aprender. Vamos a seguir aprendiendo hasta el final de nuestras carreras y vidas. Esa manera de pensar me quitó la presión”.

JTT: Grandes tenores de la historia han interpretado la “Misa de Réquiem en re menor” de Mozart. ¿Conservas memorias de alguno de los que has escuchado como parte de tus estudios y desarrollo?
JP: [pensativo] “Uno que me llamó mucho la atención es Fritz Wemderlich. Realmente es un ejemplo vocal y artístico para mí, desde el inicio de mi carrera, cuando estudiaba en Nueva York. Fue mi ejemplo mayor. Cuando estoy estudiando algo escucho una u dos grabaciones y después trato de quitarlas y no escucharlas más porque al fin y al cabo no se trata de imitar, sino de crear algo genuino. Lo utilizo un poco en los momentos preliminares en que me empapo con la pieza, pero luego lo dejo y paso al piano, porque me gusta saber que sale de mí natural”.

JTT: ¿Cómo expresas la emoción de regresar a Puerto Rico para debutar en el Festival Casals en su clausura y con una obra que ha trascendido la historia y se perpetúa como una referencia obligada?
JP: [sonríe] “Venir a Puerto Rico siempre supone para mí recargar mis energías porque este es mi País. Traigo lo que he aprendido pero me llevo tanto del puertorriqueño, el amor y toda esa información nueva. En estos momentos específicos, después de este huracán tan fuerte que cambió el curso de la historia de nuestros país, es un momento muy delicado porque la música y el arte en general, toman un plano principal en la identidad del pueblo, sobre cómo nos expresamos, quiénes somos y a dónde vamos. Las artes siempre se afectan cuando hay golpes económicos, incluso a nivel político. No nos damos cuenta de que las artes deberían ser una de las cosas primordiales con las cuales ayudar a un país porque ofrecen esperanza y visión. Haber logrado un Festival Casals, que por poco no se da, es un triunfo. Debutar cantando esta Misa de Réquiem, con un elenco mayormente puertorriqueño, es realmente un momento muy especial”.

El tenor Joel Prieto atraviesa por una temporada 2017-2018 muy activa, productiva y de excelentes críticas de la prensa especializada.

En lo transcurrido ha brillado en Les Troyens en la Ópera Semper en Dresde, Alemania; en el concierto de Navidad junto a la OSPR y el Coro de Niños de San Juan a beneficio de éste y de Orfeón San Juan Bautista; en el estreno de “Street Scene” en Madrid y como Don Ottavio en Don Giovanni, próximamente en Santiago de Chile.

“En ‘Street Scene’ tuve la oportunidad de co-crear un papel con el director de escena, respetando mucho mi visión como artista. Fue mágico. Madrid se está convirtiendo en mi segunda plaza teatral. El domingo me voy a Chile y el 3 de mayo regreso a Puerto Rico para hacer un concierto con el Coro de Niños de San Juan en Bellas Artes y después me voy a Madrid porque me esperan cinco funciones más de ‘Street Scenes”.

JTT: ¿Puedes dirigir un mensaje a Puerto Rico en la coyuntura de los recortes presupuestarios a instituciones culturales del País, como el Coro de Niños de San Juan, Casa Paoli, Casa del Libro y la Fundación Nacional para la Cultura Popular?
JP: “Al fin y al cabo, todo lo hacemos por amor al arte. Pero hay que seguir luchando para que estas instituciones sigan vigentes y vivas. Es parte de la identidad de un pueblo. Estamos en un momento crítico, pero es la oportunidad de construir algo nuevo. Esa creatividad y amor por las artes hay que seguir alimentándolos y concienciar al pueblo de que estas instituciones son vitales. Debemos seguir luchando con propuestas nuevas y maneras diferentes de crear”.

Los boletos para el cierre del Festival Casals están a la venta en ticketpop.com (787) 294-0001.

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